Ficha Ajuste de Cuentas

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Críticas de Ajuste de Cuentas (1)




Mad Warrior

  • 11 Jun 2020

6



Hay muchas razones para quitarle la vida a un hombre, que sean éticas o no es otra cuestión. Y es que el ser humano siempre se convierte en presa de sus más primarios instintos cuando se trata de cumplir una venganza.

A lo largo de los años 90 la industria del cine intentó reavivar la llama del ¨thriller¨ apoyándose en unos cánones estilísticos y formarles ya asumidos para la imaginería colectiva y a cuyos tradicionales principios se pretendía rendir tributo a la vez que se planteaba una renovación de esas mismas formas, y seguramente con más ahínco desde que Tarantino reiventara los códigos del cine negro sin salirse de los límites de su universo con las monumentales ¨Reservoir Dogs¨ y ¨Pulp Fiction¨. Uno de los actores que el público más asocia al director volvería a protagonizar otra incursión de puesta en marcha del género.
Y es que alguien con la presencia y la energía cruda de Harvey Keitel no precisa mucho para mimetizarse a la perfección con el imaginario del ¨thriller¨ y habitarlo como si de una criatura feroz e implacable moldeada a partir de la costilla de James Cagney, Humphrey Bogart, Lino Ventura o Robert Mitchum se tratase. Esta vez, a través de un guión firmado por el productor Ken Solarz, le dirige el británico John Irvin en su regreso a EE.UU. y al cine de acción e intriga tras desenvolverse en el marco del drama, el humor más elegante y negro y entre escenarios de época con ¨El Pico de las Viudas¨ y ¨Un Mes en el Lago¨.

¨City of Industry¨ da comienzo, como su título indica, en la ciudad, entre los rascacielos y las grandes y ruidosas industrias que triunfantes se erigen sobre una sociedad sucia y pobre guiada por la corrupción, la violencia y la codicia cuyos seres se mueven como espectros o monstruos entre las sombras que proyecta cada uno de sus recovecos en penumbra. En este entorno hostil y venenoso, que remite a la irrenunciable identidad de los prefijados escenarios urbanos y de los estereotipados y no así extraños, atractivos y cercanos personajes del cine negro más clásico, planean su atraco a una joyería de la soleada Palm Springs un equipo de expertos ladrones.
Como se nos ha demostrado una y otra vez a través del cine y la literatura hay dos formas esenciales de narrar una historia sobre un atraco: o centrándose en su preparación, que suele abarcar la mayor parte del argumento, o mostrarlo al inicio del mismo reparando en los acontecimientos posteriores, que como también nos ha demostrado la historia a través del cine y la literatura, suelen no ser muy buenos para los implicados (también hay casos como el de ¨Reservoir Dogs¨, cuya influencia en la película que nos ocupa salta a la vista, donde se prefiere enseñar el antes y el después pero nunca respondiendo al qué).

Irving y Solarz se deciden por lo primero. Así, al metódico aunque precipitado y arriesgado atraco, que por momentos recuerda al de ¨City on Fire¨ e incluso remitirá al perpetrado por Pike y sus chicos en ¨Grupo Salvaje¨ (el arrojo de Lee de querer hacerlo ¨en plan vaquero¨ es un indicio), seguirán una serie de consecuencias producto de la codicia derivada de Skip, repulsivo personaje que ya despertaba nuestra duda y nerviosismo desde que aparece en pantalla y del que no nos hacen falta muchas pistas para saber que será el que de la vuelta a los planes de Jorge, Lee y Roy, hermano del anterior y único en escapar de la traición cometida por su socio.
Varias esposas pierden a sus maridos y varios hijos a sus padres, y Roy es el verdugo que en sus nombres, y en el suyo propio, se propone iniciar una letal e imparable cruzada de venganza a la que no pondrá fin hasta personarse ante Skip y arrancarle el alma en cuyo avanzar descenderá de forma ineludible a su propio abismo hasta convertirse en poco menos que un monstruo desprovisto de compasión y sediento de sangre (bien reflejado en ese encarnizdo reencuentro en el que el protagonista decide no gastar ni una sola bala para castigar al traidor).

De por medio traficantes de armas, mafiosos asiáticos, gángsters de tres al cuarto que se creen señores del hampa, atractivas chicas sin cerebro convertidas en juguetes, familias heridas, pubs saturados por el olor del alcohol, el humo y el sudor de las strippers, chorros de sangre que caen sobre el frío asfalto en mitad de la noche, balas incrustadas en el cuerpo, persecuciones en carretera, un implacable, repugnante, triste y sombrío universo en el que Irvin nos sumerge sin concesiones, pues como Flynn, Winner o Siegel, va directo al grano y sabe que la única manera de arrastrarnos a él y presentarnos a sus personajes es de la manera más áspera y brutal posible.
Ese es quizás el mayor atractivo del film, su honestidad, simplicidad y su pretensión humilde y directa que no busca ir más allá de lo que va a contarnos ni enseñarnos. Honestidad que hallamos también en el papel de Harvey Keitel, que lo interpreta como al Larry de ¨Reservoir Dogs¨, cuya misión, sentimientos y rabia interior ya conocemos; magnético actor al que acompañan la preciosa Famke Janssen, un correcto Timothy Hutton, el muy (pero muy) repulsivo Stephen Dorff y una joven y explosiva Lucy Liu en uno de sus primeros papeles.

Heredera del cine de atracadores de toda la vida e impregnada del espíritu de Burnett, Leonard, Thompson y Westlake (abundan las similitudes con ¨The Hunter¨), con ¨City of Industry¨ Irvin regresa a los tiempos de ¨Ejecutor¨ y ¨Con su Propia Ley¨ aferrándose al cogollo más vigoroso y fatalista del ¨noir¨ sin quebrantar sus códigos, elementos ni itinerarios argumentales.
Realizada en los 70 habría sido pasto de las sesiones dobles de cine barrio junto a algún ¨thriller¨ de Bronson o Marvin, lo que afianza su condición de intriga de una época ya pasada colmada de esos tipos duros y ásperos capaces de rebasar cualquier límite por dinero. Una época que se atisba más lejana pero que gracias a títulos como éste podemos recuperar de vez en cuando.



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