Ficha Las Seductoras

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Críticas de Las Seductoras (2)




Mad Warrior

  • 7 Jan 2024

1



Desde la soleada Palm Beach el ingenioso guionista y productor ejecutivo de “Los Simpson“, David Mirkin, decide contar una historia de estafa y mentira, amor y traición, de auténticas mujeres fatales, y mucho dinero...
de hecho dudo que haya existido otra razón salvo el dinero para emprender algo como “Las Seductoras“.

Este señor, que tan buenos momentos me había dado en la serie, incluso con su primera película, la colorida y descacharrante “Romy y Michelle“, opta por lo contrario; quizás debería haberlo pensado tranquilamente ya que llegó a rechazar el guión de Stephen Mazur y Paul Guay (responsables del de “Mentiroso Compulsivo“) hasta tres veces antes de poder reescribirlo...pero si este fue el producto final no quiero ni imaginar cómo era el borrador original. Una boda que acaba en tragedia, un pazguato imbécil con la cara de Ray Liotta, Sigourney Weaver despechada, la pésima Jennifer L. Hewitt de zorra insinuante y con un escote en 4-D...
Pero la verdad se destapa y ambas mujercitas son un par de vampiresas que acaban de realizar su último “trabajo de seducción“, y este prólogo es divertido, sexy, tiene golpes de humor ácido y enredo clásico, no se sabe muy bien hacia donde irá...y va al peor lugar posible. La razón es que el guión recicla en general el trillado argumento de los seductores caraduras, y en concreto el clásico de los “60 “Bedtime Story“, rehecho dos décadas después con Steve Martin y Michael Caine sustituyendo a Marlon Brando y David Niven; lo que cambia en esta versión de siglo XXI, además de la Riviera francesa por Florida, es ese detalle que termina convirtiéndose en el mayor fallo de todos...

Porque si en el original y su “remake“ de 1.988 los casanovas protagonistas eran un elegante veterano (Lawrence) y un joven sinvergüenza (Fred) que por casualidad se encontraban y competían para seducir a una supuesta millonaria, ahora, trasladados a su versión femenina (nada original, porque las “femme fatale“ existen desde siempre), adoptan un rol familiar. La veterana (Max) es así una madre que, traumatizada por su embarazo y abandono, canaliza su odio hacia los hombres usando a su hija (Page) en el proceso de una venganza sin fin, obteniendo de ellos su dinero y jugando con su debilidad, ego y confianza.
Repitiendo Weaver a su personaje de “Copycat“ (la tipeja que decía que “los psicópatas violadores sólo se hallan entre los varones blancos de 20 a 30 años“) pero tras empacharse de programas de Oprah Winfrey, esta Max ha manipulado a Page e inculcado sus mismas creencias erróneas: que todos los hombres son iguales a aquel que la preñó y abandonó. ¿Y se supone que he de aguantarla, reírme con ella, considerarla una fémina poderosa?...¿a esta chiflada que disfruta de una vida de lujo a costa de la felicidad y el poco seso de su propia hija? Mirkin debió sufrir alguna clase de parálisis cerebral para creer esta premisa mínimamente divertida.

Y no lo es, es desagradable, mezquina y molesta. Pero una vez aparezca Tensy, el millonario podrido de Gene Hackman (la actuación más horrorosa de su carrera, por cierto...), quien sería el reemplazo de la chica a seducir (Janet) en las comedias previas de Ralph Levy y Frank Oz, es curiosa el arma de doble filo que la película en sí representa para las protagonistas, ya que uno sólo llega a preguntarse cómo demonios pudieron estas torpes imbéciles a las que todo les sale mal tener éxito en sus estafas anteriores. Sus meteduras de pata producen vergüenza ajena y a la vez se disfrutan los muchos castigos que el karma les prepara en cada esquina.
Increíble pero cierto: el guión se revuelve contra ellas y de este modo la misándrica descripción de los hombres (repelentes, débiles, infieles, fáciles de embaucar) se cruza con una imagen misógina de las mujeres (malvadas, manipuladoras, ineptas), en especial cuando el juego de seducción de los viejos dúos Niven/Brando y Caine/Martin, basado en lo ingenioso de los diálogos o el mordaz delirio de sus engaños, pasa aquí a trucos burdos donde madre e hija se sirven únicamente de enseñar carne...pues claro, poca cosa se necesita para embelesar a un hombre (terrible uso del tópico “tiran más dos tetas que dos carretas“).

