Ficha Exodo

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Críticas de Exodo (2)




Mad Warrior

  • 3 Apr 2022

9



Medio millón de judíos se agolpan en campos de refugiados, a la espera de tener un sitio al que ir. Su única esperanza reside en la posibilidad de empezar una nueva vida en un Estado que aún no existe.
Subirán a bordo de un viejo buque con la determinación como única arma y un objetivo: o llegar a Israel o morir en el intento.

Publicada en 1.958 por Leon M. Uris, ¨Exodus¨ fue su canto a Israel desde una perspectiva total y abiertamente projudía a la vez que supuso un acontecimiento para la industria editorial americana, sólo comparable en la magnitud de sus cifras al éxito obtenido obtenido años antes por ¨Gone With the Wind¨; el nativo de Maryland, tras una documentación exhaustiva en su preparación, ambientó la historia en los meses previos a la resolución de la ONU adoptada a finales de los años 40 y en virtud de la cual las Naciones Unidas decidieron la creación de dos Estados, uno árabe y uno judío, en el territorio donde se asentaba el protectorado británico de Palestina.
Con sus más de 600 páginas y concebida como un fresco multifacético, la novela daba a conocer algunos de los hechos decisivos que desembocaron en el nacimiento de ese Estado de Israel mientras exploraba las razones del conflicto árabe-israelí, los orígenes centroeuropeos del sionismo y la interminable serie de desastres sufridos por el pueblo judío desde finales del siglo XIX hasta la culminación del Holocausto, mezclando realidad y algo de ficción con una incontestable calidad literaria, por lo que no tardaría en convertirse en objeto de adaptación para cines.

Así acabó siendo cuando Otto Preminger, que venía de saborear la gloria gracias a su audaz y devastadora ¨Anatomía de un Asesinato¨, quedara maravillado con el texto de Uris; esta adaptación sería avalada por una extraordinaria riqueza de medios, un enorme presupuesto y un extenso reparto que estaba encabezado por Ralph Richardson, Eva-Marie Saint y un Paul Newman visualizado por el austrohúngaro como el héroe renegado Ari Ben Canaan...y con quien sin embargo mantendría una colaboración llena de desavenencias y tensiones bastante desagradables para su salud.
El guión, a cargo de un todavía perseguido Dalton Trumbo que va a firmar, para sorpresa de todos, con su propio nombre a petición del director. El azul intenso de la cubierta de la novela es recreado en pantalla en segundo plano mientras una llama ardiente emerge del inferior del encuadre; el fuego del pueblo judío ya empieza a arder y sólo estamos en los créditos del inicio de esta epopeya rodada íntegramente en escenarios naturales de Israel y Chipre, magnificada por una portentosa banda sonora y fotografía de Ernest Gold y Sam Leavitt y con todos los atributos de una superproducción de Hollywood, si bien su estructura interna y su gestación merecen ser objeto de estudio más allá del ámbito cinematográfico.

A través del amplio formato SuperPanavision 70, Preminger describirá y nos acercará a las horas más sombrías, triunfales y sobre todo dramáticas del movimiento sionista; al poco tiempo de finalizar el desastre en Europa, estos miles de judíos convertidos en apátridas y en no pocas ocasiones rechazados por quienes antes de la guerra fueron sus vecinos, ven rotas sus esperanzas hacinados en el campo chipriota de Karaolos hasta que son designados por el mando de la Organización de Inmigración Clandestina, la Mossad Lealiyah Bet, como punta de lanza del más importante desafío al poder inglés.
Pese a la incuestionable defensa que lleva a cabo Preminger del pueblo judío, Trumbo es hombre inteligente y en su guión se acumulan un enorme catálogo de personajes con sus propias posturas políticas e ideológicas, a un momento aplastadas por la firmeza de ese general Sutherland cuyas amargas palabras se resignan a aceptar un continuo escenario de holocaustos y guerras entre los seres humanos. A un lado tenemos la tragedia personal (sufriendo de una exagerada dramatización y sentimentalismo por parte del cineasta cada vez que se expone en pantalla) de la joven Karen, quien ha perdido a toda su familia en los campos de exterminio y ve en Israel la posibilidad de encontrar a su padre, un prestigioso científico.

Para Dov, encarnado por un magistral Sal Mineo, sigue presente el trauma de su lucha en el gueto de Varsovia y su posterior experiencia como esclavo sexual en Auschwitz, y la esperanza se traduce en intentar unirse al IRGUN, una de las organizaciones que batallan contra la presencia inglesa en Palestina.
A su líder Akiva (figuración de Menahem Begin) se le tratará de convencer de abandonar la lucha armada para formar el embrión de un ejército regular al servicio de un país reconocido por el resto de la comunidad, y es Canaan quien lo lleva a cabo, fracasando y viéndose esas dos facciones divididas: los guerrilleros y la Haganah.

