Chaplin pagó gran parte de la película con dinero de su bolsillo: se calcula que gastó un millón y medio de dólares, sin contar que él mismo, descontento con el departamento de marketing de United Artists, organizó la première de Los Ángeles alquilando el novísimo Theater (aún en uso) y pagando por la publicidad.
Las vocecillas que se oyen al principio eran todas Chaplin, aparentemente usando un mirlitón para que fueran ininteligibles.
El que sería oscarizado editor Robert Parrish fue un extra infantil bastante experimentado y aparece aquí como uno de los repelentones vendedores de periódico que le tiran guisantes a Charlot. El perfeccionismo de Chaplin lo hacía alucinar: ¨Chaplin era un derviche. Disparaba un guisante desde la cuña, haciendo mi papel y el del otro vendedor. Salía corriendo y reaccionaba como si el guisante le hubiera dado, después volvía y tiraba otro guisante. Después hacía el papel de ciega de Virginia Cherrill. Después era Charlot. Entonces empezaba a enseñar a los extras qué tenían que hacer. Todo el mundo miraba mientras hacía todos los papeles. Y cuando creía que la cosa iba a funcionar, nos devolvía a nuestros papeles de mala gana… Uno cree que hubiera preferido hacerlos todos él solo.¨
Winston Churchill se dejó caer por el set, lo que causó que Chaplin parara el rodaje para poder rodar un reportaje de la visita.
Una sardónica Virginia Cherril cuando se le preguntó si el salidísimo Chaplin le tiró los tejos durante el rodaje: ¨Yo tenía 20 años. A Charlie le gustaban más jóvenes¨.
A la première americana acudió como invitado Albert Einstein. El físico, que no se caracterizaba precisamente por dejar ver sus sentimientos, acabó la película lagrimeando, lo que causó una enorme satisfacción personal a Chaplin.
En la première londinense, el invitado especial de Chaplin no fue menos célebre: el escritor George Bernard Shaw.
Parece ser que la escena final requirió exactamente 342 tomas hasta que Chaplin quedó satisfecho.
Fuera de la pantalla, la relación de Chaplin y Cherril fué muy hostil.Chaplin llegó incluso a despedirla
- Como es bien sabido, el rodaje de Luces de la Ciudad fue uno de los más difíciles de la carrera de Chaplin por diversos motivos: su enfermizo perfeccionismo que le hizo alargarlo hasta prácticamente dos años, la presión de estar haciendo un film mudo durante el sonoro y su difícil relación con la actriz protagonista Virginia Cherrill.
- Cherrill en realidad no tenía ninguna experiencia como actriz. Chaplin la descubrió casualmente una noche que acudió a un combate de boxeo y decidió hacerle una prueba. Al parecer el motivo por el que decidió contratarla tras la prueba era que sabía poner expresión de ciega con toda naturalidad, sin poner los ojos en blanco ni fingir demasiado.
- Chaplin tuvo problemas con ella pagando con creces la decisión de haber contratado a una mujer sin experiencia interpretativa. Por ejemplo, Chaplin dedicó días enteros a ensayar y repetir la sencilla escena inicial en que la ciega le ofrece una flor a Charlot para conseguir que el ritmo y los gestos de Cherrill fueran exactamente los que él buscaba.
- El conflicto estalló en el rodaje de la escena final. Chaplin sabía que ésa sería la escena más importante y difícil de toda la película: el reencuentro entre el vagabundo y la chica ciega, que ahora ha recobrado la vista pero no le reconoce hasta que le coge de las manos. Cherrill, que cumplía con su cometido pero sin implicarse en la película, tuvo la desafortunada idea de pedirle a Chaplin que le dejara marcharse antes el día del rodaje de esa escena por tener hora en la peluquería. Para Chaplin eso resultaba intolerable, necesitaba la implicación total de su equipo para una escena de ese calibre, y más de la actriz que la protagonizaría. Esa fue la gota que colmó el vaso.
- Su respuesta fue afirmativa, podía irse antes sin problema si lo deseaba. Cuando Cherrill llegó a su casa recibió la noticia de que había sido despedida. Ese mismo día se llamó a Georgia Hale, la actriz de La Quimera del Oro, para sustituirla.
- Aunque él y Georgia se entendían a la perfección, Chaplin tuvo que rendirse a la evidencia de que no podría interpretar a la florista. Se hicieron más pruebas a otras actrices como por ejemplo a Marion Marsh, quien años después tendría bastante éxito, pero fue en vano.
- Se volvió a llamar a Virginia Cherrill para preguntarle si estaba interesada en reincorporarse al rodaje. La actriz, como venganza, accedió a cambio de que le subieran el sueldo. Chaplin aceptó.
- Durante el rodaje prácticamente no se dirigieron la palabra salvo para lo estrictamente necesario, es decir, darle a la actriz indicaciones sobre cómo interpretar sus escenas.
La música de éxito La Violetera compuesta por José Padilla, popular en París, Londres y Nueva York es el hilo conductor de la película y, como recuerda en sus memorias el director, inspira el film. Fue cantada igualmente por Raquel Meller. Chaplin la conoció cuando triunfaba en una gira por Estados Unidos, e intentó sin éxito incluirla en el reparto de su película. Incluye la música sin reflejar la autoría del auténtico compositor por lo que José Padilla interpone el correspondiente pleito que gana en París.
La película ocupa el puesto número once en la lista de las cien mejores películas elaborada por el American Film Institute en el año 2007.
Cuenta el actor español Tony Leblanc que un día, viendo la película, se dio cuenta de que la melodía era La Violetera y no se mencionaba al autor y fue él quien avisó al maestro Padilla, que a partir de ahí inició los trámites para el pleito que interpuso.
La música de éxito La Violetera compuesta por José Padilla, popular en París, Londres y Nueva York es el hilo conductor de la película y, como recuerda en sus memorias el director, inspira el film. Fue cantada igualmente por Raquel Meller. Chaplin la conoció cuando triunfaba en una gira por Estados Unidos, e intentó sin éxito incluirla en el reparto de su película. Incluye la música sin reflejar la autoría del auténtico compositor por lo que José Padilla interpone el correspondiente pleito que gana en París.
El combate de boxeo es el mismo de “El Campeón”, pero depurado, perfeccionado y estilizado por los años.
Curiosidades: 18
bigladiesman
Durante la première en el nuevo y flamante Los Angeles Theater, el director del mismo, H.L. Gumbiner, creyó que sería buena idea parar la peli a la mitad y ponerse a decir por un altavoz: ¨Antes de continuar con esta maravillosa comedia, querríamos tomar 5 minutos de su tiempo para indicarles las bondades de este hermoso cine nuevo...¨.
Según confesión propia, Chaplin saltó de su butaca absolutamente furioso y corrió hacia el vestíbulo, donde empezó a gritar: ¨¡Que me traigan a ese estúpido hijo de puta del director!¡Lo voy a matar!¨. Entretanto, el público empezó a patear el suelo y a abuchear a Gumbiner, que tuvo que retirarse disimuladamente. La première prosiguió sin más incidentes.
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