Ficha El Crisol

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Críticas de El Crisol (5)




mahotsukai

  • 11 Aug 2020

8



Destacable drama histórico dirigido por Nicholas Hytner y protagonizada por Daniel Day-Lewis y Winona Ryder.

Massachussetts, 1692. En el pueblo puritano de Salem, un grupo de jóvenes mujeres es acusado de practicar la brujería. La cabecilla del grupo, la caprichosa Abigail Williams aprovechará de volcar el cada vez más brutal clima de histeria colectiva hacia John Proctor y su esposa, con quienes tiene cuentas que ajustar.

Los infames Juicios de Salem (1692-1693) fueron una serie de procesos judiciales realizados durante el periodo de colonización de Estados Unidos en las aldeas de Ipswich, Andover, pero principalmente en Salem, siempre en la actual Massachussetts. Los juicios comenzaron cuando la hija del Reverendo Samuel Parris, Betty Parris y su prima, Abigail Williams, realizaron acusaciones de brujería contra tres mujeres, la esclava de los Parris, Tituba, la confictiva terrateniente Sarah Osburne y la indigente Sarah Good. Sin embargo, lejos de ser un caso aislado de tres acusadas, el clima de alucionaciones, histeria colectiva, paranoia y acusaciones antojadizas llegó a tal extremo que condujo a la encarcelación y juicios por brujería de entre 200 y 300 personas, y la ejecución de 19 personas, 14 mujeres y 5 hombres.

Rica y detalladamente documentados en su época, los Juicios de Salem se alzan como uno de los procesos judiciales más brutales y perversos de la historia de la caza de brujas en América. Entre sus causas, los historiadores advierten violentas luchas y disputas internas entre las principales familias coloniales como el de las familias de Putnam y Porter, representaciones brutales de fanatismo religioso puritano con fuertes componentes paranoicos, violencia endogámica contra niños y adolescentes, ergotismo o intoxicación con pan centeno fermentado con sustancias químicas naturales similares al LSD y represión y violencia de género. De hecho, las mujeres eran consideradas además de seres inferiores, como servidoras de sus esposos y carecían de mayores derechos. Y de los niños sólo los hombres estaban destinados a tener poder y derechos siempre que provinieran de familias aristocráticas, pero de cualquier manera todos los niños eran educados severamente desde temprana edad, sin permitirles disfrutar de su niñez.

Tras el gran éxito de su debut cinematográfico “The Madness of King George” (1994) por el cuál recibió un Premio BAFTA a la mejor película dramática británica entre otros premios, el reconocido director teatral inglés Nicholas Hytner se embarcó en su segundo film dramático de evidente esencia teatral basado en la obra de teatro “The Crucible” (1953) de Arthur Miller, galardonada con el Premio Tony, inspirada en los Juicios de Brujería de Salem de 1692 y como una clara alegoría a la persecución y represión macarthista de los 50s en Hollywood. En ella, Miller había denunciado el proceso de declaraciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos judiciales corruptos y listas negras encabezados por el senador Joseph McCarthy durante 1950 y 1956 contra personas sospechosas de profesar la ideología comunista como una verdadera “caza de brujas”, que en el caso de la meca del cine se tradujo en una brutal persecución, represión, destrucción de carreras y exilios de grandes actores y directores.

La obra llevada al cine con anterioridad en 1957 por el francés Raymond Rouleau en una adaptación de Jean Paul Sartre, y a la televisión en 1959 por Henry Kaplan y en 1967 por Alex Segal, esta vez fue guionizada por el propio Arthur Miller y por lo mismo se alza sin duda como la más fiel y potente guionización de su propia obra, por cuanto conserva intactos sus innegables atributos como historia trágica, desgarradora y amarga como pocas sobre la intolerancia y la ignorancia, la envidia y la venganza, el capricho y la muerte, reflejo cruel y despiadado del lado más oscuro de nuestra naturaleza humana.
Y es que nadie mejor que el propio Miller para llevar esta vez al formato cinematográfico un relato realmente agrio y perturbador que, aunque dramatiza un evento verídico ocurrido hace ya más de 3 siglos, no deja de establecer interesantes paralelismos con otros hechos contemporáneos de naturaleza similar, que dan cuenta de una historia cíclica.

Puede que la década de 1990 pareciera guardar muy poca relación con los escabrosos hechos de la caza de brujas en los incipientes Estados Unidos de América de fines del siglo XVII, e incluso alejada ya de la infame persecución macarthista de la década de 1950 en Hollywood. Sin embargo, Miller encontraría a fines de siglo y milenio la oportunidad única no sólo de plasmar como siempre había querido su obra en formato cinematográfico en colaboración con uno de los dramaturgos y directores de ópera británicos más renombrados, director artístico del Teatro Nacional de Londres, sino también la plena libertad tanto ideológica como artística de la cual no pudo disponer durante décadas, luego de ser acusado, hostigado, multado y sentenciado por actividad subversiva durante años por su supuesta actitud antiamericanista.

