Corren tiempos duros. Hay que dejarse la piel porque nadie regala nada y el Mundo no es precisamente un bonito lugar para vivir.
Menos mal que hay hombres igual de duros, duros de pelar, dispuestos a romperse los nudillos y escupir sangre sobre la acera, todo por un poco de pasta...

En este ambiente se presta a introducirnos un Walter Hill recién incorporado a la industria cinematográfica ejerciendo de director tras su largo romance con los guiones, donde sobresalen cosas como ¨El Hombre de Mackintosh¨, ¨The Drowning Pool¨ o, ni que decir tiene, ¨La Huida¨. En ese momento cuenta 34 años, durante los cuales ha aprendido muchas cosas y descubierto muchos tipos de cine, si bien comulga con el espíritu de ese Nuevo Hollywood que cimentan sus coetáneos (imponiendo estilos de vanguardia, comentarios sociales o con la mirada centrada en el éxito comercial mientras se homenajea a las generaciones anteriores).
Gracias al productor independiente de AIP, Lawrence Gordon, quien ha situado a otros jóvenes emprendedores tras la cámara, puede, con bastantes temores, acometer su primera película, y la verdad es que no podría haber comenzado de una manera más difícil: eligiendo una historia de época y con un sentido de la narrativa más en deuda con los clásicos norteamericanos que con las ¨juventudes innovadoras¨ que dominaban la taquilla (aquella era la época de los Lucas, los Scorseses, los Spielbergs, los Coppolas)...pero ese era su estilo, y ya jamás le daría de lado. Un inicio tan anclado en la tradición del ¨western¨ crepuscular da pistas sobre qué caminos cruzará ¨Hard Times¨, digna, humilde y orgullosamente.

El chirrido de los raíles y el rugir de un tren aplastan la quietud del paisaje rural de Louisiana. Un hombre observa escrutador la ciudad al igual que el forastero mítico del Oeste; con el físico esculpido en granito de un Charles Bronson de 54 años, Chaney se precipita sin ningún plan a la vista, sin perspectivas, sólo intentado mimetizarse con el entorno, y ése es el de unos EE.UU. en plena Gran Depresión, radiografiadas desde una distancia prudente y económica. Y la unión fortuita entre el recién llegado y el lenguaraz corredor de apuestas Spencer, que tan descaradamente interpreta James Coburn, marca la espina dorsal del film y de la misma carrera de Hill.
Por una sencilla razón: porque su cine trata la unión de los hombres tal vez no en base a la íntima y agradable amistad, pero sí en base a un acuerdo de lealtad inquebrantable, de respeto profesional, de interés mutuo. Dicho acuerdo, aquí, nace de la necesidad y la supervivencia, características por las que siempre se distinguirán sus personajes; la necesidad la marca la situación social de la época, que exige dureza de los seres humanos que la viven, ya sean, eso sí, hombres y mujeres, y cuyas relaciones están condicionadas por sus egos, ambiciones personales, cinismo y precariedad.

En este sentido Hill, ferviente amante del cine de Peckinpah, Mann, Fuller y Huston, se postula como alguien que examina lo que hay delante y extrae sus sensaciones puras, sin adulterar y sin edulcorar. De ninguna otra manera se podría analizar el submundo de los combates callejeros, la única vía de escape tanto a la pobreza como al aburrimiento. La actuación lacónica y dura de Bronson y autodestructiva de Coburn (quienes no se llevaron demasiado bien durante el rodaje) refleja ese microcosmos de la Depresión y le da nombre.
En resumen en el mundo de Hill los perdedores y solitarios se unen para compartir, para bien o para mal, su misma mala suerte en la vida, y todo esto se presenta tal como es, en toda su simplicidad, sin añadir al conjunto subtramas inútiles ni otros subterfugios que den color a la historia en sí, sin verse en la necesidad de desarrollar trazos de romance para captar ningún tipo de audiencia en particular o despertar más sentimiento del que se precisa, sin ni tan siquiera profundizar más de lo que debiera en sus personajes, pues ellos no lo querrían. Éstos ya son románticos de por sí, por su carisma, su actitud, la simpatía que desprenden sin proponérselo entre toda la miseria que los rodea...

Pero el aspecto más romántico en ¨Hard Times¨ yace en la violencia masculina, magnificada bajo los colores apagados y la luz tenue de la fotografía del genio veterano Philip Lathrop (cuyo trabajo en el ¨Point Blank¨ de Boorman influyó sobremanera al nativo de California) y entre las melancólicas melodías ¨country¨ de Barry DeVorzon, y cómo ésta hace las veces de motor de una búsqueda interior que aviva tanto el orgullo como la codicia, pero, en última instancia, la lealtad. Esto consigue dar otra dimensión a la pelea final en comparación con las anteriores.
Se nos empuja con los puños a un rincón en penumbra de carne sudada y cinismo lúcido. A un microcosmos de hombres donde sólo los hombres pueden mediar, participar y comprender; terminado el enfrentamiento (el protagonista, para su edad, pega de tal manera que al espectador le parecerá que le rompe sus propios huesos) los promotores sonríen y se dan la mano, la pérdida se asume con estoica resignación, sencilla caballerosidad. Ahí reside el romanticismo de Hill, no en ese hogar mustio donde un áspero Bronson es incapaz de corresponder los sentimientos de (su esposa en la realidad) Jill Ireland.

