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El título del largometraje puede dar lugar a un malentendido indeseable. La película es ¨thai¨ pero de ¨fighter¨ tiene poco... Lo único que le faltaba era tener a Frank Cuesta haciendo un cameo mientras le grita al cámara.
Simon Kook demuestra talento para las artes marciales, realiza unas cuestionables pero salvables coreografías que recuerdan mucho a las de Tony Jaa, aunque menos espectaculares. Es además, el interprete que mejor actuación muestra de todo el reparto, y eso dice bastante de la película. Para ser más concretos, su guión está escrito en la mitad de una hoja de papel, prácticamente se dedica a soltar galletazos desde que hace acto de presencia, y esto sin gritar tan siquiera. Resumiendo: Sin él, la película podría ser lo más absurdo que he visto en bastante tiempo.
Es mejor no mencionar a sus compañeros de reparto... Cada uno es peor que el anterior, actuaciones ridículas repletas de diálogos descabellados.
La historia no tiene demasiado sentido. El microchip pudo entregarlo en cualquier momento, sin darse a ver en lugar de salir huyendo y poner en riesgo a sus amigos, incluso estés pudieron entregarlo por él.
La parte final se vuelve sobrenatural, Kook es invencible, le queman vivo y sigue repartiendo tortas a diestro y siniestro... Eso sí, el pelo ni arde, aunque su cara se desfigure y su ropa se haya calcinado... Una tremenda locura.
No me esperaba lo que vi. Y el doblaje al castellano, de lo peor...

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