¨¿Si quiero llegar lejos me voy a fijar en mi dentista?¨.

Sí, la verdad es que uno se tendría que buscar una meta mucho más elevada, pero quizás Humphrey Bogart también sea demasiado, aunque para Allan Felix no hay nadie más duro y seductor que él. Él es el perfecto caballero y a la vez el tipo frío por excelencia, que no ha conocido a una mujer que no se mereciera una bofetada en la boca o una bala del 45 y que cree que con silbar es suficiente.
¿Quién no querría ser como Bogart?

Así le rendía su sincero y particular homenaje Woody Allen en ¨Play it Again, Sam¨, referente más que claro del clásico ¨Casablanca¨, su obra de teatro que estrenó en 1.969 y que se llegó a convertir en todo un éxito en los escenarios. En dicha obra ya interpretaba al tipo neurótico, patoso, un tanto patético pero carismático que ya desde siempre ha caracterizado a sus personajes, y además en el reparto estaba acompañado de Diane Keaton, Jerry Lacy y Tony Roberts, quienes volverían a aparecer en el film. La historia concernía al pobre Allan, quien, tras el fatídico divorcio de su mujer, se encuentra sin ánimos para conquistar a otras, pero con la ayuda de sus amigos Dick y Linda, y del espíritu de Bogart que siempre se le aparece para darle algún que otro consejo, conseguirá convertirse en el perfecto seductor...aunque sus planes se torcerán un poco por el camino...
Pocos años después el proyecto fue reconvertido en largometraje para la Paramount, sólo que no fue realizado por Allen. Se dice que éste se lo ofreció a Herbert Ross ya que todavía no era muy bueno dirigiendo, y eso que ya contaba con tres películas a sus espaldas.

Ciertamente ¨Sueños de Seductor¨ aparece como un paréntesis en la primera etapa del amigo de las gafas de pasta, en un momento en que por lo que más se distinguía su cine era por esas disparatadas parodias satíricas llenas de mala leche que nada tienen que ver con esto. Aquí de algún modo vemos el preámbulo de lo que serán futuras obras como ¨Annie Hall¨ o ¨Manhattan¨, donde predomina un estilo mucho más sobrio, más pausado, con gusto por los planos largos y los movimientos de cámara más cuidados, que se diferencia horrores de esos planos tan cerrados de rostros y movimientos muy rápidos que tanto le gustaban a Allen. Se ven por primera vez a personajes de clase media-alta que van a museos, que son muy cultos en música y arte, que no dejan de hablar de neurosis y psiquiatras, y esa comedia de enredo de parejas tan creíble (a pesar de los toques surrealistas que adornan a la trama) que formaría parte del cine del neoyorkino ya para la posteridad.
Aunque, a pesar de que tras las cámaras esté otro nombre y no el suyo la historia es de quien es y eso salta a la vista. Woody puede que trate una historia romántica con un humor más ligero de lo habitual, pero es su humor, plagado de diálogos hilarantes e ingeniosos y aunque fluya lentamente hay muchos momentos que son algunos de los más graciosos de su carrera, destacando aquel de la escena en el salón donde están Linda y Allan con Bogart aconsejando a éste para que la seduzca y caiga en sus brazos. Que gran actor que es Jerry Lacy, ¿eh?

Aunque no sólo los momentos graciosos son dignos de recordarse sino también ese maravilloso y puramente dramático final en clave de parodia/homenaje a ¨Casablanca¨, el cual sólo alguien como Allen podría lograr y con una frase que considero mítica: ¨la verdad es que tú no eres muy alto y sí bastante feo, pero yo soy también lo bastante bajo y feo como para tener éxito por mí mismo¨. En efecto, y es que el secreto para triunfar no consiste en ser como otros, sino en ser uno mismo.
Nos lo enseña con mucho gracejo y franqueza Woody Allen, señoras y señores.

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Una de tantas comedias de Woody Allen que son agradables de ver de su primera etapa.
Esta,sin embargo,es un tanto más seria y serena que,por ejemplo,otras como ¨Bananas¨,¨El Dormilón¨ o ¨Todo lo que Usted quiso saber sobre el Sexo...pero Nunca se atrevió a Preguntar¨.
Resulta bastante interesante y te hace pasar un rato pero bien entretenido.

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