Ficha El Chacotero Sentimental


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Críticas de El Chacotero Sentimental (1)




mahotsukai

  • 18 May 2018

8



Probablemente una de las 5 películas más emblemáticas del cine chileno que se llevó la ovación no sólo en Chile sino también de los críticos internacionales, basado en el programa radial, “El Chacotero Sentimental”, que se convirtió en un fenómeno social.

“El Chacotero Sentimental” es un popular programa radial chileno, que se ha emitido de forma constante por la Radio Rock&Pop (1996-2000) Radio W y 40 principales (2002-2005) bajo el nombre alternativo de “El Club del Cangrejo” y Radio Corazón desde 2006 a la fecha, que tiene el formato de consultorio sentimental y sexual de los auditores que llaman para contar sus experiencias y solicitar un consejo a Roberto Artiagoitía, alias “El Rumpy”, quien suele ostentar un estilo desenfadado, directo y bastante histriónico.

Transmitido generalmente entre las 14:00 y las 16:00 horas, la “típica hora del almuerzo y el reposo” en Chile, “El Chacotero Sentimental” se transformó en un fenómeno mediático que poco a poco adquirió ribetes sociales al dar cuenta de aspectos idiosincráticos de la sociedad chilena, como el reconocido afán del chileno de reírse de todo, jactarse de sus proezas sexuales y exagerar sus relatos, haciendo uso de un particular, barroco y jocoso del lenguaje, el español informal de Chile, que en muchos casos necesita de traducción, incluso para público de América Latina.

De esta forma, no es de extrañar que el particular carisma de Artigoitía -que guste o no patentó un estilo identificable y único- y un formato que encontró la clave en el anonimato, fluidez y espontaneidad de la radio, terminaran por convertirse en un fenómeno mediático que debía ser llevado a la gran pantalla tarde o temprano, y así lo entendieron el propio Artigoitía, el productor Alejandro Castillo y el director Cristián Galaz, para traer esta antología de relatos íntimos, de naturaleza principalmente tragicómica, cuyo componente temático esencial es la sexualidad y las relaciones humanas a partir de ella, pero también explorando otras temáticas como la infidelidad, la violencia intrafamiliar, el incesto y otros temas polémicos, que no dejan indiferente a nadie.

En concreto, una antología de 3 relatos independientes, pero de similar temática narrativa, que fueron escogidos por su interés y simbolismo dentro de un vendaval de historias que se escuchan en “El Chacotero Sentimental”, algunas de ellas cómicas o dramáticas, memorables o prescindibles, que pueden llevar a la risa fácil como a la reflexión más grande, todo rematado con una canción que “El Rumpy” dedica al protagonista, después de expresar sus opiniones y señalar sus consejos. Una fórmula que en el formato radial había demostrado ser eficiente y exitosa, pero que en el formato cinematográfico asomaba como una empresa arriesgada, sobre todo en el formato de relatos cortos, en donde siempre está el riesgo en la desigual eficacia narrativa de cada segmento respecto del conjunto.

La primera historia, “Patas Negras”, es decididamente el mejor comienzo que el film pudo haber tenido. En ella, Juan, un joven sureño que vive en Santiago, establece una fogosa relación con una promiscua chica. En un viaje al sur de Chile, para una reunión familiar, descubrirá que la chica coincidentemente es la esposa de uno de sus primos, tras lo cual deberá lidiar con el gusto de la chica por la adrenalina de ser descubiertos y el chantaje de su hermano menor, que descubre el affair.

Protagonizada por Daniel Muñoz (“El Desquite”, 1999; “Taxi para tres”, 2001) y Lorene Prieto (“B-Happy”, 2003), esta historia derrocha frescura, picardía y cinismo por doquier, a través de un trama jocosa e increíble, que no tiene miedo ni siquiera de reírse de sí misma y que se refleja en la idea de Galaz de autoparodiarse con el anuncio comercial del condón. En cierta medida, esta historia funciona porque enfrenta a la sociedad chilena a su intrínseco gusto por lo morboso, aunque signifique que se le exponga a su eterna doble moral sobre la infidelidad, la condena hacia terceros y la justificación propia. Así, inmerso en un laberinto de situaciones tan complejas como fortuitas, en que tanto el suspenso como el humor van de la mano, Galaz remata con la forma más cínica posible un clímax en donde nadie termina molesto.

Muñoz y Prieto aportan con la dosis exacta de picardía y cierta vulgaridad que la historia requiere, uno de los grandes clásicos de la infidelidad en los chilenos, el adulterio familiar, además de manifestar una gran química, que hace de sus escenas sexuales un momento más bien hilarante que otra cosa. Miriam Palacios (“Sussy”, 1988; “Caluga o Menta”, 1990; “Coronación”, 2000) y Fernando Farías (“El Desquite”, 1999; “Cachimba”, 2004), por otra parte, muestran las enormes capacidades que tienen para la comedia, al interpretar al padre y tía de Juan, acaso los mejores epítomes del padre pícaro y la tía metiche clásicos del Chile más popular.

Para continuar, en lugar de poner una pausa, Galaz pisa el acelerador y se despacha con la mejor historia de las tres, titulada “Secretos”, que cuenta la complicada relación que dos hermanas tienen, tras el suicidio de su madre, y que tiene al padre de ambas como centro del conflicto. Una verdad muy cruda, que está lejos de poder ser una historia ficticia, y que da cuenta del calvario de la protagonista en pos de reconocer finalmente una verdad a la cual siempre estuvo confrontada pero nunca se atrevió a encarar.

