Cotton Club, o como mezclar el musical con el cine negro más clásico.
Lo cierto es, que en una primera instancia no alcanzaba a comprender como iban a poder ser bien combinados estos géneros tan dispares.
Reconozco que no me sentía muy atraido por la idea de la mixtura, pero procuré no prejuzgarla y me dispuse a verla.
Tras visionarla concluí que el sentimiento inicial no era equivocado, son dos géneros incompatibles, o más bien, Coppola no es capaz de cuajar la idea.

Cotton Club resulta un experimento un tanto esperpéntico y curioso.
Presenta una historia más que sólida y atractiva, y sobre todo clásica, con muchas reminiscencias e influjos del ¨Padrino¨ del mismo director.
Y todo esto se nota en el devenir de la trama, el desarrollo de la historia y secuencias ¨noir¨.
Pero cuando asistimos a los números músicales nos encontramos con que toda la tensión acumulada e intriga por descubrir de lo que se depara a los personajes, se desinfla porque a Coppola le da la gana de meternos una serie de actuaciones, sosas, aburridas y descafeinadas, que rompen con el gran ritmo que impone el resto del metraje.
Y ocurre una cosa curiosa, y es que, casi todas las escenas musicales, tienen justificación puesto que la mayor parte del largometraje transcurre en locales o salas de música, pero dichas secuencias son tan superfluas, parcas, vacias, poco espectaculares y abundantes que más que una combinación de música y cine negro, parece que vemos una cinta versada sobre la mafia pero con grabaciones de actuaciones cualquieras de la época incrustadas a lo largo del metraje.

Inclusive la banda sonora del gran John Barry se antoja en esta ocasión machacona y repetitiva e incluso en determinados momentos parece que las coreografías y la música no concuerda para nada, (sobre todo en las escenas de claqué de los dos hermanos en el club) aunque supongo que este último detalle será más reprochable al director que al compositor.

Richard Gere, que aunque nunca he sido muy devoto de este hombre, es amo y señor de todo lo que transcurre en pantalla, devorando a todos los demás compañeros de reparto, incluido un no todavía conocido Nicolas Cage ¨aka¨ Menos expresividad que una farola.
Y acompañado por una deliciosa y precisa Diane Lane, que son los dos principales vehiculos por los que transcurre la acción y que conforman una encarnación excepcional de sus personajes.

Pero desgraciadamente, Cotton Club es un fallido experimento a la hora de encarar su faceta musical pero una prometedora y finalmente resultona obra de cine negro en su otra vertiente.
Su conjunto se ve un tanto aburrido y enturbiado porque, reconozcamoslo, Coppola no sabe dirigir secuencias músicales, deviniendo en un gran contraste que empaña una intrigante e interesante historia.
Desafortunadamente, es la primera faceta aquella que más se hace notar, embruteciendo una obra que podría haber sido decididamente mejor definida y/o avenida.

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