Miller había sido tan crítico de “la caza de brujas” anticomunista que había terminado de forma abrupta no sólo su amistad con el icónico director Elia Kazan, considerado por muchos como uno de los grandes traidores de Hollywood al acusar y entregar al Comité de Actividades Antiamericanistas de la Cámara a varios de sus colegas, sino también encontraría en estos tiempos razones suficientes para volver a contextualizar “la caza de brujas”, esta vez a fines del siglo XX. Conocido por su intenso activismo político social, y luego de criticar por supuesto el Macarthismo, el Marxismo (al cual tuvo cierto acercamiento en un principio) y la intervención estadounidense en Corea (1950-1953) y Vietnam (1955-1975), Miller advertiría los mismos paralelismos en la reciente intervención de Estados Unidos en Irak en la Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991) y la constante deshumanización de la sociedad estadounidense reflejada en los constantes tiroteos de civiles, intolerancia religiosa y la violencia racial cotidiana.

De esta forma, en “The Crucible” (1996) Miller y Hytner logran imponer un estilo narrativo dinámico y elocuente desde un inicio, con esa sugerente secuencia del aquelarre en los bosques de Salem que inicia como un inocente baile de adolescentes reprimidas sexualmente y que termina en un acto brutal contra un animal de sólido simbolismo que despertará la histeria colectiva y el posterior infierno de paranoia y venganza. De la misma forma, el guión es rico en detallar el ferréo control social ejercido por los hombres respecto de sus esposas, hermanas, hijas, sobrinas, nietas e incluso esclavas en las actividades cotidianas e incluso la representación ideológica de sus creencias, pero principalmente en retratar la represión sexual hacia las mujeres a quienes se les sindica como seres corruptibles y responsables generadoras de los posibles deslices extramaritales de los hombres a ojos del fanatismo puritano.

Curiosamente, no es lo único que podría esperarse de una sociedad profundamente hipócrita que disfraza la lujuria brutalmente reprimida por un enfermizo y falso moralismo. Resulta especialmente interesante como estudio psicosocial la forma en cómo ciertas personas, con indudables habilidades de manipulación, logran estudiar, primero, a aquellas personas con evidentes debilidades emocionales y, segundo, manejar sus conductas para sus propios intereses y caprichos. En ese sentido, el personaje de Abigail Williams, perfectamente interpretado por Winona Ryder (“Bram Stocker’s Dracula”, 1992) se alza como epítome de lo que es esta habilidad emocional y lo materializa con la obsesión sexual que la chica desarrolla hacia el personaje de John Proctor. Si bien Miller y Hytner utilizan el caprichoso comportamiento de Abigail como semilla para la desgracia personal y comunitaria, en realidad no lo hará desde una perspectiva religiosa ni mucho menos genérica, sino como un brutal, aunque esperable vehículo liberador de represiones, venganzas y disputas internas que mantiene el pueblo como una olla a presión.

Ahora bien, con las acusaciones de Abigail y sus amigas, el sistema social no es que termine por abogar por su valoración como mujeres o algún dejo de feminismo a fines de los 90s, sino que lo hace porque en el fondo lo que busca es el (re)establecimiento de una ideología opresora por el bien común de toda la sociedad, aunque sea de forma pasajera y profundamente conveniente en términos sociales. No deja de ser interesante este punto que pretende establecer cierto espejismo narrativo sobre el rol que el papel de la Ryder termina por asumir, desde la desdeñada y frágil apariencia que la sobrina de Parris acosada por demonios muestra en el inicio del entuerto, hasta el poderoso y decidor papel que controla en el epílogo cuando se da maña hasta de poner en tela de juicio al mismísimo juez Thomas Danforth, en una interpretación tan irritante como cargada de malicia, quizás la mejor de su carrera.

En su contraparte, observamos al personaje de John Proctor, el cual, por supuesto, termina por ser retratado con bastante más idealismo que la antagonista principal, su objeto de pasión y perdición del campesino interpretado magistralmente por el triple ganador del Oscar, Daniel Day-Lewis (“Gangs of New York”, 2002). Evidentemente inspirado en sí mismo en el hecho de que Miller se negó a entregar nombres ante el Comité de Actividades Antiamericanistas por el que fue declarado culpable ante el Congreso en 1957, John Proctor alcanza la redención de sus pecados de adulterio, los de Abigail y los de su esposa Elizabeth, a través de su propio sacrificio, recurriendo a un último despojo de dignidad humana a la hora de vender a sus amigos para salvar su propia vida. La secuencia de la confesión de sus pecados ante el tribunal está cargada de una fuerza interpretativa que resulta tan impactante como impotente para el espectador que debe aceptar el desenlace porque es lo que su personaje ha finalmente decidido.

