Ficha Bright Future


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Críticas de Bright Future (2)




Mad Warrior

  • 14 Jun 2022

5



Un reducto de incomunicación y hastío, la sociedad. Rota, agazapada en una esquina oscura desde donde no se percibe sonido ni contacto alguno.
¿Podría arrojar algo de luz un invasor que, adaptado a ella, crease su propia sociedad? ¿Cómo escapar después?

Pese a que las claves y las ideas sean muchas, pocas respuestas podemos esperar de una obra surgida de la mente de Kiyoshi Kurosawa, únicamente arriesgarnos a sopesar una interpretación, un supuesto que nos permita alcanzar la verdad absoluta; ¨Bright Future¨ es una de esas de su fascinante e irregular filmografía. En aquel instante gozaba del éxito en Cannes y del beneplácito internacional gracias a ¨Kairo¨, nueva incursión en los terrenos del terror desde ¨Cure¨ (sin mencionar la televisiva ¨Korei¨), asimilando una óptica moderna como sucede en muchos títulos del género.
Se refugia otra vez en las producciones independientes para un proyecto muy personal donde experimentará, también al estilo de sus coetáneos en el momento (Shimizu, Miike...), con el formato de vídeo digital, no muy acertado ya que al mismo tiempo lo combina con el cinematográfico. Empieza Yuji hablándonos sobre cómo es capaz de ver el futuro a través de sus sueños, al menos lo era; sin embargo ahora no sueña, y vive en la incertidumbre. Como todos los personajes del director, este joven es el mejor reflejo de la alienación, el hastío, la soledad y la inexistencia de un destino que rige el entorno de ese Japón donde, aún pasado el nuevo milenio, persiste la huella de la crisis iniciada una década antes...

Yuji es un miembro más de la Década Perdida; en su contra destaca la misteriosa y amenazante presencia de Mamoru, que recuerda y encuentra similitudes con el Mamiya de ¨Cure¨, y entre ellos el ser alrededor del cual giran éstos y los conecta, una medusa roja propiedad del último, símbolo de la esencia del film como lo fue el árbol de ¨Charisma¨. Si algo diferencia a ¨Bright Future¨ de otros austeros dramas sociopsicológicos de Kurosawa es su ausencia de un auténtico soporte narrativo y su dirección casual y accidentada (aquel árbol o como en ¨License to Live¨, donde Yutaka actuaba de hilo conductor).
Pasa la primera media hora, donde se instala una sensación de incómodo suspense debido al carácter y los actos criminales de ese Mamoru encarnado por un Tadanobu Asano en el papel más espeluznante de su carrera; si el director estaba acostumbrado a seguir a los monstruos que devoraban el entorno exterior, ahora encierra al monstruo e incluso le quita la vida, cediendo toda la atención a Yuji y al padre del anterior, Shinichiro (un envejecido pero genial Tatsuya Fuji). Dos realidades enfrentadas: por un lado la de la más dolorosa incomunicación, y es que en esta ocasión el de Kobe es mucho más directo y abrasivo en sus intenciones.

Al contrario que la críptica e insufriblemente intuitiva ¨Barren Illusion¨, todo se presenta aquí más literalmente, aun a base de simbolismos. Sirva el instante en que, pese a compartir el mismo espacio en la cabina de la furgoneta, el padre de Mamoru y Yuji están separados por una distancia insalvable (el vacío negro trasladado físicamente en pantalla), y el resto de individuos, desde la despreciable hermana de éste último a la pandilla de jóvenes, quienes no así figuran un núcleo social único, al sobrevivir desvinculados del entorno al cual se han adaptado.
¿Qué serían? Especies invasoras, revolucionarias como el Ernesto Guevara que lucen en sus camisetas, ¿la esperanza para combatir la muerte y el hastío social según Kurosawa? Tras ciertos momentos donde regresa al horror de corte sobrenatural de ¨Kairo¨ y a la subtrama sobre la relación entre Shinichiro y Yuji (padre e hijo sustitutivos igual que Yutaka y Fujimori en ¨License...¨, cuya realidad ¨real¨ y palpable de uno entra en conflicto con la utópica y soñada del otro), la figura de la medusa, pilar de la historia y ser de la discordia, toma una importancia sagrada y trascendental. La otra realidad es la propuesta y creada a partir de ella.

