Ficha Ginger & Rosa


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Críticas de Ginger & Rosa (1)




Juan Pablo Lopez Maggi

  • 26 Jun 2013

6


Ginger & Rosa pareciera ser una cápsula, que se podría estacionar tranquilamente en este tiempo o en otro, un film con un argumento atemporal, que incluso hoy día es un subterfugio para una actualización de sus intenciones.

Ginger & Rosa es de generar expectativas altas para aquel que leyó la sinopsis: guerra fría, amigas del alma, descubrimiento de la sexualidad. Todo muy bonito… lástima que no puede satisfacer en última instancia. El concepto que vislumbra el film es harto claro: de la superficialidad a la profundidad, de las revistas de moda a los carteles sociales; una movilidad del pensamiento que comprendió la trilogía de décadas 50-60-70. Después de la segunda guerra mundial, el mundo recobraba parcialmente su inocencia, a través de la música Doo – Woop y el Rockabilly, y el consumismo voraz.

Sin embargo, el telón de acero y la carrera armamentística eran una realidad importante amenazando con la liquidación del planeta: era vivir con la idea de un misil en nuestras cabezas. Semejante margen de peligrosidad resultaba imposible de ignorar, y aquellos que festejaban sus días en la burbuja de frivolidad poco a poco se descascaraban (o eran descascaradas) para entrar en el mundo salvaje, en extrema competencia militar-ideológica. Grupos como Los Beatles (década de los 60) sufrieron la transformación del estereotipo rosa de las canciones de amor y tonterías, a cuasi manifestarse con piezas tales como “Back In The USSR”. Bob Dylan adquirió una dosis más realista, consagrándose portavoz de una generación con “Blowin’ In The Wind”, “Masters Of War” o “The Times They Are A-Changin”.

Pero la trama de Ginger & Rosa se extiende desde la retrospectiva a la actualidad. Un círculo vicioso: la polaridad superficie/profundidad de los 50-60-70 no radica de la invasión estadounidense a Irak, o la economía mundial, o la crisis europea (España, Grecia, etc.) donde las personas se cerraron a un tipo de burbuja (¿La burbuja inmobiliaria?) en los tiempos felices, y luego cayeron a la realidad con gran dureza y sin anestesia. Aquí, dos chicas medianamente guapas se comportan como idiotas: simulan el beso lésbico (según la sinopsis oficial, “exploran su sexualidad”), consumen información inútil de las revistas y juegan como chiquillas, fácilmente el antecedente de Geri Halliwell y Victoria Beckham de las Spice Girls: una es pelirroja feminista, la otra pelo negro azabache, un hielo sensual (tranquilo, no van a cantar “Wannabe”, o “Say You’ll Be there”, ni “The Lady Is A Vamp”).

Todo este disturbio frívolo se reordena traumáticamente cuando las radios anuncian un probable conflicto a escala nuclear. Es ahí donde las señoritas se acuerdan que ser superficial es divertido (excepto la simulación homosexual que es malo; no solo distorsiona la concepción de la sexualidad, sino que fingir el lesbianismo para llamar la atención es una estupidez que solo sirve como alimento para un proxenetismo inquietante y pervertido de los hombres), pero no estaría mal preocuparse del prójimo.

Desafortunadamente, el análisis realizado hasta ahora sobre el film es interesante simplemente porque es un escrito, un artículo, una crítica sobre cine. Ginger & Rosa es agradable para el que posea un conocimiento medianamente aceptable de esa época y de cómo se vivía con miedo, además de su extensión a nuestro días; pero en el resto hay problemas en su ejecución. Es un buen argumento que se encuentra limitado por una dirección insípida, no muy preocupada por explotar el filo político de la trama (cuando por su contexto de inseguridad y amenaza nuclear, la directora debería conceder un funcionamiento de historia y política en toda regla). Tiende a trabarse sobre puntos muertos (la conversación en la cena, la conversación en el barco, etc.), es estático en vez de moverse. Buena película, pero irregular.

La crítica fue sabia en adjudicar parte del encanto de Ginger & Rosa a Elle Fanning, cuyo rendimiento es remarcable. El resto del film ha recibido un tratamiento ambiguo, marcando la debilidad de la directora Sally Potter. Tal vez es el mismo consenso estándar del tipo de cine de Europa del Este, que tiende a sobreponer en su narración la técnica estricta de dirección por sobre el ritmo. Casos como El ilusionista (film de Francia de animación) o Barbara (film alemán de la enfermera) son ejemplos de una indulgencia narrativa, filmando o mostrando la excesiva rutina de las cosas. De cualquier manera Ginger & Rosa, tanto la película como las chicas, funcionan al menos en una escala aceptable de conciencia, sea en este tiempo, en el anterior o en el próximo.



(Advertencia: esta crítica fue escrita por mí, pero ya apareció mucho antes en otra pag. WEB)

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Valórenla en Abandomoviez!!!!!! o amiguense en Face y discutan (vean información en mi perfil)!!!!!



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