O te chingas o te jodes.
Si quisiéramos demostrar que el cine funciona como un espejo que refleja, a veces en clave de humor, de drama y de tragedia, lo que realmente sucede en una sociedad, podríamos presentar a La ley de Herodes como un estupendo ejemplo de como el arte imita a la realidad social mexicana, pero que también funcionaría como fiel un reflejo de toda Latinoamérica.
Luis Estrada nos narra, en clave de humor negro, las desventuras casi surrealistas de Juan Vargas, un personaje típicamente mexicano, que al principio tiene buenos principios y propósitos de traer la modernidad al pueblo donde el gobernante PRI lo ha designado alcalde, pero que no tardará en corromperse e integrarse a la espiral de podredumbre que encierra al poder político.
La trama desnuda las porquerías del poder y de todos los estamentos sociales, desde el cura hasta el médico, pues todos meten su cuchillo para sacar su tajadita del pastel, en realidad esquilmar los bolsillos de los humildes campesinos, hasta que la paciencia se colme y estalle la ira popular.
Damián Alcázar, Pedro Armendáriz Jr. e Isela Vega están fantásticos en sus papeles.
Más que divertida comedia política de humor negro, a cargo del rebelde Luis Estrada, director también de la genial ¨El Infierno¨.
Ambientada en 1949, la historia trata cómo Juan Vargas, encargado de un basurero y antiguo militante del PRI, es nombrado por el Lic. López, Secretario de Gobierno, como alcalde subrogante, a la espera de la realización de los nuevos comicios así como las elección para la Gobernación en donde López es candidato con opciones. Vargas, un tipo humilde y honesto, deberá suceder al antiguo alcalde que fue decapitado por una turba de ciudadanos hastiados de la corrupción.
Así es como afronta su misión con las mejoras intenciones, hasta que poco a poco se va dando cuenta de los beneficios del poder y la corrupción, cayendo también en ése círculo vicioso. Finalmente, se corromperá hasta el punto de usar el asesinato para ostentar el poder.
Una comedia negra notable de Estrada, con un historia entretenida, cargada de ironías y de situaciones concretas que demuestra como todo el mundo tiene un precio y que el poder político es una de las formas de corrupción más extremas del hombre.
La ambientación es lograda, mostrando la miseria de las zonas rurales de México (por cierto, algo que se ve hoy en día, y en toda Latinoamérica) con esas chozas y edificios derruidos por el paso del tiempo y la indiferencia de los poderosos.
El guión es muy bueno; el ritmo de la película también lo es si bien por momentos hay algún desliz que se traduce en que se relaja la trama. En gran medida, el uso de la ironía y el sarcasmo así como la confrontación permiten a esta película mantener, en líneas generales, un ritmo más que aceptable.
Las actuaciones son bastante aceptables, destacando Damián Alcázar y Pedro Armendáriz Jr. como protagonistas, dos actores acostumbrados a comedias negras, y que una vez más muestran su oficio.
Un película, que por razones obvias, fue censurada y que casi desapareció de escena por la evidente molestia del PRI que es notoriamente aludido. Estrada, que no tiene asco en criticar la corrupción, sin importar el bando desde donde provenga (lo hizo también en ¨El Infierno¨ (2010), muestra tener un tremendo oficio para la ironía e inteligencia, logró que, también gracias a la presión social, mantener su trabajo en cartelera por un tiempo.
Críticas: 3
edcarpenter
7
Divertida película que retrata bien uno de los grandes problemas en México como lo es la desigualdad de riquezas y la corrupción que suele haber en la gran mayoría de los gobernantes ,el guión está bien estructurado y destaca la actuación de Damián Alcázar interpretando a un peculiar personaje asignado para gobernar un pequeño poblado pero ante la falta de recursos y la inoperancia de su partido este decide cambiar las leyes y estorcionar al pueblo ,quitandoles dinero a los que menos tienen , es una pelicula nada alejada de la realidad la cual hace una excelente critica sociopolítica
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