Homólogo espiritual de Mamoru, este animal, impulsora del ataque de responsabilidad y de la recuperación en la fe de Yuji (y después de Shinichiro), es la concepción informe de una revolución vital. Adaptada a la fuerza al medio, del agua salada a la dulce, el ser, que flota en su pecera ajeno a todo lo exterior, es liberado por accidente pero en lugar de morir como su dueño original sobrevive, se infiltra, y el brillo de su hidroesqueleto ilumina los rincones oscuros de esa sociedad humana dividida que, en su pérdida de valores, incomunicación e inmoralidad, no puede competir con la familia creada por él, dispuesto a dejar esa ¨sociedad-incubadora¨ y dirigirse a un futuro más luminoso.
En la versión más radical de sí mismo, Kurosawa aboga por la esperanza adelantándose en cinco años a ¨Sonata de Tokyo¨, y evita en última instancia el discurso desgarradoramente nihilista de algunas de sus películas anteriores, así como los finales apocalípticos (que mucha importancia tenían en ¨Charisma¨ o ¨Kairo¨) o las interpretaciones opacas y ambivalentes (caso de ¨Barren Illusion¨), dejando sobrevivir a los protagonistas, quienes comprenden la oportunidad de volver a comenzar.

El nuevo comienzo, en el simil humano, lo podrían figurar esos delincuentes juveniles (todos iluminados por sus trajes blancos) que acaparan el protagonismo en ese desconcertante epílogo, filmado a lo largo de un elaborado plano-secuencia, a pesar de ser la destrucción y la violencia su método para marcar el cambio y el avance.
Típicamente ¨kurosawiana¨ en su forma y discurso, lastrada por una farragosa irregularidad narrativa, a menudo inexplicable de manera tortuosa, ¨Bright Future¨ consigue destacar por sí sola en Cannes y sobrevive como otra de esas células en la larga cadena de obras crípticas e ininteligibles del nipón, sólo capaces de brotar desde su genoma alienígena...



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EvilRaider

  • 13 Jul 2020

7


A medida que uno va avanzando en la filmografía de un director, esto es, desde sus inicios hasta el final de su carrera cinematográfica, puede apreciar varias cosas. Esto no siempre debe estar ligado con una maduración personal, sino que incluso puede especializarse en crear un tipo determinado de productos, o bien retocar ciertos elementos de sus obras, dejando impreso su “sello personal” o también, por qué no, demostrar su brillantez sobre un género determinado antes que sobre otros.

En cuanto a nuestro maestro en cuestión, Kiyoshi Kurosawa, me atrevería a decir que peca del último aspecto a grandes dosis, siempre, dejemos esto claro, en el buen sentido del término. Y es que leí a un usuario de Internet que afirmaba que, de alguna forma a Kiyoshi “se le daba mejor” hacer películas que no fueran de terror. No se trata de una cita textual, sino una idea transformada. Aunque seguro estoy que nuestro amigo se habrá visto más material que el que escribe estas palabras, he de estar casi obligatoriamente de acuerdo con él.

Hasta el momento, es decir, hasta “Bright Future (2003)” podría decirse que del género Terror podríamos contar con la casi primigenia “Sweet Home (1989)”, su aportación al universo de “Gakko no Kaidan G (1998)”, “Séance (2000)” o la apocalíptica “Kairo (Pulse)” del 2001. De entre medias se mandó algunos trabajos desconocidos y con poco peso como “Dangerous Stories (1989)”, “Door 3 (1996)” o la para mí, un tanto sobrevalorada “The Guardian from the Underground (1992)”. Si por el contrario, colocamos en el otro brazo de la balanza, aquellas cintas que podrían llegar al término de Drama/Historias de la vida o la serie de películas con tinte policíaco-Suspense, estaríamos casi incluso en igualdad de condiciones. Aunque muchos de estos últimos trabajos actúan meramente de engrosamiento de su ficha personal como cineasta. Se tratan de obras “secundarias” donde la mayoría son cortos o TV Movies sin mucha relevancia. Con ello no quiero desprestigiar el trabajo del cineasta, pero la realidad muestra otra cosa bien distinta.

