Ficha El Calzonazos

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Críticas de El Calzonazos (2)




Mad Warrior

  • 4 Jan 2022

6



¨Hasta ahora era un pobre hombre que no se atrevía a levantar la voz...pero ahora sí. ¡Ahora ya puedo levantar la voz si quiero, y la espada si hace falta!¨.
Y es que cuando un hombre se ha visto oprimido durante mucho tiempo no queda más que una solución: contemplar como estalla su locura y todos se arrodillan por fin ante él, y empezando, cómo no, por el seno del hogar...

Porque como dijo aquél, ¨un hombre que no es respetado en su casa no puede ser respetado en ningún sitio¨. Dilema espinoso el planteado si lo ponemos en opuesto platillo a los ideales de la sociedad actual, esa dominada desde las negras tinieblas de una izquierda cada vez más arrasadora y de esperpénticos seres autoproclamados progresistas que no dejan de ser el modelo perfecto de esa élite pseudointelectual que no acepta más ideas que las suyas y que convierte todo lo mostrado en la España ¨anterior¨ en farragosidad fascista y misógina. El bautizado cine casposo.
Una vez más da en la llaga el sr. Mariano Ozores, odiado y despreciado en estos tiempos contemporáneos. Su objetivo es el papel del hombre dentro del hogar en una de las muchas obras que estrenó en aquel fructífero 1.974, donde hallamos otras igual de entretenidas como su éxito ¨Fin de Semana al Desnudo¨ o ¨Señora Doctor¨ (en la cual tocaba también un tema controvertido, visto desde la óptica opuesta al de la que nos ocupa). ¨El Calzonazos¨ remite a la famosa obra de teatro ¨La Locura de don Juan¨ del alicantino Carlos Arniches Barrera (muy adaptado al cine) y que Mario Lugones ya había convertido en película en 1.948.

Casi treinta años después el sr. Vicente Coello se encarga del libreto y es la primera colaboración de Ozores con un Paco Martínez Soria absolutamente consagrado dentro de la comedia española costumbrista; aquí toma el relevo del genial Enrique Serrano en el papel de Juan. La voz de un narrador dicharachero nos presenta a este protagonista en su delicada situación, un señor que estaba tan tranquilo en su pueblo como farmacéutico y decidió casarse, pero con una mujer déspota y autoritaria, tanto que el papel de ¨cabeza de familia¨ de él quedó relegado primero y aplastado después, y más con la llegada de la cuñada.
Qué situación la propuesta por el director cuando muestra a este hombrecillo apocado en sus fases de sometimiento a la figura de la esposa; algo que en los tiempos de antes producía vergüenza propia y ajena y que hoy día ni se contempla el discutirlo, ¡porque en la sociedad actual se predica la igualdad, claro! (o eso es lo que nos quieren meter en la cabeza...pero por una oreja y con martillo). El personaje tan moralizante, casero, conservador y afable interpretado por Soria en sus otras comedias es aquí objeto de mofa y chufa, y por unos personajes que se alzan a su alrededor esbozados a partir de los trazos más cínicos y repulsivos o simplemente patéticos.

Y no son las grandes ambiciones de la esposa, Matilde, ni el asqueroso temperamento de la cuñada, Ricarda, lo que lleva al límite al protagonista, sino la pedida de mano de su hija Regina por un individuo mentiroso y sinvergüenza que sólo lo hace creyendo que la familia posee gran fortuna, pero todo eso sólo es un error. Esta es la gota que colma el vaso y con la intervención del médico personal de Juan, Ozores nos guía a través de una alocada farsa donde éste, en un giro inesperado, toma posesión de su casa, iracundo, aunque ni él mismo sepa que está siendo presa de un engaño ya planeado a sus espaldas.
Si en la ficción (televisiva, literaria, cinematográfica) de la sociedad actual la liberación femenina es el tema principal a debatir (y no nos libramos de ello aunque queramos), el director nos sacude con lo contrario: una liberación masculina contra diferentes fuerzas opresoras (la femenina en especial) que sitúa a aquél que la ejerce al filo de convertirse en una bestia, un loco peligroso. Juan, sin embargo, conoce y acepta su tremenda fragilidad pese a la falsa estratagema que debe mantener, siendo su único deseo el ser respetado y comprendido (razón de más para sentir compasión por el personaje).

Ozores provee a su relato una gran fluidez narrativa y la velocidad que acostumbra a sus films, avanzando hacia una atmósfera más disparatada conforme la fingida esquizofrenia de Juan empieza a dominar su hogar y el temor a sus seres queridos, incapaces de aceptarle ni entenderle; una suerte de dr. Jekyll de bajo estrato que para ser tratado como un ser humano ha tenido que inventarse un mr. Hyde que no sabe que a quien va a devorar primero es a sí mismo. Equívocos y farsas cuyo desarrollo irá a parar a un clímax bastante descacharrante (también en la línea del cineasta), y todo para hacernos ver lo gran cómico que es Soria.
Pues nadie más que él sería capaz de escupir los diálogos de Coello y Ozores con tal desparpajo, ni imitar con ese gracejo que le caracteriza sus histriónicas expresiones y gestos; Soria es único, una vez más lo demuestra. A su vera, un puñado de buenos actores, algunos grandes del cine patrio (pero en unos personajes repelente) como Emilio Gutiérrez Caba, Emilio Laguna, Alfredo Mayo, Florinda Chico, Alfonso del Real y un joven Luis Varela haciendo de golfo. La palma se la lleva una Mari Carmen Prendes a la que no importaría agarrarla de los tobillos y lanzarla por la barandilla del balcón.

Pasarían seis años hasta la siguiente colaboración entre el director y Soria (¨Es Peligroso Casarse a los 60¨), la segunda y la última, pero sin duda muy satisfactorias para los amantes de esa comedia española amargamente llamada ¨tardofranquista¨.
Por otra parte, un guantazo en las narices de los ofendibles miembros de las generaciones actuales y otros defensores muerdealmohadas de lo políticamente correcto, que la repudiarían a ojos cerrados. ¡Ésos, ésos sí que son unos auténticos calzonazos!



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Parnaso

  • 6 Apr 2021

4


Entremés de poca gracia. Teniendo como premisa una idea fresca de un hombre que no tiene poder para dar órdenes, llama a un médico que le ofrece un placebo haciéndole creer que tiene esquizofrenia para así atemorizar a sus súbditos y así poder mandar a sus anchas. El film transcurre en un mismo lugar, el ritmo es atropellado y siendo de Mariano Ozores, no podía ser de otra manera, se nota a mil leguas que está hecho a trocimoche, asimismo, no hay muchos momentos de humor y finalmente se hace pesada.



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