Sí, es otra película sobre cómo una familia sobrelleva el duelo de perder a un miembro, pero no, no es un dramón autoayuda a lo Hallmark, ni mucho menos. Filmada con algo parecido a la timidez, Field deja que este par de actorazos llenen la pantalla con su angustiosa (y vana) búsqueda de una solución a la muerte de su hijo. Pero a diferencia de la mejor película de Moretti (La Habitación del Hijo), esta no es la historia de una travesía sanadora, sino mas bien un lento desfile hacia una venganza amarga.
Sin destellos visuales ni otras maromas de tipo efectista, este filme está hecho como si filmáramos la vida real de corrido. Episodios, claro está. Y es muy-muy natural y todo parece tan increíblemente real... la foto y las actuaciones son tremendamente naturalistas, realistas al extremo (y eso, créanme, es bueno). Actuaciones que de hecho llevan a lo desgarrador. Es un terrible drama de algo que podría pasarle a cualquier persona de una u otra forma, y la manera en que está resuelto no deja de ser menos real. Así, así es que este mundo funciona y realmente tiene muy buenos alcances dramáticos. Un buen drama, una buena película. Vale la pena verla.

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