Es injusto criticar esta obra en este año. Han pasado quince años, y el filtro de las nuevas tecnologías podría estropear la calidad de esta cinta. Seré lo más objetiva posible.

Este film, del 99, retrata una sociedad crítica llena de corrupción, odio y megalómanos dispuestos a hacer cualquier cosa por seguir manteniendo el dinero en sus arcas y su altos cargos políticos y laborales. Refleja el amor entre la comunidad humilde, el deber de ayudar al prójimo, pero también la competencia sana e insana que puede haber entre rivales y amigos. El valor de la familia por encima de cualquier cosa y el no dejar de sonreír a pesar de las dificultades. Todo eso, envuelto con chistes fáciles a lo cartoon como golpes, caídas y demás; y otros más complejos con guiños al entorno mediático y político, que sólo entenderán los más mayores. La dirección, a cargo de Holzman, Ruegger y Mills, es una puesta en escena de cómo se debe llevar un film de dibujos animados. Entretenida, amena, y como antes se ¨llevaba¨, llena, llena de canciones. Y no sólo canciones originales, sino grandes piezas de música clásica con letras pegadizas para llevar a los más pequeños a conocer algo más allá de la televisión.
Además tiene una de las escenas más dramáticas que presencié nunca en una película (de los 90).

Decir que, los que no la hayáis visto, os perdéis una de las mayores películas de la Warner (de aquellos años), y, por supuesto, si sois fans de Animaniacs, tenéis que conseguirla de inmediato.

Me gusta (0) Reportar