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Ficha Todo Sale Mal


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Críticas de Todo Sale Mal (1)




Mad Warrior

  • 19 Nov 2021

4



Están finalizando los 50 en Japón y a los que se va a prestar más atención es a los jóvenes.
Se les concederá una voz, muy importante para derribar los pilares en los que se sostienen las tradiciones e ideales conservadores de la sociedad.

Donde los ecos de la guerra se ven lejanos y de cuyas cenizas a resurgido un imperio, del capitalismo, de la industria, mientras el estilo de vida occidental capta a la juventud. Quizás los que mejor representan este choque entre generaciones son Koreyoshi Kurahara, Ko Nakahira, Seijun Suzuki y Yasuzo Masumura; de hecho el debut de éste, ¨Besos¨, resulta una poderosa influencia para el cine que está a punto de eclosionar en la década siguiente (iniciada con títulos como ¨Historias Crueles de Juventud¨, ¨El Idiota¨, ¨Los Pervertidos¨ o ¨Koi no Katamichi Kippu¨).
Suzuki lleva trabajando unos años para Nikkatsu, donde se realizan producciones con influencias europeas y americanas y se mezclan géneros para saciar la sed de exotismo del público; las películas sobre jóvenes están a la orden del día y el cineasta domina estas historias tan bien como los trabajos enmarcados en el cine negro que le son encargados. Tras algunas geniales muestras y antes de realizar su primer film en color, ¨Kutabare Gurentai¨, se le encomienda la adaptación de un relato de Akira Ichijo que escribe Seiji Hoshikawa (habitual guionista en las sagas de Zatoichi y Kyoshiro Nemuri). La escena inicial de ¨Subete ga Kurutteru¨ ejemplifica a la perfección la atmósfera del momento.

Escenas de la 2.ª Guerra Mundial abren la película, cruentas y brutales, pero somos engañados pues no corresponden sino a una proyección cinematográfica, que da paso entonces a la auténtica realidad. En las atestadas calles de Shinjuku se agolpa una muchedumbre escandalosa, indecente, vivaracha, impulsiva, inconsciente, y es ni más ni menos que el producto resultante de aquella guerra que se perdió para tristeza de muchos, observada por Suzuki con mordacidad al situar el título de la obra sobre las escenas de combate.
El producto de la derrota son esos muchachos que han adoptado las costumbre y maneras extranjeras y las han implantado en la sociedad; ya no hay ceremonias de té, lo que hay son clubs llenos de humo, alcohol y bandas que tocan ¨rock n roll¨ y ¨surf rock¨. Todo parece una caricaturesca imitación del mundo que imaginara Nicholas Ray, y en este mundo confluirán varios personajes, tres en especial: Toshimi, Etsuko y Jiro, un joven que guarda un tremendo rencor hacia el amante de su madre, quien participó con su padre en la guerra, donde falleció. Este hombre, que a ojos de Jiro se ha introducido como un parásito en el seno de su hogar, lleva cuidando muchos años de él y su madre.

Lo que observa, sin embargo, es a su madre venderse por dinero, como una prostituta, y este modelo de conducta lo atribuirá a todas las mujeres, despertando en él una actitud sádica y realmente repugnante; las otras dos protagonistas son chicas que forman parte del grupo de amigos del anterior, y la trama se viene a centrar en el embarazo no deseado de Etsuko. El conflicto entre una generación y otra es directo y abrasivo; a los adutos se les culpa de la guerra, se les considera unos cínicos y oportunistas, pero así también serán, en líneas generales, los jóvenes: delincuentes, irresponsables, frívolos, manipuladores y reflejo de la sociedad consumista.
Son estas actitudes impulsivas las que les impiden obrar con cautela y así, por la intervención de los jóvenes personajes, la historia a cada paso que da va generando más conflictos, más problemas, más malentendidos. Todo, como termina diciendo el cronista, sale mal, porque resulta inevitable; Suzuki es ácido y no da tregua, sigue a los chicos con su tambaleante cámara en su devenir autodestructivo mientras recalca la perenne melancolía de los adultos, que desean ser como ellos, aunque todo estará narrado desde el punto de vista de la juventud, claro. El gran problema de ¨Subete ga Kurutteru¨ es que se consigue muy poco, o nada, a la hora de establecer un vínculo entre el trío protagonista y el espectador.

Y es que Jiro, Toshimi y Etsuko, con sus maneras de ser tan detestables, torpes e ilógicas, como los chavales que les rodean (que no todos), están lejos de resultar realmente carismáticos, sobre todo cuando cruzan la línea entre la rebeldía y la delincuencia, siendo autores de repulsivos actos criminales: el cruel engaño de Etsuko para obtener dinero de Nambara, la persistencia de Jiro de no escuchar a nadie y mantener ese carácter violento y cobarde, o Miyamoto, que trata a las mujeres como objetos, son ejemplos de la repugnante catadura de estos personajes. ¿Se supone que hemos de comprenderlos y sentir compasión por ellos? La verdad es que no.
Tamio Kawaji, una de las jóvenes estrellas de Nikkatsu, vuelve a desempeñar el rol de muchacho irritante y testarudo, y sin hacer otra cosa salvo salir corriendo durante toda la película (en coche o a pie). La modelo Yoshiko Nezu, a la que dan ganas de abofetear hasta dejar sin sentido (tanto como a la guapa Shinako Nakagawa), realiza aquí su debut cinematográfico, y seguirá colaborando con el director, quien hace gala de su gran vitalidad tras la cámara, al igual que la de los actores, los cuales encarnan a desagradables individuos; ello es lo único destacable en este encargo del que se podría haber aprovechado mucho más.

Pues el mayor error del director (o del guionista) es no centrarse lo suficiente en la madre del protagonista y su amarga relación con Nambara, historia que habría podido ocupar una película entera. Lo mejor: el prólogo y el final, realmente ásperos, y las actuaciones de Shinsuke Ashida y Tomoko Naraoka.
A Suzuki se le continuarían asignando estas baratas producciones de rápido consumo, beneficiosas en taquilla...pero aún quedaba para que aquél se destapara con sus arriesgadas y vanguardistas maravillas.



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