Ficha Two Hands


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Críticas de Two Hands (1)




Mad Warrior

  • 12 Mar 2023

6



Las dos manos de Jim, lo único que tiene en el Mundo y lo único de lo que puede presumir, pues si las pierde lo pierde todo.
Vamos a ver jugándoselas a ras de asfalto, a ritmo de Keith Gordon, donde la gran ciudad se pierde en callejones con olor a Cascade y algo de sangre de los ¨wangers¨ de turno.

Con toda seguridad el título presente sería de esos que te pudieras haber encontrado en formato VHS en algún videoclub o en tiendas dedicadas a coleccionar por pura nostalgia, o tal vez, con suerte, retransmitido en alguna cadena local...tal vez, de no ser porque está protagonizada por esa leyenda muerta antes de tiempo que fue Heath Ledger, en un momento de su vida donde goza el despegue, tras unos primeros y tímidos pasos en Hollywood gracias a ¨Diez Razones para Odiarte¨. Pero sería ¨Two Hands¨, al menos en su propio testimonio, lo que realmente iba a desafiarle como actor.
Así lo pensó también Gregor Jordan, un señor que bajo la protección del gran Bryan Brown pasaría de realizar meros cortometrajes a trabajar en televisión, abriéndole poco después la puerta al mundo del cine; el actor lo describió un proceso tan sencillo como recibir un guión y esperar financiación, ya que el género criminal, del que el primero era un gran amante, no acaparaba precisamente la atención de las productoras australianas a finales de aquellos 90. Se siente tentado por ¨dar vida a su ¨Reservoir Dogs¨ particular¨, y podríamos decir que, juzgando la buena recepción en el Festival de Sundance, logró un producto que merece ser rescatado del olvido.

Lo que hace muy peculiar a ¨Two Hands¨ en comparación con otras ¨crook stories¨ de la misma época es el halo de fatalidad que desde el mismísimo comienzo imprime a su historia, personificada para más inri por un espíritu, el hermano asesinado y vuelto a la vida del protagonista, a quien ya conocemos en un serio apuro, señal de que la muerte le irá pisando los talones en todo momento. Extrañeza al estilo Lynch regada de un sentido del humor macabro de factura ¨coeniana¨, Jordan no pierde el tiempo y empieza jugando duro, con sangre, a golpes, y los puños de Jim así lo confirman.
En retrospectiva volvemos junto a éste a la calle, ese pedacito de infierno concurrido de Sydney llamado Kings Cross, caldo de cultivo de diversión, encuentros casuales y peligro en cada esquina. Cuando vemos a Ledger con su larga melena y su cara de no haber roto un plato en su vida sabemos que va a meterse en líos sin él desearlo, y ya estamos de su parte por completo. Más aún al aparecer un Brown de tipejo duro cual villano de novela negra de bolsillo. En cada escena Jordan parece evocar eso: la esencia pura y clásica del género en su vertiente sucia y menos elegante, mientras se queda largo tiempo con sus personajes y les hace verborrear como los de Tarantino.

La premisa es muy simple y cabe en una servilleta de papel. A este papanatas el capo local, ¨Pando¨, le encarga llevar una suma de dinero a una mujer de la que no sabemos nada ni falta que hace; se dispara la locura cuando ella no sólo fallece de un infarto sino que él pierde dicho dinero. Es comprensible que Jim no tenga suerte, pues Jordan esboza una Sydney suburbana poco atractiva, donde no parece ser el entorno adecuado para quedarse a echar raíces, con vagabundos, rateros, furcias, soplones y asesinos psicóticos esparcidos por ahí, y donde toda esta escoria se conoce de sobras.
El entorno pone a esos despreciables personajes alrededor del chico, aplicando eso sí, y del mismo modo que ocurre en el cine de los Coen, un castigo justo para cada pecado, y es que las consecuencias desastrosas se producen por las estupideces de uno y la codicia de otros. Sin embargo un espacio lleno de presencias no muy acertadas por parte del irregular guión: los niños que roban la pasta a Jim, su cuñada, la figura espectral del hermano, la recién llegada Alex, todos parecen vitales para la trama y a la vez muy auxiliares e innecesarios, ya que aparecen y desaparecen a las primeras de cambio mientras el pobre idiota huye de la cacería de ¨Pando¨ y los suyos.

Como en todo cuento negro hay un atraco, incluso el australiano demuestra pulso y nervio a la hora de dirigirlo, y unas notas de humor que no podrían ser más ¨ritchianas¨, sin embargo éste debería haber sido el elemento central. Con respecto a la chica, Jordan la mete con calzador (lo que retiene a Jim es su deuda incumplida, que quiere saldar a toda costa), pero ella, magnificada con el encanto y el hermoso físico de una jovencísima Rose Byrne, se convierte en un ideal para él: la posibilidad de hallar un amor verdadero e inocente que le saque de ese agujero callejero oscuro y mugriento...
Este matiz, la verdad innecesario, aparta levemente ¨Two Hands¨ de las puras fábulas sobre criminales y la acerca al romanticismo trágico de las protagonizadas por amantes demasiado ingenuos, o en creencia de poder esquivar los problemas, que habitan en mundos demasiado despiadados; una versión ¨aussie¨ de ¨Amor a Quemarropa¨ o ¨Corazón Salvaje¨, aunque más humilde. Pero, aun con sus instantes dramáticos, poco necesitamos para saber que estos dos tontos enamorados de repente acabarán juntos, una nota de optimismo irritante y que acusa una separación mayor con el cine negro callejero al cual pertenece el film.

Cine negro de urgencia y atmósfera asfixiante, de asperezas y violencia, si bien no extrema, sí incómoda, que en última instancia podrían haber dirigido John Flynn, Walter Hill o John Irvin; la crudeza salta a veces y da puñetazos en el estómago (jamás había visto atropellar a un niño y apartarlo con total indiferencia en el cine norteamericano, ni creo que lo vea...).
Aun así, pese a sus errores, ¨Two Hands¨ causa sensación en el momento y Ledger y Byrne saltan a la fama. Su química es extraña pues algo extraños son sus personajes, pero es un placer verles compartir la pantalla. Él y Jordan, que han entablado una gran amistad, volverían a unirse en la más conocida ¨Ned Kelly¨.



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