¡Señor, y que fea está la pobre Bette Davis en esta película! De joven, en las películas de los años 30, pese a que nunca fue una belleza, está muy atractiva, pero con el tiempo (y creo que con las películas que le encomendaron, en las que interpretaba papeles de lo más malvado y por ende odioso) fue virando hacia una fealdad transitoria. Y digo transitoria porque luego en sus apariciones posteriores, ya como anciana, recuperó ese atractivo inicial; pienso en “Un gangster para un milagro” o “A merced del odio”, por ejemplo.
Encabeza el reparto junto a la Davis, el actor Gary Merrill, su cuarto marido en la vida real, al que había “atrapado” durante el rodaje de “Eva al desnudo” el año anterior. Tras contraer matrimonio, la pareja adquirió una mansión en los páramos de Yorkshire (Inglaterra) y allí establecieron su residencia. Es precisamente allí donde transcurre esta película, en medio de un paisaje que transmite una cierta impresión de desolación, al menos para almas que prefieren una naturaleza más exuberante como entorno.
Por otra parte, la película tiene también el interés añadido de penetrar en la intimidad de la pareja Davis/Merrill, puesto que cedieron su propia casa para el rodaje. Ello nos permite fisgar en ella y comprobar las preferencias estéticas, arquitectónicas y decorativas de los actores protagonistas.
La trama es compleja y las relaciones entre los personajes tienen múltiples facetas: una escritora de novela negra, casada con un malhechor fugado de la cárcel y del que acaba de deshacerse no bien empieza la película, y en apasionada relación amorosa con el novio de su inocente secretaria, recibe la inesperada visita del que ha sido compañero de fuga de su marido. En este cóctel de encontrados sentimientos que constituyen el engranaje del film se mezcla la insólita figura del veterinario del pueblo que, gracias a sus dotes de observación y a su penetración psicológica, se convierte en el clásico detective que ha de explicarnos e interpretarnos lo que está pasando ante nuestros ojos. No es una obra maestra, pero sí un muy digno exponente del género en que se encuadra.

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