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Mítica cinta del cine español con una banda sonora conocida como el ¨Dabadabada¨, una armonía tan cutre como pegadiza, la verdad sea dicha. La historia protagonizada por Gracita Morales y Rafaela Aparicio es muy aburrida y conserva unos valores que duelen ver y escuchar a estar alturas de la vida, pensar que en aquella época se tenía esos pensamientos trogloditas me turban. Cierto es que no todo es grotesco y que se vierte algún que otro buen valor, pero que una monja, que supuestamente va dando clases de moralidad, toque el timbre de una señora que abre la puerta mostrando la cara amoratada por los golpes que ha recibido por parte de su esposo y que la del hábito le diga, que es una débil, que tiene que aguantar y a saber qué es lo que ha hecho para recibir mil y un mamporrazos... Duele demasiado el alma. Luego la monjita es conocida por conducir mal y por dar cobijo a niños desamparados. La historia en sí es muy aburrida, y la voz de Morales chirría demasiado, cuando películas de estos años siempre me digo que hubiera sido para mi, imposible vivir ahí.

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