Ficha Mujeres de la Noche


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Críticas de Mujeres de la Noche (1)




Mad Warrior

  • 6 Jun 2020

7



EE.UU. ha vencido. Los centros de acogida, los hospitales y los locales abiertos para satisfacción de los invasores se alzan sobre los pedazos de una tierra reducida a cenizas.
¿Cómo sobrevivir en este caos? ¿Cómo sobrevive una mujer?

La presencia americana cambia la sociedad en todos sus ámbitos; en el cine se destruye todo film de propaganda y se prohiben las historias del Japón feudal. Esta ocupación parece aportar una reeducación positiva a la democracia, pero engendra conflictos y violencia; el orgullo por la patria es sustituido por la vergüenza de la derrota y las chicas de la calle suceden a las geishas. Kenji Mizoguchi, que no está satisfecho con su última obra, ¨El Amor de la Actriz Sumako¨, siente la necesidad de hacer una nueva incursión en el problema social para presentar la sórdida realidad de la prostitución.
Junto a Yoshikata Yoda indaga en los barrios rojos (tan bien conocidos por él al haberlos frecuentado asiduamente), comisarías y hospitales, expresando un sincero deseo de mostrar hasta qué punto los hombres son culpables de la decadencia de las mujeres; en este sentido, ¨Mujeres de la Noche¨, cuya narrativa se apoya en la novela del autor social Eijiro Hisaita, es una película expiatoria. Desde la enfermedad de su esposa Chieko, el director vive torturado por la culpa, mientras considera que las normativas gubernamentales para frenar la prostitución no acotan la realidad de la situación. Realidad que empieza a filmar desde el cielo con la panorámica de un escenario derruido y triste.

De las alturas bajamos hasta el suelo, donde la situación se aprecia mejor, para entrar en la casa de Fusako, cuyo bebé está enfermo y cuyo esposo sigue desaparecido en la confusión de la posguerra, y a quien ella sigue esperando; al quedar destruido su hogar vive con su familia política: su cuñado, la mujer de éste y su joven cuñada Kumiko. La insinuación de una anciana vendedora a la protagonista sobre qué puede hacer para ganar más dinero sirve de presagio de una tragedia próxima; el conflicto se inicia cuando ésta se reencuentra con su hermana Natsuko, que se ha abandonado a la peligrosa y denigrante vida del comercio de la carne.
Así, la idea de presentar a tres hermanas (dos de sangre y una política) como eje del relato, estigmatiza el fracaso de la célula familiar y la persistencia de lo sórdido de la sociedad, mientras el cineasta mantiene sus máximas obsesiones: la pérdida de toda ética por desesperación y la ignominia de los hombres, que contamina a las mujeres, tanto en el ambito físico (las enfermedades venéreas) como en el emocional, pues se recalca el salvajismo exacerbado de las prostitutas entre ellas, muñecas rotas, sucias, desaliñadas, brutales y chillonas, la imagen perfecta del Japón vencido. Mientras, los locales nocturnos adoptan nombres anglosajones (el Club Hollywood).

El punto de inflexión viene dado cuando la fatalidad se instala en la vida de las tres protagonistas: la muerte del marido de Fusako, la venenosa presencia de Natsuko, que seduce al jefe y posible pretendiente de la anterior, y la fuga de Kumiko para buscar su propio camino; para la primera y la tercera sólo habrá tristes resultados, mientras la segunda equilibra de algún modo la balanza de la suerte y el destino (una hermana se pondrá en el lugar de la otra y viceversa). Pero un significativo detalle hace por enfrentarse al duro discurso del director, quien ofrece una obra de una rara y desgarradora violencia.
Kumiko, muchacha que al principio trabaja en una factoría, demuestra que las mujeres pueden avanzar sin tener que lanzarse a la prostitución, a todas luces la vía más fácil para intentar salir de la miseria. Pero el director, hábil en este tema, se las apaña para que toda mujer honrada sea presa de las retorcidas y viles acciones de los hombres (y de las propias féminas callejeras), lo que en cierto modo proporcianará a éstas, ya convertidas en prostitutas, una razón para expresar su condición de víctimas ante los demás (en lugar de huir de ese mundo de vicio, corrupción y esclavitud por su propio pie).

¿Y los hombres? Como de costumbre para el cineasta: cínicos, cobardes, tramposos, infieles y brutos, aunque se esfuerza por resaltar la bondad del médico del centro de acogida y su ayudante (una excepción casi milagrosa en su cine). Entre tanto radiografía de cerca los comportamientos de la gente y las precariedades que a éstas rodean, y es que maravillado por la obra de Rossellini el japonés también se aferra a esa manera documental de situar las acciones y emociones en el contexto social, mostrando, como el neorrealismo italiano, lo esencial con un estilo directo y crudo y sin sacrificarse al lirismo poético.
Este estilo sin concesiones se eleva al paroxismo en un clímax realmente doloroso filmado sobre las ruinas de una iglesia abandonada, que invitará a Mizoguchi a abogar por un futuro más esperanzador mientras subraya el carácter de mártires de Fusako y la joven Kumiko, encarnadas por la siempre imponente y fuerte Kinuyo Tanaka (que disfruta en la piel de una mujer que ejerce la prostitución para contaminar a los hombres su enfermedad) y la no menos carismática Tomie Tsunoda, seguidos de un irritante Mitsuo Nagata (los hombre son siempre así en las películas del director) y la preciosa Sanae Takasugi.

Sinceridad, dureza y una visión corrupta y melancólica sobre el Japón del momento es todo lo que nos ofrece el maestro, pero su trabajo y las imágenes que filma vuelven a ponerse al servicio de un pesado y amargo didactismo (como en ¨La Bestia Blanca¨ de Naruse), y más aún cuando es la contestataria Tanaka la que le inspira en sus conclusiones.
Por tanto ¨Mujeres de la Noche¨ puede ser apreciada por su valor como documento histórico más que por su valor artístico o cinematográfico, sucinto y escaso. Habría que esperar a ¨La Calle de la Vergüenza¨, última obra del nipón, para que éste equilibrase el poder de su discurso con la perfección formal y estética.



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