Ficha Ellas los Prefieren... Locas


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Críticas de Ellas los Prefieren... Locas (1)




Mad Warrior

  • 5 Jun 2020

6



Si la mujer te descubre un lío de faldas pocas son las excusas que puedes argumentar antes de que un plato se te rompa en la cabeza o de que tus maletas se planten en la puerta. Pero, ¿y si por lanzar una más que convincente tu vida acaba en manos de un homosexual que resulta ser el único capaz de salvarla?

A finales de 1.975 la vida de todos los españoles pega un vuelco al fallecer el general Francisco Franco, dando por terminada así la dictadura e iniciándose una etapa de transición donde cambiarán muchas cosas, desde los asuntos políticos y comerciales hasta todo lo relacionado con la liberación de una sociedad oprimida durante tanto tiempo (aunque poco haría falta para demostrar que esa liberación resultó un tanto excesiva...). Esto viene a colación de las durísimas críticas que el director Mariano Ozores ha recibido a lo largo de toda su carrera, tachado de hacer un cine soez, chabacano y siempre ¨hablando de lo mismo¨.
En efecto el prolífico director, pasada la mitad de los 80, vería su filmografía anclada, pero en sus obras siempre lograba lanzar una mirada mordaz y ingeniosa sobre la sociedad del momento, adaptándose siempre a los cambios de ésta y a los gustos del público; eso lo demostraría en ¨Ellas los prefieren...Locas¨, coproducción realizada entre México y España cuyo guión escribía Víctor Andrés Catena (¨Por un Puñado de Dólares¨, ¨El Espontáneo¨) basándose en una pieza teatral de Harry Caine, donde se trataba de un modo muy abierto la homosexualidad, la cual empezaba a defenderse y hacerse notar tras caer el Régimen a través de importantes movimientos sociales organizados por todo el país.

La homosexualidad aún no ha sido eliminada de la Ley de Peligrosidad Social por Adolfo Suárez y todavía faltan muchos años para que ésta no sea vista dentro de los límites militares como delito con encarcelamiento obligatorio; sin embargo, pese a ser considerada una enfermedad mental y social que atenta contra la moralidad, su inclusión en el panorama cinematográfico gana terreno y se puede tratar sin tapujos (por aquellas fechas se estrenan obras tan comprometidas como ¨Me Siento Extraña¨, ¨Cambio de Sexo¨, ¨La Máscara¨, ¨Emmanuelle y Carol¨ o ¨Un Hombre llamado ¨Flor de Otoño¨ ¨, también con José Sacristán).
Ozores enfoca todo esto desde los lindes de la comedia, la comedia de enredo a la que indudablemente se le relaciona, presetándonos a Alberto, un hombre timorato que ha escalado socialmente gracias a la riqueza e influencia de su esposa Freda, hija de un adinerado empresario alemán; pero Alberto no tiene ojos para esa mujer tan autoritaria, fría y arisca con la que comparte el hogar, y busca la felicidad en los brazos de Mili. El miedo a ser descubierto su engaño deja a Alberto pocas opciones, sólo las que le brinda un amigo de su amante, llamado Pedro, quien resulta ser homosexual.

A partir de su repentina aparición, tras una de esas escenas de ¨destape¨ que ya empezaban a ser populares en el cine español aprovechándose la desaparición de la censura, éste se erigirá como absoluto maestro de ceremonias en los futuros y enrevesados acontecimientos que van a desencadenarse cuando Alberto, al fracasar en todas las excusas posibles, confiese que su amante no es una mujer, sino un hombre, y el mismo Pedro. Es cierto que Ozores se sirve de recursos tan típicos (hoy en día tremendamente mal vistos) como el amaneramiento para provocar la risa en el espectador, pero estos trucos no eclipsan los serios matices e intenciones de Catena.
Porque ni él ni el director se dedican a condenar a Pedro, sino sus personajes, hombres de pura raza española que no dejan de ser unos sinvergüenzas, cobardes y mentirosos, infieles a sus esposas y que, en última instancia, acabarán ridiculizados al creer éstas que también sienten predilección por el género masculino. Mientras Pedro, el llamado marica, desviado y degenerado por todos, es el que consigue, directa o indirectamente, cambiar la mentalidad y sentimientos de los demás y arreglar la situación de Alberto ante su esposa, quien ahora lo respeta más, y la empresa, donde logra ascender en lugar de acabar en la calle si él no hubiera intervenido.

¿Y quién es en el fondo Alberto? Otro caradura sin escrúpulos ni valor que no duda en despreciar a Pedro continuamente (le espeta insultos cada cinco líneas de diálogo) y que no obstante precisa de su ayuda para que la farsa se siga manteniendo. Con veladas concesiones a lo melodramático y haciendo gala de sus sencillas pero efectivas técnicas, Ozores construye esta farsa de identidades ocultas y enredos amorosos con el humor socarrón, la libertad sexual y la aceptación homosexual (siendo la estatua entregada al final el símbolo de ello) como principales ingredientes, donde el clásico vodevil se cruza con el estilo de las comedias ligeras europeas de la época.
Al frente de un plantel compuesto por la atractiva Tere Velázquez, Manuel Zarzo, Esperanza Roy, Pilar Bardem, Carmen Casal, Rafael Hernández y el siempre gracioso Antonio Ozores, se hallan cara a cara y demostrando sus buenas dotes interpretativas para el género José Sacristán, en un papel verdaderamente irritante, y el celebérrimo artista mexicano Enrique Guzmán, quien canta el tema principal del film y se acaba llevando, por supuesto, todos los elogios gracias a un personaje que parecerá ridículamente expuesto a simple vista pero que encierra rasgos dramáticos y trágicos.

De todo su cine de la década de los 70 (que poco le quedaba para acabarla, y de manera triunfal gracias a su encuentro con Pajares y Esteso), tan marcado por sus divertidas colaboraciones con Alfredo Landa y Lina Morgan, una película como ésta, tan agria, tan atípica, tan dada a la indefinición de géneros, no será recordada como otras obras del realizador, pero una agradable y sincera comedia sí es, y más aún por los temas que se digna a tratar...
Aunque vista en la actualidad levantará ampollas a más de uno.



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