Ficha El Verano de Kikujiro

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Críticas de El Verano de Kikujiro (3)




Mad Warrior

  • 13 Oct 2022

9



Es admirable como a veces la fuerza de voluntad consigue imponerse a los trágicos cambios del destino, pues pocos pensaban que el señor Takeshi Kitano pudiera levantar cabeza tras sufrir aquel grave accidente a bordo de su motocicleta que le dejaría afectado de una cojera y una parálisis permanente en la mitad de su rostro...

Sin embargo no sólo dedicó tiempo a la pintura, otra de sus grandes pasiones, sino que regresaría pleno de energía y entusiasmo a ocupar su puesto tras la cámara iniciando una especie de segunda juventud en su carrera cinematográfica, cuyo cenit fue ¨Hana-bi¨. Aclamada internacionalmente y galardonada con el prestigioso León de Oro en el Festival de Venecia, aquella sería la obra con la que el director lograra alcanzar la definitiva perfección estética y formal de su estilo y dejara de ser considerado ante sus compatriotas como un simple cómico aficionado a hacer películas.
Dos años después, con motivo de desmarcarse de su cine, pues era muy criticado por las altas dosis de violencia que solía exponer en él, sorprendería a propios y extraños con un proyecto que, efectivamente, poco tenía que ver con sus anteriores obras, y cuya única conexión en estilo y propuesta era ¨A Scene at the Sea¨: un niño atraviesa la pantalla, corriendo hacia la nada, y una mochila con alas de ángel le cuelga de la espalda; es el protagonista de esta historia y su nombre es Masao, que acaba de comenzar las vacaciones de verano, sin embargo incapaz de compartir con nadie, pues su abuela, la única persona con quien vive, ha de trabajar.

Una foto y una dirección de la lejana Toyohashi son el incentivo para animarle a ir en busca de su perdida madre, y las circunstancias quieren que le lleve hasta allá Kikujiro, el marido de una amiga de su abuela y ex-yakuza torpe y pendenciero, fermentos de una premisa que bebe directamente de la clásica serie de animación ¨Marco¨ y que recurre, como anteriores obras del cineasta, a un largo y significativo viaje...
Pero el viaje iniciado en ¨El Verano de Kikujiro¨, narrado en forma de pequeños episodios, carece a primera vista de los motivos esenciales que guiaban a los realizados por Nishi en ¨Hana-bi¨ o a Murakawa y sus hombres en ¨Sonatine¨, y es que en esta ocasión la presencia de la violencia es casi invisible o pretende pasar desapercibida, al menos en su exposición más explícita y brutal (aunque la sangre se vea sobre los personajes nunca se enseñará un enfrentamiento físico ante la cámara).

La travesía pasa por múltiples fases, de la civilización a los espacios abiertos, del ambiente opresivo y sombrío de la ciudad (al que apoyan la presencia de seres como el anciano pederasta o los jóvenes matones) a las carreteras solitarias y los verdes paisajes. Una realidad observada por Kitano desde todos los puntos de vista (atención a cómo su cámara filma desde los ángulos más peculiares), atravesada de vez en cuando por las fantasías y sueños que perturban la mente del niño, en la que los protagonistas parecen tener todos los elementos en contra, sobre todo por la hostil conducta del ex-yakuza...
Pero encontrando de súbito la ayuda de un desfile de personajes a cual más extravagante y que se irán cruzando en su camino, respondiendo curiosamente a figuras situadas al margen de lo establecido como ¨normal¨ o ¨aceptable¨ dentro de la sociedad. Así, el hombre que estrena su coche, el conductor del camión o el gerente del hotel no desean ayudar a los dos viajeros, que hallan sin embargo la simpatía de unos moteros andrajosos, de un vagabundo que desea ser escritor o de una pareja de jóvenes informales. Cada paso en la peripecia es un aprendizaje, un redescubrimiento, un obstáculo superado, un retraso recuperado.

Kikujiro no es amable con los demás, pero se desvive por Masao, su ¨yo¨ infantil o hijo inesperado, y éste, al lado de su compañero cascarrabias, acepta lo que para él es incomprensible e imperdonable. Kitano tergiversa las reglas de un argumento que amenazaba con caer en lo tópico y empalagoso, ¡nada menos que a mitad de metraje!, privando al niño y al espectador de un conmovedor encuentro madre-hijo...¿quién se lo podía imaginar?, ¿quién querría asistir a algo así? También rompe los códigos de su propio cine proponiendo ante todo un viaje en el que la violencia es, en absoluto, la pasajera clandestina de la interacción entre los protagonistas, más bien lo son los intercambios y las similitudes que les unen.
Así, la soledad y melancolía de Masao por la parquedad y el hastío de Kikujiro, el mutismo forzado del primero y la airada verborrea del segundo. Al fin y al cabo dos seres unidos por una desgracia del pasado que deben aprender a soportarse durante un largo recorrido convertido con el paso del tiempo en una doble satisfacción: la de Kikujiro, que vuelve a ser un niño en Masao, y éste, a falta de un padre, disfruta del progenitor ausente. También es un viaje de aprendizaje, de reparación de un tiempo y de una herida, tanto es así que Kikujiro halla en el niño su propio reflejo, pues, como él, fue abandonado por su madre de pequeño.