Así, ni más ni menos, o lo toma usted o se va. Ese será el mensaje que con honestidad nos lanza al hígado. Adelantándose un par de años al taquillazo de Eastwood ¨Duro de Pelar¨, ya nos hace saber de los sucios entresijos de las peleas a puños desnudos, y en un contexto mucho más realista y dramático.
Bronson, malhumorado y descontento con él, hace lo mismo que su forajido de los 30, volver por donde vino, y jamás volverían a colaborar. Empieza así, y con suerte en taquilla, la poesía de uno de los genios de la cruda desnudez humana más elemental que dio el cine norteamericano moderno.

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El Luchador es una película de acción y drama que se estreno en el año 1975. Esta dirigida por Walter Hill y protagonizada por Charles Bronson, James Coburn, Jill Ireland y Strother Martin.
1933. Durante la época de la Gran Depresión, Chaney, un perdedor solitario, se monta en un tren de carga con dirección a Nueva Orleáns. Una vez allí, intenta ganar dinero de la única manera que sabe: con sus puños. Chaney se acerca a un estafador llamado Speed, y le convence de que puede ayudarle a ganar mucho dinero.

Walter Hill debuta en la gran industria con esta interesante película de acción estelarizada por un jovencísimo Charles Bronson haciendo de peleador callejero y pues la verdad es que la película me ha gustado mucho, Walter Hill demostró con este film que tenia talento para filmar películas sobre tipos duros y eso se demostraría también en sus futuras películas ya que no solo dirigió a Bronson sino a otras estrellas del genero como Nick Nolte, Mickey Rourke, Stallone, Willis o Schwarzenegger así que con ello creo que ya es motivo suficiente como para familiarizarse un poco con este director y también con una de sus películas clásicas como lo es El Luchador.

La película en si tampoco es que tenga un gran argumento pero me ha gustado que se ofrezca una historia fresca, directa y con muy buen ritmo porque por lo menos yo la he disfrutado en su mayoría, es la típica película sobre peleas clandestinas en dónde un tipo que sabe pelear es respaldado por un estafador bastante pillo para que se enfrente a otros oponentes con el fin de ganar mucho dinero y pues la verdad es que ya habremos visto infinidad de películas que traten sobre eso pero he de decir que ¨El Luchador¨ puede que este entre las mejores junto a la clásica Lionheart con Van Damme que por cierto también es una película que me gusta mucho.

Las actuaciones están correctas, Charles Bronson interpreta el mismo papel de tipo duro que siempre lo ha caracterizado pero eso no me molesta ya que estos peleas le vienen como anillo al dedo a Bronson y en este film no decepciona y los secundarios que le acompañan también están muy a la altura como por ejemplo James Coburn que para mi es un pedazo de actor y un secundario de lujo y por ultimo la que no se puede quedar atrás es Jill Ireland quien en la vida real fuera la esposa de Charles Bronson y junto a el apareció en innumerables películas pero como siempre haciendo el papel de mujer florero.

Lo que mas me ha gustado de la película han sido las peleas, se nota que el film no conto con los suficientes medios pero se han marcado un peliculón en todos los sentidos ya que las peleas estuvieron muy bien filmadas y me resulta fascinante ver una pelea cuerpo a cuerpo entre dos hombres y que esta se vea muy realista porque da la impresión de que los tipos en verdad se estuvieran dando coñazos y partiéndose hasta la madre así que prácticamente El Luchador trata sobre ello, es un drama de acción con una historia sencilla a la que se añaden unas cuantas peleas para hacerla mas entretenida y el resultado final es un film disfrutable y memorable que no decepcionara.

En definitiva El Luchador me ha parecido una película muy buena, en si no es nada del otro mundo pero hoy en día ya es una película de culto y un clásico imperdible del cine de acción que no se puede pasar por alto ni de chiste así que de mi parte recibe un merecido 7 y la recomiendo porque esta bastante entretenida y se puede pasar un buen rato con ella.

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Opera prima del gran Walter Hilll, que venía de trabajar con Sam Peckinpah y Robert Aldrich, mostrándose aquí como su más aventajado discípulo. Hill sería parte de esa fantástica generación de directores audaces y llenos de talento que reinventarían y revitalizarían el cine norteamericano en la década de los 70s.

Charles Bronson, es un enigmático y duro sujeto, que llega a Nueva Orleans, interesado en participar en las peleas ilegales, que mueven mucho dinero en las apuestas, con la ayuda y padrinazgo de un fantástico manager buscavidas interpretado por James Coburn. Por cierto, Coburn fue amigo personal de Bronson de toda la vida.

Hill, pese a ser un primerizo, nos presenta una película ágil, que no se detiene en tramas muy elaboradas, ni grandes escenas, por el contrario, es dura y directa, con unas escenas de pelea, hombre a hombre, muy bien filmadas, y con un Bronson inolvidable como el anti héroe que solo busca sobrevivir a costa de su esfuerzo personal y su garra en la pelea.

Notable film de acción, con lección de vida incluida. Anti héroes solitarios y errantes, en busca de tocar la fortuna, la que pueden alcanzar después de una sangrienta y cruda pelea.

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