Con la corona nuevamente en peligro, esta vez usurpada por el regente de un rey niño, los alegres compañeros del bosque de Sherwood vuelven a la acción, esta vez liderados por el simpático retoño del ya viejo héroe.
La estela del archiclásico de Fynn-Curtiz, “Robin De Los Bosques” (1938), viene a marcarla por completo, lo cual no quita para que no posea las suficientes peculiaridades para suscitar interés. Chispeante historia de amor, villano solvente de los muy malísimos, y ritmo adecuado con emocionante final; todo ello en los colorines pioneros, propios de la época.
Pedro Otero Serrano
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Con la corona nuevamente en peligro, esta vez usurpada por el regente de un rey niño, los alegres compañeros del bosque de Sherwood vuelven a la acción, esta vez liderados por el simpático retoño del ya viejo héroe.
La estela del archiclásico de Fynn-Curtiz, “Robin De Los Bosques” (1938), viene a marcarla por completo, lo cual no quita para que no posea las suficientes peculiaridades para suscitar interés. Chispeante historia de amor, villano solvente de los muy malísimos, y ritmo adecuado con emocionante final; todo ello en los colorines pioneros, propios de la época.
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