Jonny, vástago de un petrolero, es mancebo circunspecto cuyo padre lo disciplina puesto que quiere que coja su ejemplo y llegue a ser lo que él, en tanto que ignora la vida de la mocedad. En una de estas sugiérele el querer vivirla, por lo que al beneplácito de su padre vase a la feria donde jugando a disparar, unos rateros le increpan mofándose de sus buenos modales- aún hoy esto que está en boga está mal visto, de cagarse…-, a lo que respóndele con puñetazo tal que hace admirar al asilvestrado. Por ello, el gamberro ofrécele su amistad, lo que Jonny acepta y presto invítales a una cena, luego descubre cuáles son sus modos de divertirse que no son ejemplares. El incívico mozo que es repartidor de leche en cuyos esparcimientos invade junto a su cuadrilla de mamertos y más invitados, casas cuyos amos están ausentes en los que no vacila en hurtarles relojes, asimismo, crúzase en el camino con un señor que pídele auxilio para arreglo del carro con el cual luego accidéntase a las puertas de la casa del señor donde Jonny conoce a su hija, moza de rubio cabello de la cual se enamora y entre sus otras vivencias, vase a buscar trabajo en ordenanza de su padre para redimir su culpa y accidente y pagar así la deuda del carro, cosa que, como otras, su progenitor le profesa como enseñanza para ser en la vida hombre noble, trabajador y honrado. Pues en tales desventuras y redimires cantos de Jonny escúchanse de la mano de Joselito, cuya voz ya empezaba a dar señales de cambio y por ello fue, insensiblemente apartado como basura del cine.

Es, pues, historia de buenos valores y de enseñanza sobre como ser trabajadora y honrada persona, por el contrario, la película no está tratada con mucho gusto y por ello termina sin entusiasmar del todo.

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