En “Secretos”, Galaz da cuenta de sus habilidades como director para sumergir al espectador en el oscuro manto de la hipocresía y el conservadurismo social de la tradicional familia chilena, que está dispuesta a hacer la vista gorda a la degeneración en pos de evitar el quiebre y destrucción completa familiar. Sin duda es que es bastante arriesgado cruzar la línea de comedia a drama de golpe, pero Galaz acierta a la hora de recordar al espectador que las relaciones humanas son esencialmente tan espontáneas como impredecibles.

Aunque algo hiperventilado por momentos, cabe destacar naturalmente el duelo de actuaciones de Ximena Rivas (“Bombal”, 2012; “Neruda”, 2016) y Patricia Rivadeneira (“Caluga o Menta”, 1990) que claramente demandó más cámara, pero que se ve ajustado por la exposición del origen del problema. También vale la pena destacar la interpretación de Claudia Celedón (“La Nana”, 2009; “Gatos Viejos”, 2010) quien encarna a la madre de ambas hermanas, que termina suicidándose tras descubrir un escabroso secreto.

La tercera y última historia, “Todo es cancha”, pudo haber sido la mejor de todas al proponer una esencia equilibrada de géneros, tragicómica, pero falla un tanto en la estructura de su historia. Este relato muestra las peripecias de una pareja que vive de allegados con sus padres y otros familiares, para encontrar momentos de intimidad. La organización de otros vecinos que están en la misma situación para organizar “turnos” para tener sexo, los llevará a pasar más de una vergüenza, pero al mismo tiempo reflexionar sobre su propia relación de pareja.

El guión de esta historia se basa evidentemente en el clásico de la antología erótica italiana “Bocaccio 70” (1962) de Mario Monicelli, Federico Fellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica, pero ciertamente Galaz no tiene la genialidad de los maestros italianos ni sus interpretes son tan notables para la comedia, lo que no signifique que sea un relato mal llevado. Lamentablemente, el problema radica en que la historia nunca despega del todo y basa su regular tránsito en la comicidad de sus personajes secundarios, como el típico viejo pícaro jefe de taller, el vecino con mal genio y la abuela sabelotodo.

Tamara Acosta (“El Desquite”, 1999; “Machuca”, 2004) y Pablo Macaya (“Tres noches de un sábado”, 1999), Mía y Johnny respectivamente, pudieron haber tenido mejor química, pero ciertamente funcionan como pareja joven, que comienza a sufrir las consecuencias de no tener una vida sexual activa, condicionada por algo que parece muy anecdótico, pero que termina por gatillar una crisis de pareja. En el reparto secundario, conviene destacar a Patricio Bunster (“Johnny 100 pesos”, 1993; “Subterra”, 2003) como Don Octavio, jefe de taller mecánico donde trabaja Johnny; Alejandro Trejo (“Taxi para tres”, 2001; “Subterra”, 2003; “Machuca”, 2004) como Richard, el presidente de la junta de vecinos; Hugo Medina (“Sussy”, 1987; “Johnny 100 pesos”, 1993; “El Desquite”, 1999) como el jocoso vecino “El Loro”; y Anita Reeves (“La Nana”, 2009) como la mamá de Johnny.

La pregunta que el espectador, chileno preferentemente, se hará sin duda es por qué un programa radial y, en concreto, una película de este tipo se convertiría en la película más vista en la historia del cine chileno en su momento. Y las respuestas están evidentemente en la psicología morbosa del chileno, que coquetea entre el deseo del pícaro y la condena difamatoria al pecador. Por ello, no es de extrañar que la gran mayoría de la gente que gusta de las historias de “El Chacotero Sentimental” no son personas dadas a consumir prostitución o practicar la infidelidad, y tampoco gente con un sentido demasiado conservador de la moral, sino gente normal, que suele proyectarse en estas historias porque nunca ha asumido la valentía o el descaro (dependiendo de cómo se vea) de vivir estas experiencias.

El guitarrista del grupo “Electrodomésticos”, Carlos Cabezas, fue el encargado de musicalizar el film, quien aporta con una partitura esencialmente alternativa basada en cuerdas, en donde destacan algunos cortes como “Lo que quedó del rey”, “Un pez” y “Maldita”, y la inclusión de canciones como “Haciendo el amor” de Tropical Sound. También destaca la canción “Maldita de noche”, interpretada por cabezas y producida por Álvaro Henríquez, líder de Los Tres.

Cabe destacar que “El Chacotero Sentimental” (1999) fue premiada en varios festivales internacionales de cine, como Bogotá (2000), el Chicago Latino Film (2000), Viña del Mar (2000) y los MTV Movie Awards, Latin American (2001), siendo estrenada internacionalmente en el Festival Internacional de Cine de Huelva, España, en 2000.

“El Chacotero Sentimental” (1999) fue, hasta la aparición de “Sexo con Amor” (2003) de Boris Quercia, la película más taquillera de la historia en Chile e ícono del nuevo cine chileno, con evidente esencia satírica, desinhibida y enfocada en cuestiones más sociales, a diferencia de la tendencia política a fines de los 80s e inicios de los 90s. Tuvo una secuela “Radio Corazón” (2005), dirigida por el propio Roberto Artiagoitía, “El “Rumpy”, notoriamente inferior en calidad narrativa e impacto mediático.

En definitiva, una película sólida y entretenida, que derrocha frescura y afronta con notoria eficacia el desafío de mostrar los problemas más cotidianos de la gente común, como es lo asociado a la sexualidad y la relación de pareja. Cristián Galaz, por lo demás, tiene la personalidad necesaria para ser tan cínico y pícaro, y tan cruel como reflexivo se puede ser. La evalúo con un 8.5.



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