Superficie de proyección que el cineasta sustituye por inversión de roles al permitir que su álter-ego se atreva a visitar a su propia madre, aunque sin establecer contacto con ella, del mismo modo que Masao.
En el último momento, cuando por fin se separen, el hombre observará al niño marcharse, amargamente y en silencio, como si una pequeña parte de él, de su alma, se fuera también, y tal vez para siempre...

Como una versión luminosa de la ¨eastwoodiana¨ ¨Un Mundo Perfecto¨, ¨El Verano de Kikujiro¨ es a todos los efectos una historia sin fin, un viaje en círculos, que repara pero no resuelve, que conmueve pero no consuela. Cuando lo fatal se sucede, la película nos aborda con el sencillo discurso de que la felicidad quizás no esté donde en un principio buscábamos, sino en el primer lugar en el que nos detengamos, así que el director frena en un último y absolutamente inclasificable tramo que estanca la acción para acudir a un suceso milagroso: juegos a orillas de un río, disfraces improvisados, bailes absurdos, felicidad espontánea, magia en estado puro. Somos invitados a eso...a un mundo perfecto.
La técnica es experimental y sobria al mismo tiempo, lejanía de personajes y planos de cámaras estáticas y de improviso observamos desde los ojos de una libélula, ruptura estética para con el estilo más clásico del director que parece cosa de improvisación, tanto como los diálogos. Humor disparatado, trazos oníricos que arañan lo real y momentos de absoluto silencio; la mezcla es tierna y aberrante y carece de antecedentes, todo ello envuelto en una atmósfera colorida, a veces grotesca, otras fantástica, tomando influencias a partes iguales de los clásicos ¨El Chico¨ y ¨Memorias de un Inquilino¨, la francesa ¨Mi Tío¨ de Tati o la griega ¨La Eternidad y un Día¨, estrenada un año antes de la que nos ocupa.

Como actor, Kitano se vuelve histriónico y alocado, homenajea a Fred Astaire y Charles Chaplin, recupera su faceta más alegre sin olvidar a sus álter-ego más oscuros y las versátiles articulaciones de su rostro bien pueden hacer reír o apenar; sin muchas líneas de diálogo, Yusuke Sekiguchi sale del paso gracias a una actuación sencilla y natural, encarnando un personaje con el que es fácil identificarse. Atípica pareja seguida de los conocidos Akaji Maro, Daigaku Sekine y Kayoko Kishimoto.
La aparición de Rakkyo Ide y Masayuki Suzuki (antiguos colaboradores de ¨Takeshis Castle¨) e incluso del que fuera pareja de Kitano en sus tiempos de cómico, Kiyoshi Kaneko, acerca más el film a las raíces humorísticas del anterior, y la preciosa y emotiva música del maestro Joe Hisaishi termina de embellecer el conjunto. El actor/director rompe una vez más los estereotipos y nos abre de nuevo su corazón en un proyecto íntimo y profundo (tanto más cuanto que su personaje está inspirado en su propio padre, Kikujiro Kitano), con el cual logra transportarnos a los recónditos recovecos de un extraño universo de fantasía y felicidad al margen del mundo real, habitado por sensaciones que sobrecogen e impactan...

Porque resulta que, a veces, la realidad es demasiado plana, gris, dura y desagradable, nos absorbe las fuerzas y nos aplasta entre sus paredes de tristeza. Por ello no está de más deslizarse de cuando en cuando al mundo de los sueños y las ilusiones, allá donde nuestro espíritu recupere esa luz reparadora para proseguir en el arduo y largo sendero de la vida, allá donde por un segundo podamos sonreír inconscientes y nos veamos colmados de eterna alegría, al igual que Masao.
Busquemos en el recuerdo. Seguramente en algún momento de nuestra existencia nos hayamos sentido como él.



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Parnaso

  • 17 Oct 2018

7


Tierna y divertida road movie dirigido por Kitano. La historia es sencilla, amable y simpática. Me ha gustado el dúo formado por el niño en búsqueda de su madre y el hombre(Kitano) que lo acompaña en su trayectoria. Las situaciones simpáticas que se van creando a lo largo del viaje están bien realizadas, poseen humor absurdo y blanco que no molestan en absoluto más los personajes que van apareciendo por la pantalla no hay ninguno que sobre. Sigue pareciéndome una comedia desgustable amable y divertida.



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RosamelXDXDXD

  • 1 Jul 2012

8


Simple pero a la vez Gran pelicula del multifacetico Takeshi Kitano, maestro el cual de vez en cuando puede entregarnos historias como éstas, en la cual interpreta a un ex yakuza, un tipo muy poco maduro y muy maton, el que su esposa le da una mision la que es llevar a un chico (Masao) a conocer a su madre, aceptando él de muy mala gana y casi obligado lleva al niño con el cual pronto entabla una amistad y un pequeño cariño dandoce cuenta de que tienen bastante en común. En el transcurso de la historia lo protegera, se ayudaran entre ellos y pasaran malos ratos, pero siempre el tal kikujiro (kitano) ara lo posible, a su manera, para que ésta sea un buén verano para Masao.

Esta es una peli con la que podras reir y llorar, pero siempre saliendo contento. Completamente recomendable, sobre todo si te gustan los trabajos de Kitano.



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Críticas: 3


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