Puede que “The Crucible” (1996) tenga en Day-Lewis y Ryder dos pilares realmente impecables que sustentan la trama, pero es necesario destacar el acierto en la elección del reparto secundario, que incluye a Joan Allen, Karron Graves, Paul Scofield, Bruce Davison, Rob Campbell, Peter Vaughn y Jeffrey Jones. Allen (“The Ice Storm”, 1997) interpreta a la cándida y fiel esposa de Proctor, Elizabeth, con una delicadeza que se contrapone a la impestuosa performance de Ryder, mientras que Graves (“The Good Shepherd”, 2006) regala una convincente interpretación como la atribulada Mary Warren, empleada de los Proctor manipulada brutalmente por Abigail. Por su parte, tenemos en el quinteto masculino a grandes y experimentados actores que dan cuenta de la variedad de caracteres, intereses y disputas internos de la comunidad de Salem. El trío de Paul Scofield, Bruce Davison y Rob Campbell, por su parte, representa de gran forma los diferentes estamentos sociales de peso en la comunidad, el primero en el amargo pero incansable buscador de la verdad, el Juez Danforth; el superticioso y confrontacional Reverendo Parris, que tiene un feudo especial con Proctor; y el racional Reverendo Jefe Hale, que inútilmente lucha por traer a la cordura a la comunidad, respectivamente. Por su parte, el veterano Peter Vaughn (“Brazil”, 1985) y el siempre eficiente Jeffrey Jones (“Beetlejuice”, 1988) dan vida a la pugna entre Giles Corey y Thomas Putnam, en donde el segundo utiliza el fanatismo religioso de la comunidad para hacerse con las tierras de Corey.

Debido a su formación dramatúrgica y teatral, no es de extrañar el extraordinario trabajo escénico que Hytner y sus diseñadores de producción Lilly Kilvert (“The Last Samurai”, 2003) y de arte John Warnke (“Bettlejuice”, 1988) lograron para construir acertados y creíbles sets para traer a la vida a la antigua Salem de fines del siglo XVII. La mayor parte de la acción se lleva a cabo principalmente en la iglesia del pueblo y los salones adjuntos de justicia, en donde el futuro director de “The object of my affection”, 1998) da cuenta de la conocida austeridad y represión emocional e intelectual de la población con edificios simples y carentes de toque hogareño, esencialmente funcionales. El trabajo de fotografía del británico Andrew Dunn (“Miss Potter”, 2006), por su parte, refuerza precisamente esta idea, por una parte, de un clima y tierra hostiles y, por otra, de la dificultad de los puritanos por desarrollar una vida feliz y libre, en contraposición al estricto puritanismo religioso que pregonaba el castigo divino que se traducía, a su vez, en la pérdida de cosechas, el mal clima y la muerte de ganado.

La banda sonora de “The Crucible” (1996) fue compuesta por el talentoso músico británico George Fenton (“Gandhi”, 1982; “Shadowlands”, 1993) quien privilegió sonidos clásicos de flautas y violines que transitan de melodías sosegadas a otras muy dramáticas y derechamente violentas, conforme el tranquilo pasar de los habitantes de Salem se convierte en un infierno.
“The Crucible” (1996) fue filmada entre septiembre y noviembre de 1995 principalmente en Massachussets, en los condados de Salem, Danvers, Plymouth, Ipswich y Beverly. Las escenas de los bosques fueron grabadas en Shelburne, Nueva Escocia, Canadá. Fue estrenada el 27 de noviembre de 1996 y aunque se ganó en general la aprobación de la crítica especialmente por las grandes interpretaciones de Daniel Day-Lewis y Winona Ryder, no tuvo mayor éxito comercial recaudando apenas US$7,5 millones a partir de una inversión de US$25 millones.

En contraparte el film obtuvo varias nominaciones a diferentes premios internacionales, entre las que destacan dos nominaciones al Oscar, mejor actriz (Allen) y mejor guión adaptado; dos nominaciones a los Globos de Oro al mejor actor de reparto (Scofield) y mejor actriz de reparto (Allen); dos nominaciones a los BAFTA, mejor actor secundario (Scofield) y mejor guión original; una nominación al mejor actor principal (Day-Lewis) del Círculo de Críticos de Nueva York; tres nominaciones en los Satellite Awards, incluido mejor guión adaptado; dos nominaciones y el premio a la mejor actriz secundaria (Allen) en los Critics’ Choice Awards; y una nominación a la Asociación de Críticos de Chicago a la mejor actriz de reparto (Allen).