¿Qué de cierto hay entonces en lo dicho anteriormente? Bueno, quizás por la gran disparidad entre ambos géneros. Es cierto que el género del terror es amplio y de hecho, aporta una gran capacidad de síntesis con otros tantos, como por ejemplo, cine de terror y suspense, cine de terror y policías o también, cine de terror y acción. Sin embargo, con Kurosawa podemos discernir una gran y gruesa a la vez, línea fronteriza entre el mundo del terror y “lo que no es terror”. Ya sea sus dos primeros pinitos con “Kandagawa Wars” y “The Do-Re-Mi Girl” o con su saga “Suit Yourself or Shoot Yourself”, tenemos claro que entre el fin del mundo, casas embrujadas y fantasmas vengativos, Kiyoshi sabía cambiar de bando con gran maestría. Ahora bien, ¿dónde se especializa? ¿Qué se le da mejor? Si bien es cierto que las cintas de terror son de gran calidad y aportan un nicho dentro en la nueva ola del J-Horror moderno, aquellos otros trabajos marcan sobretodo un estilo propio y característico del propio realizador, romantizando a las propias películas y creándolas bajo un propio ambiente, una manera de contar la historia tan personal e inconfigurable por terceros, que hace nada más que quererlas y admirarlas a partes iguales.

Bright Future no es sino otro caso más de esos. Una película de “Historias de la Vida”, de un caso común y corriente de la vida cotidiana, que le sucede a un protagonista con alguna tara personal. Fórmula repetida en la gran cantidad de obras reconocidas del director: Serpent’s Path, The Eyes of the Spider, License To Live, Charisma o Barren Ilusions. Sin embargo, la diferencia de Charisma con las otras obras es que el resto están más enfocadas a esa personificación e identificación del cineasta con las obras, dándoles esa alma o ese estilo más propio que tiene el hombre. Charisma, aunque igualmente posee esa marca de calidad de Kiyoshi, es entendible de a primeras, sin muchas dificultades, y con metáforas y demás instrumentos narrativos asimilables y buenamente entendibles.

Futuro Brillante es lo que sueña nuestro protagonista, un joven con problemas emocionales y dificultades para relaciones de manera normal con sus iguales. En sus sueños contempla un mundo ideal y sano, donde él viviría feliz y en paz. Sin embargo, la realidad es antagónica como menos. Llega a tal punto su ineptitud para realizar la más básica de las tareas que un colega suyo del trabajo le ayuda y asesora con ciertos temas “básicos”. No solo se convierte en su único amigo, sino que cuando desaparece de su vida sin decirle adiós, nuestro protagonista ha de realizar un periodo de adaptación en soledad a la vida real. Una vida sin Mamoru, su único amigo.

Y es que el propio Mamoru renuncia un día a su mediocre trabajo para comenzar una nueva vida, un renacimiento. Asombrosamente, ello sería cometer un crimen atroz. La película se basa en las, tan amadas, metáforas del director para representar a la medusa venenosa que Mamoru tiene por mascota para reflejar el problema que ilustra a nuestro protagonista. La preciosa medusa no sólo es letalmente venenosa, sino que además posee una apariencia apacible, como relajada y en paz (o hasta suave y frágil). ¿Podría ser una representación del propio protagonista (Yuji Nimura)?

Como iba diciendo, una vez su único amigo es encarcelado, el padre del mismo, un viejo con una tienda de reparaciones de electrodomésticos, anda corto de personal y compañía, y decide “adoptar” a Nimura como su nuevo hijo y ayudante en la tienda. Asistimos ya no a una historia de un hombre con problemas y perdido en una sociedad que parece no quererle, sino a una lucha entre generaciones. El padre de Mamoru, que representa a una vieja generación con valores y aptitudes, y Nimura, quien quizás representa a una generación de jóvenes rebeldes sin una meta en su vida y sin aspiraciones personales. Entre tintas tenemos a la poca familia que tiene Nimura, los cuáles no sólo se ven más maduros y desarrollados que él, sino que representan otra generación, o grupo, donde él, debido a su incapacidad de adaptación, le es imposible encajar.

De narrativa compleja, llena de metáforas y estudios del comportamiento humano, Akarui Mirai, representa una obra interesante, de crítica social inclusive, que Kurosawa tan buenamente supo realizar. Transgresora en ciertos momentos, no es recomendable para muchos y aunque es bastante bella en cuanto a todo lo que quiso mostrarnos (y cómo lo hace), no quedará en la mente mucho más allá del simbolismo que transmite.

Ver con precaución y atención.

7/10



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