La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.

No es una cinta política (ni pretende serlo), no hay elaborados discursos ideológicos entre los personajes ni debates acerca de cómo construir una sociedad más justa, o el proyecto político post-dictadura, por ejemplo. A lo más, algunos breves intercambios de opinión en el contexto de la situación política que vivía el país por ese entonces o recriminaciones mutuas por los fracasos de acciones políticas del pasado.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario, con todos los elementos propios de dicho tipo de cine. Y bien que así sea. En consecuencia, adoptamos el segundo punto de vista, para este comentario.

En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”. Tiene todo eso y más.
Primero, contextualizaremos la época en que se sitúa la película (magníficamente recreada), para la mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
“Pacto de Fuga” se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos condenados a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el escape más masivo y uno de los más impactantes de la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y amenaza permanente de ser descubiertos. Su ardua labor se extendió por un año y medio, en el más completo hermetismo, construyendo un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (ver spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto” político-institucional en las semanas finales de la despiadada Dictadura de Augusto Pinochet.

La película es muy entretenida, mantiene un ritmo y montaje acelerados, está llena de detalles con significado, algunas imágenes metafóricas e incluso con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Observamos que desde los primeros minutos ya se está planificando la fuga.
Tiene todo lo que cintas de este género poseen habitualmente. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres ligeras de ropas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante ingeniosas estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas carcelarias de parientes, prácticas deportivas y recreativas al interior del recinto, hasta un soplón dentro de los reos políticos, que no pertenecía al grupo original de fugados. Todo con mucho suspenso y adrenalina pura, y por momentos con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y por lo demás, ocurrió realmente en esta historia.

No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, de acción intensa, adecuadas dosis de emoción y una tensión permanente. No tiene nada que envidiarle a productos similares de este tipo de cine. Albala se atrevió y vaya que lo consiguió, bien respaldado por un muy buen elenco actoral. En ese sentido, todas las interpretaciones están a buen nivel, muy imbuidos de sus respectivos papeles, tanto los protagonistas presidarios, como gendarmes y autoridades del Régimen y las parejas de los líderes de la fuga y el apoyo externo.

¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de varias de sus escenas, sí, tal vez, pero eso le otorga dinámica y emoción. Y en cierto momento también sirve para ralentizar la acción, muy acelerada en buena parte de la película.
Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros y otros, todos muy a tono con el ambiente y la simbología política de la ultra izquierda y la canción central, especialmente compuesta para esta película, de Ana Tijoux, muy ad-hoc.

¿Que tiene influencias de grandes películas del género? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Veamos.
Algo de “El Gran Escape” (1963), especialmente lo relativo al túnel. Muy poco de “Papillón” (1973), algo más de “Alcatraz” (1979) y “Sueño de Fuga” ( o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, al final, cuando los escapados van en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de Medianoche” (1978) y su escena final.

¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel obviamente produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que ¨El hombre de Alcatraz¨ (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962), y también que “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de 1960, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores. Los patios, las visitas, las pichangas de fútbol, los pasillos en las galerías con luz de día, imágenes en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel, aunque la película gira en torno a éste.

¿Cuestionamientos? El uso de cámara nerviosa y abuso de primeros planos. Además de que, a veces, no se les entiende muy claramente lo que dicen los personajes, tampoco éstos son presentados directamente, en el comienzo no se alcanza a tipificar ni a delinear características de ellos. Sólo aparecen en pantalla y el plan de fuga empieza de inmediato.
El director, tal vez acertadamente, elige no ocupar tiempo en prolegómenos. Más adelante empiezan a surgir antecedentes de los protagonistas y se van comprendiendo sus causas, sus fracasos políticos y problemáticas personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor perfilados a esas alturas de la película, conocemos incluso sus dramas familiares y también a personajes del exterior, quienes son fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de1988, que otorgó la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (realizadas en 1989).

En suma, una buena película del género -en código hollywoodense actual- que refresca el ambiente cinematográfico chileno, muy poco habituado a las apuestas riesgosas como ésta.

Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
Spoiler:
Los reos elaboraron sus propios códigos de comunicación interna para evitar ser descubiertos y construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo, valiéndose de utensilios domésticos y otras herramientas muy básicas, como destornilladores, cucharas, cuchillos, tenedores, punzones, cualquier cosa que sirviera para raspar y cavar, ollas pequeñas para la tierra, etc. Además, implementaron ingeniosos sistemas de iluminación y de ventilación mediante el uso de botellas plásticas y un motorcito, y carritos sobre rieles de madera para transportar la tierra y piedras. En la película se muestra que la ventilación se ayudó con bolsas plásticas en lugar de botellas y no aparece el trencito y los rieles (esto último sí fue influencia directa de ¨El Gran Escape¨, para los fugados en la vida real, como ellos lo declararon después).
No era un plan simple: debían cavar un túnel a siete metros de profundidad, desde las galerías destinadas a los presos políticos, en el centro de la cárcel, hasta el patio trasero de la Estación Mapocho, cruzando el ducto del Metro. Uno de los problemas principales fue dónde depositar la tierra y escombros del túnel. Hallaron un lugar: en el entretecho de la cárcel.

Al final, también se escaparon espontáneamente otros 25 reos políticos, que descubren el forado casi por casualidad, ya que el túnel lo dejaron abierto los del grupo principal, con esa intención, completando la cifra final de 49 fugados. Esto fue lo que ocurrió en la realidad.
Lo del lisiado en silla de ruedas informando a sus compañeros de la existencia del túnel, es ficción de la película, como también la pelea entre el soplón y uno de los reos políticos más jóvenes, quien, pese a trabajar arduamente en la construcción del túnel, finalmente se queda afuera, debido a sus heridas producidas por dicha pelea, en la cual, en todo caso, él sale vencedor.
Una última consideración: El afiche oficial de la película puede inducir a confusión, pues aparece Benjamín vicuña llenando la imagen, por sobre todos los demás protagónicos. Y no es así, en la cinta hay varios personajes muy destacados/as, a modo de ejemplo, resalto la inmensa labor de Roberto Farías, quien compone un personaje (Jiménez) muy metido en su rol, con liderazgo, fortaleza mental y física y sarcástico con gendarmes y autoridades.

Me gusta (0) Reportar

Muy interesante me resultó esta cinta ya que está basada en hechos reales, casi a finales de la dictadura militar chilena en los años ochentas 49 presos políticos deciden escapar de la cárcel cavando un túnel de ochenta metros con tan sólo un destornillador y varios vasos de metal, tarea que les llevo cerca de un año aproximadamente, lo curioso es que ni los policias ni los demás presos comunes percataron de estas maniobras, sin dudas una muy buena película para conocer lo que hacían los nefastos dictadores amparados en una ley pisoteada por ellos mismos, buenas actuaciones y destaco la de Benjamin Vicuña, a los demás actores no los conocía pero lo hicieron muy bien.

Me gusta (0) Reportar