En resumen, una interesante, cruda y bestial recreación de los hechos que llevaron a uno de los episodios más infames de la historia del último milenio, en donde los sentimientos y creencias más perversos como la ignorancia, la intolernancia, venganza y la obsesión surgieron como un recordatorio de lo fácil que es romper la línea de la cordura y la demencia.



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Miguel Arkangel

  • 27 Nov 2017

9


Seres humanos dogmáticos e hipócritas con poder, persiguiendo y abusando de otros seres humanos, que piensan distinto y no tienen poder. La lujuria reprimida de los beatos. Histeria y celos de mujeres insatisfechas emocionalmente. Hombres que sienten envidia por los bienes materiales que poseen otros hombres. Estamos viendo la realidad política del siglo XVII o la del siglo XXI? Ha cambiado en algo la humanidad a lo largo de los siglos?

“EL CRISOL”, dirigida magníficamente por el inglés Nicholas Hytner, y protagonizada con talento por Daniel Day-Lewis, Wynona Ryder y Paul Scofield, es un excelente reflejo de la hipocresía, el abuso de poder y el fanatismo; gracias a la pluma y al pensamiento del genial Arthur Miller, quien quiso escribir una metáfora sobre el fanatismo de los pioneros puritanos y un símil con la paranoia anti izquierdista y la famosa “caza de brujas” del Macarthismo en contra de todo aquel que piense distinto a los dogmas del gobierno de EEUU.

Una película que nos recuerda que hoy, como ayer, la locura colectiva, el miedo al “otro”, al “diferente” y la venganza pueden superar a la razón, a la justicia y la verdad, pero que la dignidad inquebrantable del hombre, como el ejemplo que nos da John Proctor, siguen siendo invencibles.



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[email protected]

  • 20 Nov 2016

10


Excelente, una de las mejores películas de los 90 sin ninguna duda. Una película que remarca de forma crítica el fanatismo religioso, las persecuciones ya sean étnicas o políticas y la locura que todo esto conlleva. Las actuaciones son excelentes y los actores no pueden estar mejor elegidos para sus respectivos papeles, todos los personajes son muy distintos unos de los otros; se diferencian tanto en su apariencia física cómo en su forma de ser, actuar y en su psicología. La película es muy hablada, desde que empieza hasta que termina es puro diálogo y el 90 porciento de lo que dicen es importante para poder entender la trama por lo que siempre hay que estar atento. El guión es excelente, tiene ganchos todo el tiempo por lo que nunca aburre. Las fotografía es magnífica, quizás un poco exagerada pero esta exageración es aceptada porque toda la película tiene cierta exageración en lo que sucede. Me encantó que la luz tenga diversos colores, en los interiores suele ser roja y en los exteriores azul, estos colores son bien notorios, una luz poco realista pero que es la que va con la película. Las locaciones también son magníficas, todas locaciones con mucha onda. El maquillaje también es exagerado, se nota mucho el maquillaje en los actores pero como dije anteriormente no molesta ya que toda la película es así. Los movimientos de cámara y la puesta de la misma también están muy buenos, se nota que hay una buena búsqueda en eso. En fin, realmente me encantó, excelente, más que recomendable.



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glalk

  • 9 May 2012

6


Una buena pelicula que demuestra la crueldad del ser humano y la estupideces que se cometieron en el pasado por el fanatismo a una religión, que hasta el mismo Dios se debió quedar asustado al ver la seguera en que estuvo sumergida la humanidad en aquella época.

Si es cierto q la peli es muy larga pero muy entretenida y con una historia que engancha y te hace pensar mucho

Con momentos muy desesperantes y angustiosos nos muestra la realidad de una forma muy cruda, la realidad de la tan aclamada iglesia católica.

Tambien cuenta con buenas actuaciones, fotografia, ambientación, etc, muy recomendable. Le doy un 8



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RRemolacha

  • 24 Feb 2012

7


Este filme me dió mucho miedo a la vez que me lo hizo pasar muy mal, justo porque está basado en hechos reales y a uno se le queda la sangre de horchata viendo cuan cruel, imbecil y ciega que puede ser la raza humana.

Quizás la vi demasiado larga y con interminables dialogos, que aunque a mi parecer ninguno sobraba y todos eran magnificos, la alarga demasiado y nos hace bostezar un poco, yo personalmente le habria quitado media hora de dialogos aunque habria ido en detrimento de la representación histórica de los hechos.

Buena ambientación, buenos actores que consiguen unos dialogos y escenas angustiantes al 100%.



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Críticas: 5


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