Así, mientras éstos últimos y buena parte de la clase política se afanan en conseguir la legitimidad que les permita funcionar como Estado, el IRGUN prepara su acción militar más controvertida al dinamitar el cuartel general británico en Palestina; somos arrastrados con una elegancia inusitada y una dureza extenuante a ese drama humano que conecta a todos los personajes y que sigue adelante en medio de acontecimientos históricos que finalizarán con los primeros instantes del mencionado Estado israelí, un efímero momento de triunfo que sin embargo deja entrever un futuro oscuro.
Las interminables horas de angustia también dan origen a la compleja relación, reclamo de épico romance, entre Canaan y Kathy, una enfermera americana viuda cuya perplejidad ante lo que considera una gran injusticia la ha llevado a tomar partido a favor de los judíos, entre quienes, paradójicamente, nunca dejará de sentirse como una extraña, mientras las autoridades inglesas optan por dejar partir al barco ¨Éxodo liderado por el otrora condecorado capitán de la brigada judía. De esta forma la visión a un tiempo de Uris y Trumbo sirve a corrientes de interés muy opuestas entre sí.

Por una parte, al gusto del público norteamericano, a quien se le evita el peligro de una mala imagen (atribuida en el texto a los ingleses) y las continuas referencias positivas al sionismo socialista, amén de dotar al personaje de Kathy de una importancia desmedida que cumple las expectativas románticas de la ficción; por otra y quizás más destacada, a los intereses propagandísticos del entonces gobierno israelí dominado por los ideales sionistas de izquierdas, cuyos miembros no podían permitir una proyección heroica de sus oponentes de derechas (básicamente los afiliados al IRGUN, a cuyo líder en la vida real, Begin, preferían ver muerto...).
Recreándose orgulloso en todo el exceso dramático que destila la recreada gesta del pueblo, Preminger, como ya es un signo distintivo de su cine, extiende la tragedia humana en largas y minuciosamente planificadas secuencias de las cuales nos arrastra a tomar parte, pero exigiendo de su público la fuerza y el estómago para comprender todas y cada una de las posturas, emociones, opiniones e impulsos de los diferentes protagonistas, donde cabe destacar a un gran David Opatoshu (en la piel de Akiva), Lee J. Cobb, John Derek y esa Jill Haworth cuyas intervenciones están hechas para hacer saltar la vena sensible del espectador.

Difícil aun así es no centrar la atención en una pareja como la formada por Newman y Marie Saint, cuya química hace arder la pantalla con tanta efectividad como los intensos colores captados por la fotografía de Leavitt, que transmiten pasión y fervor en estado puro.
Con sus casi cuatro horas de duración, ¨Éxodo¨ fue una de las más complejas y conseguidas superproducciones del cine americano moderno, fruto de un momento histórico muy delicado y oscuro y de la pasión por contar grandiosas fábulas que subyace en buena parte de la filmografía del cineasta.

Pese a un éxito comercial más bien relativo (debido a la pésima imagen de las autoridades británicas le película pasó, como estaba previsto, sin pena ni gloria por los cines del país) pero obteniendo su protagonismo en varias ceremonias y festivales (se acabaría llevando sólo un Oscar a la Mejor Banda sonora), Preminger nunca dejó de considerarla su trabajo más importante y al que aportó un mayor grado de compromiso personal e ideológico.
Su manejo del drama, la luz y las atmósferas deslumbra en una secuencia en particular como esa filmada de noche donde Canaan deambula por la atestada cubierta del desvencijado buque mientras escucha en silencio a todas esas gentes, a ese pueblo cuyo firme objetivo es el de no volver a verse sometido aunque ello les pueda llevar a la muerte; la fuerza visual y el impacto trágico del que con plena elegancia dota a las imágenes le encoge a uno los intestinos, al igual que la sutil interpretación de Newman.



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  • 21 Nov 2018

7


Buena película, aunque es demasiado pro judía (sin discriminar) debido a que todo el problema de la fundación de Israel se ve, exclusivamente, desde la perspectiva de ese pueblo.
Muchos hechos son fieles a la historia, pero excluyen otros igualmente importantes. Hecha esta aclaración, merece verse ya que es una superproducción muy bien hecha con montones de extras y gran despliegue visual.
Las actuaciones están bien, así como los encuadres y el soundtrack principal, aunque, por momentos, se vuelve algo ingenuo.
A pesar de lo antedicho es recomendable!



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