A tales niveles de bajeza inmunda se reduce aquí lo masculino y lo femenino, e insisto: ¿esto a Mirkin le parece divertido? No es nada divertido asistir a la colección de ataques con la que Hewitt somete al pobre Jack, un Jason Lee que debería ser como los bastardos que interpretó para Kevin Smith, así podría haberle estampado el martini seco a esa zorra desgraciada en plena cara y yo disfrutar contemplándolo.
Por desgracia es lo diametralmente opuesto, un acaramelado subnormal que provoca a la trama girar sobre sí misma de nuevo...y no para bien (¿quién me iba a decir que el lúcido guionista sería capaz de cometer tantos traspiés seguidos?).

No para bien, porque el guión desvía su atención hacia él y desecha a Tensy, aventurándose por caminos erróneos a los que se supone debería ir; proponiendo a alguien como Jack significa hacer ver a Page lo contrario a las enseñanzas de su malvada madre. El toque pasteloso de comedia romántica del 2.000 asoma y se va diluyendo la sátira pícara que distinguían a las originales de Levy y Oz, cuando precisamente es lo que menos necesita esta historia; una auténtica lástima ver cómo degenera el humor en secuencias románticas patéticas de película de sobremesa.
¿Qué hace entonces este jodido guión? ¡Girar un poco más!, y lo hará hasta freírme los circuitos. Para recuperar el humor negro del principio el maltratado Tensy, en cuya desperdiciada trama jamás llegamos a profundizar (y daba para mucho, con esa venenosa ama de llaves salida de “Rebecca“), es eliminado de la ecuación de un infarto, y mientras tanto, desde un rincón olvidado, aparece Dean. Y esto es la punta del iceberg en cuanto a sorpresas arbitrarias; para empezar el retorno de éste, quien, ni corto ni perezoso, actúa de voz del espectador, gritando en la cara a Max y condenando lo que ya pensábamos de ella desde el minuto 1.

¿Pero por qué hacer un trato con las dos si ya ha sufrido sus engaños?, ¿por qué tiene Liotta la manía de dar vida a personajes tan faltos de cerebro?, y lo más importante: ¿no podría haberse aliado con Tensy y actuar contra ellas? Sí, seguiría estando el problema de Jack, pero al menos no se le haría parte de las odiosas artimañas de Page y Max, que es de lejos lo más insoportable de la historia. Insoportable también es esta cantidad de giros acumulados durante la última media hora de metraje, que se van sucediendo sin orden a un ritmo frenético. Y aquí no se puede caer más bajo...
Weaver demuestra otra vez lo mentalmente desviada que está al aceptar, de manera recurrente, estos roles despiadados, cínicos y detestables hasta la médula. Desde luego disfruta con ello...yo no, el que manipule a Jack para caer en sus garras sólo provoca una grima horrorosa, y no quiero seguir viendo la cara a este personaje, sino volársela de un tiro. Lo peor de esta ficción exageradamente melodramática es que a estas cosas son capaces de llegar ciertas mujeres que pululan por ahí, en la realidad, con la idea del odio masculino en la sangre, capaces de engañar a sus seres cercanos para hacerles pensar de la misma forma.

Lo que era un estereotipo miserable pero simpático en la piel de Niven y Caine es aquí un estereotipo social peligroso, de maldad pura, uno de los más abyectos personajes femeninos de todos los tiempos, perfecto para un film de terror o un drama psicológico, no una comedia comercial como esta, y Liotta se encarga de decírselo por nosotros una y otra vez, muchas gracias.
El remate me lo da el final, al aparecer éste junto a Barbara (veterana Anne Bancroft en su último papel); qué maravillosa vuelta de tuerca si la cámara sólo se hubiera desplazado ligeramente hacia el cielo...en lugar de eso se ejecuta un “zoom“ hacia Max, que les observa desde el coche, dándonos a entender que ahora ella le usa a él para vengarse. ¡Qué forma tan cruel de estropear un buen final!

Enfoque malo de premisa, de desarrollo, de personajes, de tono, de convergencia de subtramas, de giros, de atmósfera, y ese colofón que podría haber salvado una gran parte...sin embargo todo está descompensado, situaciones que dan asco deberían hacer reír, y producen dolor de estómago, arquetipos aborrecibles, diálogos patéticos, actuaciones grotescas (sobre todo Hewitt, que no tiene nada de valor salvo su escultural figura). Un perverso desastre.
Lo único satisfactorio de este tergiversado “remake“ del “remake“ es ver a aquellas que se creían inteligentes víboras devorahombres sucumbiendo primero a su continua ineptitud, luego a las vueltas del escarmentador destino y por último a las fuerzas de la moral conservadora. Gracias a Dios Mirkin dejó de hacer cine porque mi corazón no aguantaría algo así de nuevo.



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Axa

  • 27 Aug 2010

1


Una basura insoportable. Con esa premisa argumental y esas protagonistas se podrían haber hecho maravillas y no esta comedia insulsa que a penas hacer reir y que aburre hasta la desesperación.



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Críticas: 2


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