Ficha Tokyo Sonata

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Críticas de Tokyo Sonata (2)




Mad Warrior

  • 3 Apr 2022

8



De cómo un núcleo familiar puede fragmentarse hasta ser testigo de su derrumbamiento absoluto.
Kiyoshi Kurosawa observa de cerca esta disolución, sin emitir juicios, sólo observa desconsolado y asombrado...

Cuando en 2.008 ¨Sonata de Tokyo¨ ganó uno de los prestigiosos premios de Cannes, algunos reaccionaron de manera extraña hacia esta obra que se desmarcaba de las más recientes del cineasta, tan enfocadas en el terror o el suspense de tintes sobrenaturales; lo cierto es que regresó a esos dramas acerca de la identidad del ser humano y comprometidos con la realidad social que éste habitaba, la única diferencia entre ella y títulos como ¨Barren Illusion¨, ¨Charisma¨ o ¨License to Live¨ era su enfoque, menos críptico y más auténtico. Gracias a la persistencia de su esposa acepta un guión externo y una oferta para una coproducción de holgado presupuesto.
Aquí no seremos arrastrados a lugares oscuros ni perturbadores refugios; todo empieza en una empresa cuando una atractiva y confiada muchacha es recién contratada. Acción que desencadena la desgracia para Ryhuei, despedido injustamente tras años de servicio; poco antes, en su casa, su esposa (Megumi) observaba en silencio la lluvia del exterior. Esta historia va a tratar de manera constante y cruel cómo la suerte y la esperanza se desliza entre los dedos de las personas y las ilusiones se perciben inalcanzables; sin monstruos ni espectros pues la sociedad ya los tiene, esta es una de las pocas películas que el de Kobe no filma en entornos desérticos, apartados o de ambiente apocalíptico. Le basta con salir a la calle.

Estas calles son las de una Tokyo imaginada desde la perspectiva más decadente y deprimente posible; mientras Ryhuei se mimetiza con esa masa ingente y errante que son los vagabundos y desempleados, un antiguo compañero de facultad (Kurosu) juega a hacerse el importante en una escena planificada con su teléfono. Al ser invitado a cenar a su casa una noche asiste, entre horrorizado e incrédulo, al reflejo de su propia familia, una familia compuesta por una madre y dos hijos que ignoran la farsa del que aún se pretende cabeza de familia bajo una autoridad tan herida como su orgullo.
Como en los dramas de Ozu o Naruse, Kurosawa propone una escisión lenta entre los miembros, atrapando en sus planos lejanos y glaciales la presencia cada vez más invasiva de una insatisfacción y desafección que a todos llega para remover sus conciencias y emociones, jamás expuestas en el seno del hogar. El hijo mayor prefiere huir de ese agujero sin futuro alistándose en el ejército, la madre no ve el modo de dejar el hastío al cual se condenó tras casarse con un cobarde hipócrita como Ryhuei y el menor se las da de rebelde inconformista, si bien es el primero de los cuatro en aspirar a una liberación por medio de la música, negada por su padre (por miedo, más bien egoísmo, a que sus logros acaben por minar su orgullo).

Es en su oscura complejidad interna tratada con la sencillez más natural donde radica el mayor atractivo de esta tragedia íntima que ofrece una alternativa devastadora a la futura ¨Familia de Tokyo¨ que Yoji Yamada robará a Ozu; los Sasaki se van disgregando y el director modela episodios para cada uno en cuya participación se acentúa un poco más su paulatino descenso al abismo. El más increíble es vivido por Megumi y un ladrón que entra en su hogar y la secuestra (Koji Yakusho en una intervención desquiciada y patéticamente cómica); la narrativa, cronológica, cuidada y precisa, se rompe y lo lleva todo a esferas tanto más surrealistas cuanto que los hechos, absurdos, se desarrollan con plena naturalidad.
A este punto todo está perdido para la familia, que se han gritado, insultado, maltratado físicamente y humillado; pero Kurosawa, como siempre ha hecho con sus torturados personajes, dispone en esa serie de acontecimientos fatales, terribles y escabrosos la dinámica de un gran cambio vital, un acto de expiación al tiempo que de grandiosa redención. Vemos como es necesario que el padre acepte un triste empleo de limpiador para hallar un sobre lleno de dinero que pondrá fin a todos sus problemas y que la madre haya tenido que ser raptada por un loco para enfrentarse consigo misma (y de paso poder conducir el tipo de coche que siempre quiso).

Por su parte el hijo mayor ha encontrado su lugar en el mundo, que es colaborar para ayudar a otras personas y luchar por la paz, a través de los conflictos bélicos internacionales, y de no pasar al lado de un montón de basura Kenji jamás habría encontrado ese piano que significó su salvación; en el haber sido desplazados a una realidad de pesadilla, fuera del hermético e hipócrita círculo familiar, reside la clave para la aceptación y la resignación de su propio mundo. Las palabras de Megumi al ladrón revelan esta verdad irrefutable: ¨Tú eres quien puedes ser...eso es lo único que podemos esperar¨.
Arma de doble filo la que significa esa posibilidad de reestructuración, inevitable y tradicionalmente ¨ozuniana¨ y también bastante ingenua teniendo en cuenta todo lo visto, pero también es de agradecer que Kurosawa no tome caminos más fáciles que muchos otros sí hubieran hecho (convertir al padre en un alcohólico o asesino, por ejemplo, al hijo mayor en yakuza o al menor en delincuente). Aquí el alcanzar el perdón se debe hacer por medio de un intento resignado de recuperar la dignidad y humanidad, y un sacrificio: vivir de lo que se tiene sin grandes aspiraciones (eso en el caso de los padres).

No se puede negar el compromiso de Teruyuki Kagawa, Kai Inowaki y Kyoko Koizumi para meterse en la piel de sus personajes y habitarla desde sus entrañas. Un gran retrato el que nos brinda Kurosawa, contenido, inesperado y desgarrador, con un bien merecido aplauso en Cannes y en muchos otros festivales.
La melodía que pone sentimiento a esa nueva y poderosa unión, nacida del dolor y la pérdida, es la preciosa ¨Claire de Lune¨ de Debussy. Esta será interpretada a piano en una última conmovedora secuencia cuyo plano-general muestra a los tres miembros de la familia como núcleo autónomo sin la necesidad de pertenecer a ningún grupo social externo (todos los presentes en el sala observan desde lejos, intentando capturar la calidez de ese instante).

De esta forma, Ryhuei no es un desgraciado desempleado más, ni Megumi una ama de casa solitaria, ni Kenji un inadaptado, ahora son padre, madre e hijo como tal...una familia auténtica.



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bob76

  • 7 Aug 2014

8


Película que sin tener de fondo argumental la actual crisis económica,guarda un paralelismo bastante grande.
Un padre de familia pierde su empleo y tratará de que su familia no entere.
Sin embargo,no sólo el padre sufre las consecuencias de no tener empleo y de aceptar otro poco cualificado,sino que además su familia acabará por alguna razón u otra ¨desintegrándose¨ llegándose hasta el punto de que cada miembro tendrá que afrontar por si mismo sus propios problemas.
En definitiva,estamos ante un drama familiar un tanto cruda que nos relata el día a día de una familia con problemas y de como la situación de dicha familia,no es tan aislada en un país como Japón.



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