Ficha School on Fire


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Críticas de School on Fire (1)




Mad Warrior

  • 4 Jan 2022

9



Chu es testigo de cómo su vida se pudre; está perdiendo a los seres que más quiere y este dolor está tan bien plasmado que incluso podemos escuchar sus tripas crujiendo.
Rota por completo, sale de su clase, y se introduce en un pasillo hundido en la más negra oscuridad. Allá va, al Infierno, y nosotros con ella...

Ringo Lam se estaba ganando una buena reputación en el cine de acción hongkonés a mediados de los 80, aunque un paso por detrás de Tsui Hark y el maestro John Woo, y el éxito le volvió a llegar con ¨Prison on Fire¨, segunda parte de su peculiar serie ¨on Fire¨, que presentaba un escenario y un tema diferente de su celebérrima ¨City on Fire¨, si bien compartía a Chow Yun-Fat, lo cual era ya suficiente reclamo para la taquilla. Entonces decide alejarse hacia otros caminos por los que seguir desgajando la sociedad.
La parada, ¨School on Fire¨, es la más sombría y desgarradora que hará en su carrera. Al fondo se atisba el malogrado aeropuerto de Kai Tak, pero la cámara está sobre un instituto, uno de los lugares donde se concentrará el drama de este libreto de nuevo escrito por el hermano del director, Yin Nam; y es que desde el mismísimo inicio, el primero empieza a sentar las bases del tono y el estilo de su obra. Los hechos giran alrededor de la joven Chu y se nos fuerza a contemplarlos casi desde sus ojos; ya aparecen conflictos entre compañeros, pero la razón se halla fuera de los muros.

Lam nos sitúa en lo que parece ser la zona suburbial y por ende más peligrosa de la todavía británica Kowloon, y si antes analizaba la amargura social desde el universo interior de las tríadas y los policías y desde las prisiones, su ojo crítico se posa en la violencia que los grupos mafiosos ejercen sobre los adolescentes y la vida escolar en general. De la mano de Chu, y tras un altercado entre chicos pertenecientes a distintos clanes, nos vamos sumergiendo en los bajos fondos de la ciudad, donde sobre todo hallamos decadencia en su grado máximo de suciedad y podredumbre.
El director se muestra especialmente crudo; decide apartarse de su más romántica visión de los gángsters de ¨City on Fire¨ y los expone como malévolos depravados sin ninguna concesión a la redención, dispuestos a someter a todos los que tienen la mala suerte de vivir en su reino de criminales, ladrones, traficantes y putas. Pero su visión se amplía hasta alcanzar todas las perspectivas; sorprende cómo afectan los conflictos a padres, profesores, alumnos y policías, y cómo se involucran en ellos, reflexionándose sobre el extremo cuidado que tiene cada uno de no invadir el territorio del otro y las consecuencias de que esto acabe ocurriendo.

Y Chu está presente viviendo esto, y nosotros también; el guión la sitúa en el epicentro de fatalidades que estallan cuando en su vida y en la de su padre irrumpe el tiránico Chisao (un Roy Cheung que vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores villanos del cine hongkonés de la época); no obstante, aun con el rico mosaico de personajes que ocupan la historia, sólo se profundiza en la psicología de la chica, el único además que siempre evoluciona (aunque sea a peor). Lam utiliza a los demás como modelos de mundos opuestos cuya colisión hace temblar la sociedad.
A un lado los mafiosos, al otro los incompetentes policías atados por la burocracia y los profesores que son conscientes del camino que van a tomar sus alumnos condicionados por un entorno tan venenoso, todos impotentes ante la injusticia general; de por medio, un chico (¨Scar¨) enamorado de Chu que puede representar un cierto atisbo de redención (aunque aquí se evita la presencia de héroes) y la fiel amiga de ésta (Siu), perfecto ejemplo de la ausencia de esperanza para los jóvenes. Y mientras registra el hundimiento en la miseria de la protagonista, Lam se decanta por captar la tremenda dureza del entorno con un excesivo realismo que poco a poco cruza la línea de lo grotesco y lo excesivo.

Porque lo que desea es atraparnos como a sus personajes, entre claustrofóbicos escenarios y en el desenfreno de una escabrosa violencia que por su exposición le encoge a uno los intestinos; el director aquí no tiene piedad y arrastra a dichos personajes a situaciones límite culminadas con explosivas reacciones, porque el dolor se siente a flor de piel. Y cada vez que el cerco se estrecha más alrededor de Chu, ¨Scar¨, los agentes Chuen y Hoi y el comprometido profesor Wan, la escalada de violencia se intensifica, en cualquier lugar y de cualquier manera; Lam se esfuerza en filmar a los presentes acuchillándose, apaleándose y destrozándose...
Y acaba por conducir esta rabia acumulada a un último tercio donde la brutalidad lo inunda todo por la vía ¨peckinpahniana¨ acercándose al estilo visceral de Woo, aunque más preocupado del puro salvajismo humano que de florituras estéticas; es de precaución advertirlo: el espectador queda exhausto al término de este desquiciado frenesí donde se deja bien claro que la injusticia y la venganza sólo se pagan con sangre. Por su parte, este clima de desaliento y náusea está bien modelado por los ásperos tonos de la fotografía de Jo Chan.

La a veces irritante pero soberbia Fennie Yuen encabeza un reparto totalmente entregado a la tragedia narrativa; soberbios sin duda también esos Lam Ching-Ying y Damian Lau como el policía Hoi y el maestro Wan, en cuyos respectivos personajes liberan una veracidad interpretativa apabullante, y más aún durante los climáticos y extremos minutos finales.
Por desgracia, ¨School on Fire¨ fue cruelmente manipulada por las autoridades y la productora (por su violencia desmedida y visión de las tríadas y la juventud), y el montaje resultante se descalabró en taquilla, lo que hirió profundamente a Lam, y de ahí que siga enterrada en tinieblas. Por suerte el culto crece para una de las obras más vibrantes y sólidas del hongkonés; sí, te machaca las costillas y te retuerce el hígado, no se disfruta, se sufre, pero ese sufrimiento termina agradeciéndose.



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