Ficha Jubal


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Críticas de Jubal (1)




Mad Warrior

  • 14 May 2023

8



La historia de Jubal es muy vieja, por todos conocida, por todos contada y tal vez vivida. El hombre extraño y justo que llega a una tierra extraña e injusta.
La mala suerte tras él, acechando en la esquina de cualquier hogar donde hayan germinado los celos y el odio...

Cuando en Mayo de 1.956 se estrenó ¨Centauros del Desierto¨ tal vez todos pensaron que ya no hacían falta más ¨westerns¨. Es propio de la masa espectadora seguir algo cuando es aclamado, sobre todo si lleva el sello del Oscar como una res de rancho, olvidando, por tanto, todo lo que queda atrás debido a su peculiaridad más allá de los cánones. ¨Jubal¨, realizada un mes antes que la de Ford, es de esas películas misteriosas y fascinantes, la cual llega a manos de un Delmer Daves cada vez más considerado uno de los maestros modernos del género, en forma de proyecto que lleva mucho tiempo dando vueltas y con el presidente de Columbia, Harry Cohn, deseando afrontarlo.
Se trata de una adaptación de la extensa novela de 1.939 ¨Jubal Troop¨, escrita por el entonces muy llevado al cine Paul Wellman; la primera intentona incluía un guión de Russell Hughes acorde a las típicas gestas heroicas del ¨western¨, acordada para ser dirigida por Walsh con Alan Ladd y Aldo Ray de protagonistas. Esto se desvanece y cuando entra el nativo de San Francisco, inspirado por la reciente ¨Al Este del Edén¨, decide centrarse en una parte del libro, abandonar todo rastro de aventuras, dejar de lado la picaresca y la acción que proponía el autor y modelar un melodrama al estilo de la tragedia clásica...jugada audaz y maestra.

Todo cambia de raíz en una producción donde suceden dos milagros: su primer trabajo de muchos con Glenn Ford y Felicia Farr y tener a bordo al poco antes oscarizado Ernest Borgnine. El bello paisaje de Grand Tetons, en Wyoming, le sirve de escenario pictórico y da cierto aire de irrealidad a los acontecimientos: de repente, un hombre cae por una ladera hasta quedar inconsciente, y es como si hubiese sido lanzado al Mundo, desterrado de su paraíso para afrontar una dura prueba de fe sobre la condición humana. Por fortuna es recogido por un hombre bondadoso, quien le ofrecerá cobijo y empleo.
Shep de basto pero amable hombre de tierras, Pinkum de envidioso despreciable, y de fondo Mae, la esposa seductora capaz de atraer problemas fácilmente; los personajes alrededor de Jubal se muestran como son y representan arquetipos (así lo anuncia ya él de antemano...), pero la mirada vulnerable que transmite Ford sugiere un tipo al que ocultan los fantasmas de un pasado oscuro. Se produce entonces una extrapolación del fatal drama ¨shakespeariano¨ que ya se veía venir, con ese Pinkum que a espaldas de su jefe maltrata a su Desdémona particular (la hermosa Valerie Harrison), más cerca de las ¨femme fatale¨ del ¨noir¨, sujeta a un hombre bueno por pura supervivencia pero que odia en secreto.

En este torbellino de rencor guardado bajo llave y podrida desafección, Jubal/Cassio es un observador de hasta qué limites puede llegar la maldad humana, y luego sufrirlo en sí mismo. Ford también desmitifica al clásico hombre duro del Oeste, quien aquí se ve acobardado por la presencia femenina, justificado en un horrible trauma de su niñez. Daves, que le concede una escapada de origen religioso en contraposición al infierno de bajas pasiones que representa el rancho de Shep/Othello, deja que la tensión y el suspense fluyan a través de las reflexiones y las emociones más viscerales de los personajes, creando un retrato íntimo, cercano y de gran humanidad.
Esa ¨escapada¨ que proporciona el guión es otra posible aventura romántica, pero la Naomi encarnada por Farr ni mucho menos se parece a la Bianca del dramaturgo, tal vez es la otra cara de Desdémona, esta vez bendecida con la inocencia aunque tan codiciada como la original. Con ella y Mae, Daves pinta con valentía un amargo retrato sobre la limitada, por no decir ausente, capacidad de decisión propia de la mujer en aquellos tiempos, tan atada a la obligación matrimonial bien por mandato paterno, bien por puro ego y necesidad.

Y sin embargo son ellas quienes mueven realmente la trama, las responsables, consciente o inconscientemente, de provocar celos en los hombres, de instigar la tensión o, por el contrario, de despertar pasiones. Y ellos, atrapados por tales sentimientos, reaccionan en consecuencia, se persiguen, sospechan, se traicionan. Cuando ya está instalada la atmósfera de desasosiego entre el cuadrado (o incluso quinteto) amoroso, sobresaliendo la participación de un Charles Bronson magistral, el director regresa a su crítica feroz sobre el frío horror de la justicia aplicada por venganza y en absoluta violación contra el derecho humano.
Esto trae consigo un clímax desarrollado en cacería por exteriores que provocan la misma sensación de ahogo que los interiores del rancho donde finalizará de manera demoledora, ya que Jubal parece tener todas las salidas cortadas ante él, cada horizonte vigilado por individuos que, sin importar las razones ni la verdad, están dispuestos a matarle. Esa justicia injusta la encarna mejor que nadie un Rod Steiger apabullante como Pinkum, sobresaliendo por encima de todos sus compañeros de reparto, incluso del mismo Ford, él en su línea bastante acartonada, gracias a una actuación de ¨método¨ visceral y agresiva (lo que causó un impacto no demasiado agradable en los demás).

La resolución del ¨Othello¨ original varía ligeramente y sin las mismas complicaciones en este estudio oscuro del alma y del amor celoso y posesivo con el que Daves echa abajo cualquier maniobra del cine del Oeste típico del momento, aun ateniéndose a los patrones del más turbulento melodrama de manual.
Borgnine, por cierto, sufre una metamorfosis brutal a mitad de trama demostrando de nuevo lo versátil e inmenso actor que era.



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