Ficha El Cura ya Tiene Hijo

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Críticas de El Cura ya Tiene Hijo (1)




Mad Warrior

  • 12 Jun 2020

3



La enrevesada peripecia en la que se metió aquel simpático, torpón y bonachón párroco de Villamar pareció gozar de un ¨happy end¨ tan convincente que nada malo se podría esperar que sucediera estando tan bien atados los cabos como estaban...¡pero la vida siempre nos da sorpresas!

De las cinco o seis películas que dirigiera Mariano Ozores en el año 1.982 (sí, ese era más o menos su ritmo de rodaje, como artesano consumado), entre las que se halla una de las más divertidas del dúo Andrés Pajares/Fernando Esteso, ¨Todos al Suelo¨, y un éxito de taquilla sólo con el primero, ¨Cristobal Colón, de oficio Descubridor¨ (que todavía hoy me pregunto cómo es posible que lo fuese), estrenó una de sus colaboraciones más lucrativas con el bueno de Esteso, ¨El Hijo del Cura¨, tanto que el productor José María Reyzábal estaría pensando en si se podía repetir la experiencia.
A poco más de dos años, cuando el realizador ya había dado carpetazo a la alianza Pajares/Esteso/Ozores con la entrega más floja de la enealogía, ¨La Lola nos lleva al Huerto¨, se volvería a unir con Esteso para retomar (si es que se podía) la historia de Justo, aquel pobre cura que acaba metido en unos enredos tremendos por culpa de las acusaciones de una joven sinvergüenza y maliciosa hasta decir basta; si hacemos memoria, y como nos irán contando los personajes por si acaso nos habíamos olvidado de ello (qué recurso más pobre), Justo, con el favor del pueblo, y Ludovico se marchaban de Villamar mientras la joven pareja se preparaba para casarse...

Pero todo eso sólo fue producto de un sueño, pues ni quedan las cenizas. Nada más comenzar ¨El Cura ya tiene Hijo¨ pareciera que Ozores va optar por una táctica muy fácil: trasladar los acontecimientos de la primera película a otro escenario, cambiando la costa por la montaña y poniendo a otra joven en el lugar de Matilde, sin embargo no cae en una trampa tan burda y decide practicar una serie de malabares un tanto increíbles (por absurdos); lo primero que hace es introducir una intriga en la cual una madre cazurra, sinvergüenza y chiflada como ella sola, pretende recuperar al hijo que dio en adopción.
Pero luego no lo quiere, pero luego sí, pero no (así estará durante todo el metraje), y su pobre niño no puede ir a parar en otras manos que en las de Justo, ahora viviendo en paz en un pueblo de la sierra y cometiendo las mismas torpezas. Es este bebé dado bajo secreto de confesión el que vuelve a iniciar el enredo, llevando al cura a buscar a Matilde y volver sobre sus propios pasos, acompañado cómo no de Ludovico, a Villamar para deshacer el entuerto, donde el guión, lejos de repetir esquemas, nos presentará al mismo pueblo en su más negativo reverso.

Ahora el que era alcalde está trabajando en la iglesia, la que era monja ha colgado los hábitos, el ama de llaves del cura, aún comunista, tiene como ídolo a un político de derechas, el alguacil que también era comunista ahora se ha pasado al otro partido, el médico se ha jubilado y ejerce su hijo, incluso el prostíbulo está dirigido por otra mujer; Ozores trastoca aún más el ambiente tan humilde y tradicional del típico pueblo español a la vez que desata la confusión entre los protagonistas, dando a un bebé la identidad de otro y haciendo que Matilde, que nunca se casó, no quiera resolver el problema, torturando más al pobre Justo.
Y éste, mientras tanto, siendo víctima de su vocación y de la profesión que ha elegido al aprovechar todo el mundo la mínima oportunidad para revelarle algo bajo secreto de confesión, actitud comprensible pero que por otra parte acaba resultando irritante, pues el agobio constantemente sentido por el protagonista se contagia al espectador. Aun así poca orginalidad hallamos en esta historia que de manera torpe ha pretendido hacer el director demasiado enrevesada, añadiendo personajes secundarios innecesarios y plagiando casi punto por punto la trama del anterior film.

Trama en la que Ozores, por eso de tener que encandilar más al público, añade al humor costumbrista y satírico de la historia efectos y elementos más dados al disparate, casi en la línea de ¨Agítese antes de Usarla¨ (si no ya me dirán a mí lo de los amuletos mágicos) conduciendo el absurdo hacia un clímax calcado de ¨El Hijo del Cura¨ (hasta los espectadores de la reunión serán los mismos: el abuelo y su nieto homosexual), pero eso sí, con mucho más barullo y menos gracia; el momento en que los párrocos y el cardenal han de disfrazarse y hacerse pasar por golfos es un tanto patético. Y para rematar el nivel erótico-festivo del film será casi inexistente (ni de eso tiene...).
Con más resignación que entusiasmo, Esteso se vuelve a meter en la piel de Justo, quedando su papel casi en segundo plano para resaltar más los de los infalibles Antonio Ozores y Juanito Navarro, cuyos diálogos y momentos son lo mejor de la película. La ausencia de José Sazatornil se intenta disimular con grandes actores como Alfonso del Real o Ángel Ter, pero el efecto no es el mismo, y Lucía Peralta y una África Pratt insoportable tampoco pueden llenar el vacío que han dejado Nadine Rochex y Beatriz Escudero; la sobrina del director sigue en su línea, desquiciante.

¨El Cura ya tiene Hijo¨ es un buen ejemplo de lo desnortado que se encontraba el sr. Mariano a mediados de los 80, cuyo nivel de ingenio y humor en sus obras iría decreciendo más y más. De algún modo el director parecía estar perdiendo el tino.
Lo más destacable, como ya he dicho, son las escenas con Ozores y Navarro. Una en particular: la conversación en casa del alcalde cuando el obispo se bebe el aguardiente por equivocación.



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