Ficha Los Chulos

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Críticas de Los Chulos (2)




Mad Warrior

  • 12 Jun 2020

7



¨¡Tan chulo es el que explota a las mujeres como el que quiere que la gente entre en el Cielo a empujones!¨. Qué gran verdad; la sociedad en la que vivimos está plagada de chulos, en la política, los medios, los distintos sectores, incluso en la misma Iglesia. ¿Quién se salva?

Hay directores, como el gran Mariano Ozores, que bien valen una reivindicación. Hoy en día, en esta época de supuestas libertades (de expresión y sexual), y de obsesión ya enfermiza por lo políticamente correcto (qué contradicción, miren ustedes), las películas de antes, las que se realizaban hace cuarenta años o más, se observan desde la distancia con repulsión, incomodidad y hasta miedo, y más las comedias españolas, sin entender realmente la época en que se estrenaron y sin sir más allá del contenido erótico que pudieran tener. Pura caspa, así se las califica despectivamente.
En efecto, eran comedias, desenfadadas y absurdas, pero tampoco ocultaban la importante burla que hacían de la sociedad y la política del momento. Pues de las nueve colaboraciones que el sr. Ozores tuvo con Pajares y Esteso, la pareja que en los 80 le haría ganar dinero como nunca antes (aunque también dirigió títulos con cada uno, por separado), niguna quizás se ha mostrado tan literal, tan directa a la hora de criticar los vicios y perversidades de la sociedad de nuestro país de aquella década como ¨Los Chulos¨, siguiente producción tras la memorable (y la mejor de la enealogía) ¨Yo Hice a Roque III¨.

Producción que el director no haría bajo el respaldo de Ízaro Films, sino bajo el del productor y colega José Luis Bermúdez de Castro. Desde el inicio (no muy fácil de digerir debido a que se trata con humor) podemos comprobar que esta película no posee el mismo tono, simpático y ¨luminoso¨ de la anterior mencionada o ¨Los Liantes¨; el rostro de una chica asustada precede a un golpe que le asesta Félix, el proxeneta que la maneja, un indeseable dueño de varios negocios sucios cuya intención es abrir un cabaret en un pequeño pueblo donde se dice respetar la tradición y la honradez.
Pero como rápidamente veremos, allí estas cualidades brillarán por su ausencia. Ozores no hace por disfrazar sus intenciones, que son las de exponer una crítica absolutamente demoledora sobre los diferentes organismos y funcionarios públicos, fáciles de sobornar, fáciles de corromper; Félix, que pega a sus chicas, que se jacta de las riquezas que posee a base de explotar a otros, se gana sin mucho esfuerzo el favor y la confianza de los altos cargos eclesiásticos y del ayuntamiento. La presencia del dinero es más que suficiente; esta crítica, de casi cuarenta años de antigüedad, resulta tan actual ahora como entonces.

Y bien lo ponen de manifiesto los diálogos (como el que mantiene el obispo con el alcalde sobre los sueldos y presupuestos) y el comportamiento de los personajes (tras ofrecer sus donativos a la Iglesia, los políticos del lugar celebran en plan dionisíaco la corrupción y el vicio en el local del chulo). A la vez conocemos a Arcadio, un repelente y muy devoto seminarista recién llegado allí para trabajar con su tío, el mismo obispo; el mal encuentro que tendrán los protagonistas desata entonces una guerra abierta entre las fuerzas vivas del pueblo y las de la Iglesia por la sala de fiestas que Félix desea inagurar.
A partir de aquí es cuando la película empieza realmente, situándonos el director en mitad de esa batalla entre los dos insoportables individuos (uno representando la censura y la tradición, el otro la libertad y la amoralidad) que incluirá chantajes, sobornos, engaños, chivatazos y otras artimañas varias con las que poder triunfar (éste es de los pocos films donde la pareja protagonista son enemigos); además de hacer hincapié en la omnipresente sombra de la corrupción, bien guardada bajo la hipocresía, las apariencias y el falso respeto por las buenas costumbres, el cineasta se dedica a describir con áspera mordacidad a sus personajes.

Y lo hace presentando sin tapujos a los hombres (a todos sin excepción) como viciosos, cobardes, oportunistas y mentirosos, incapaces de decidir por sí solos ni de actuar si no es por la presencia de las mujeres, que llevan toda la responsabilidad del argumento sobre sus hombros (como veremos serán las esposas de los funcionarios quienes tengan el poder para legalizar o prohibir algo en el pueblo, será Bárbara la que aconseje y dé ideas continuamente a Félix y nadie será capaz de visionar el local de éste con tanta claridad y belleza como la chica ciega, un momento impagable...).
Está claro que mientras se condena cómo los hombres sucumben al vicio y a su propia codicia y torpeza, se celebra la astucia y decisión que poseen las mujeres, incluso las prostitutas (para que luego algunos sabios critiquen estas películas de misóginas). Andrés Pajares y Fernando Esteso, peleando para comprobar quién resulta más irritante, indecente y respulsivo, hacen malabares para ganarse nuestra simpatía, mientras que Juanito Navarro, genial de obispo, vuelve a llevarse las frases y momentos más divertidos. Éstos están junto a Florinda Chico, Alfonso del Real, Ricardo Merino, María Isbert y Adriana Ozores, en el mejor personaje después de Navarro.

La preciosa Jenny Llada, habitual del ¨destape¨, protagoniza las escenas erótico-festivas tan propias de este cine (y por las que alguno puede sentirse ofendido...); pero pese a enfocarse la trama casi todo el tiempo en un prostíbulo, el sr. Mariano no recurre tanto a los desnudos como podría esperarse.
Quizás de las menos famosas del triunvirato, ¨Los Chulos¨ no deja de ser una película con sus concesiones al absurdo, pero sin llegar al disparate al que llegan otras del director, que en esta ocasión prefiere facturar una comedia ácida, maliciosa y negra hasta el tuétano. Memorable el clímax sobre el escenario con Pajares disfrazado a lo Franco Nero y disparando contra un Esteso al borde del desvanecimiento.



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Parnaso

  • 19 Nov 2016

3


Sigo dándole candela a la filmografía de la pareja clásica compuesta por Esteso y Pajares y al mismo tiempo a la del director casposo Mariano Ozores.
Pues bien,como ya se sabe esta pareja se pasa en todas las pelis metidos en follones a la par que entre tías buens enseñando tetamen sin venir a cuento,está más que claro que estas cintas iban dirigidas a los salid@s deseos@s de ver carne fresca y rica.Como no podía ser de otra manera aquí se muestra un más de lo mismo,machismo,sexismo y caspeo por doquier.
La libertad sexual en aquella época serían para los machos,bisexuales y lesbianas porque para las mujeres heterosexuales se ponía la cosa en su contra,ella se liberaban si,pero enseñando tetas sin recibir nada a cambio,no mola.
Esta vez se une al elenco la iglesia que es el que tiene que dar el visto bueno a una sala de puterío y despendolen.
La cinta que aún siendo una casposidad enorme sin pizca de gracia(la única gracia es el cuerpo de Jenny Llada...)es añgomás entretenida que la mítica LOS BINGUEROS y AGITESE ANTES DE USARLA.

P.d.La actuacion de Adriana Ozores como invidente,para olvidar.



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