Ficha Operación Ogro

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Críticas de Operación Ogro (2)




Mad Warrior

  • 3 Apr 2022

5



Un 20 de Diciembre el estallido de una bomba en el corazón de Madrid sacudirá los cimientos de nuestro país...
Y claro, muerto el general, ya se pueden tratar espinosos temas en el cine, y por supuesto se hizo a través de esta hazaña.

José Luis Madrid fue el primero con la decente ¨Comando Txikia¨, pero quedaría totalmente relegada al ostracismo ya que pocos años después Gillo Pontercorvo dispondría su propia versión de los hechos. Tema serio el de este nativo de Pisa que se uniría al Partido Comunista y después a los partisanos antifascistas del Norte de Italia con poco más de 22 años; cuando llega su momento de gran éxito al cine es debido, por supuesto, a sus enfoques políticos, su crítica feroz e ideología visceral, que unido a un estilo crudo y realista le daría su enorme ¨Batalla de Argel¨, aunque ya desde la durísima ¨Kapo¨ supo plasmar bien en pantalla sus obsesiones e inquietudes.
Esta saga de la revolución viene a rematarla con su particular visión del atentado en un momento en que España sigue sufriendo con violencia los asesinatos de la izquierda abertzale más sangrienta, en lo que será una coproducción con reparto y equipo interracial y de presupuesto ajustado. El director, por eso de no pertenecer a la raza española, levanta rápidamente la mirada y su bendición sólo corresponde a esos guerreros armados que han de servirse de su fe ciega para ganar el derecho a disfrutar de su propia tradición al margen de los gobiernos fascistas que se abalanzan sobre toda cultura.

El cara a cara, bastante grotesco, entre dos alumnos vascos y un cruel profesor nos basta para comprender a qué dirección va enfocada ¨Operación ¨Ogro¨ ¨. Pontercorvo esboza a los terroristas de modo heroico e incluso romántico, presentando los resortes de la intriga, que pasarán de un secuestro y chantaje a un asesinato, totalmente desde su punto de vista; aunque la principal es la del radical Txabi, que cínico y receloso cuestiona la efectividad de todas esas maniobras de sus compañeros; inútiles si se trata de hacer despertar las ¨mentes adormecidas¨ de un país por la acción del fascismo.
Esta falta de imparcialidad en el discurso del cineasta es un claro escollo para lograr entretenerse con los ribetes de intriga y suspense que nos va ofreciendo el argumento, extraído del libro de la catalana Genoveva Forest, aquella celebérrima asesina que participó en varios atentados pero se libró de sus crímenes en 1.977 gracias a la amnistía (y llegó a ser senadora). La falta de objetividad es cargante y tanto más repulsiva cuanto que se defiende por medio de la melancolía proyectada por los revolucionarios; el personaje de un firme Eusebio Poncela siente náuseas al ver una Madrid cuyos ciudadanos disfrutan de sus vidas sin importarles el yugo del franquismo, así como los de Gian María Volonté y Saverio Marconi.

Todos a su alrededor son ciudadanos corrompidos o ignorantes; habrá un atisbo de compasión con el obrero sindicalista ayudado por Txabi, que claro huye de una policía despiadada y brutal (¿es que acaso es necesario aquí conocer de cerca a las fuerzas del orden?), y con la niña gallega (Ana Torrent) que siente simpatía por sus vecinos vascos. Los demás no tienen valor; ni rastro de imparcialidad hace ir al film tan derecho hacia esa conclusión cabezota y radical, pero romantizada, que constituye un instrumento casi perfecto de propaganda en favor de los extremistas defensores del asesinato como algo noble cuando se lleva a cabo en favor de una causa que ellos creen justa (la historia está contada desde el punto de vista de unos criminales desheredados, heridos en espíritu y orgullo y no poco chiflados, así que cualquier incongruencia ética y moral puede resultar lógica).
Así, el espectador desligado de ideales políticos izquierdistas y extremos será incapaz de empatizar con tales protagonistas. Y asimismo de poder introducirse en la película libre de prejuicios, difícil resistirse pues el cineasta emplea las técnicas de suspense más hábiles a niveles emocionales impactantes; pese a una narración sujeta a idas y venidas en el tiempo que no la benefician salvo para subrayar cierto cariz épico en los hechos, no le falla el pulso al sr. Pontercorvo para arrastrarnos al corazón de la intriga y la acción, al estilo de clásicos como Huston, Walsh o Hawks, desarrollando toda la tensión alrededor del atentado contra Luis Carrero Blanco, paradigma del anticomunismo y el poder antiliberal y antidemocrático.

Un defensor-visagra del Régimen el cual debía ser extraído del marco político para librarse de los anclajes de la Guerra Civil y el fascismo (pero el director decide distanciarse de cualquier trasfondo social); toda la preparación del ataque, entre túneles y escondites, se especifica con detallada minuciosidad, y el italiano hace por arrastrarnos a ambientes asfixiantes, sucios y grasientos, reforzados gracias a la terrosa y áspera fotografía de Marcello Gatti y la partitura del genio Morricone, lírica y descorazonadora, hasta el instante catártico de la explosión. Y si bien Poncela lleva todo el peso del drama y Volonté se gana la figuración más honesta, es José Sacristán, contenido y sobrio, el que más destaca en esta segunda mitad de la trama.
Si bien un servidor le tiene menos respeto y cariño al verle participar en una obra de tales discursos, posiciones e ideologías, como al resto. ¿Se nos insta a sentir compasión?, delibero; por alguien que como un cobarde dispara por la espalda y huye desde luego no, ni piedad ni compasión. Ni para esos asesinos terroristas obcecados con la anarquía y la destrucción como herramientas para lograr la paz y la libertad; sólo hay hierro en la muerte de los que a hierro matan (que se lo digan a José Miguel Beñarán).

¨Operación ¨Ogro¨ ¨, por cierto, logra el éxito internacional pero provoca el disgusto del público, la crítica, incluso del sector izquierdista y de la misma Forest...



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Parnaso

  • 6 Aug 2019

4


Se cuenta el proceso de la instalación de una bomba en la calle Claudio Coello de Madrid de mano de E.T.A. para que estalle el coche en el que acude cada día Carrero Blanco a la iglesia. La primera parte me parece que está mejor lograda que la segunda porque esta se hace un tanto espesa y en consecuencia larga. Los que doblaron las voces, olvidaron poner acento euskaldún a todos los etarras, enorme fallo. El proceso y el modus operandi es interesante de ver, lástima que no todo el metraje lleve el mismo pulso del principio, hubiese sido más interesante.



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