Ficha Espíritu de Conquista


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Críticas de Espíritu de Conquista (1)




Mad Warrior

  • 7 Apr 2023

5



Desde Omaha a Sacramento, el cable de un sistema innovador, el telégrafo, está cruzando las tierras del salvaje Oeste, partiéndolas en dos mitades, la vieja y la moderna, y ambas chocarán en forma de diferentes accidentes...

Sorprende la presencia de alguien como Fritz Lang, tanto más cuanto que su genio siempre quedaría aparcado en el ¨thriller¨ y fábulas de muy diferente condición, sin embargo ya había demostrado a todos que un austriaco, por muy lejos que quedara su casa de EE.UU., podía aventurarse en el género por excelencia de la cinematografía del país, así lo hizo con ¨La Venganza de Frank James¨, mero encargo de 20th Century Fox que acogió con los brazos abiertos incluso si se trataba de seguir con la historia que otro ya había empezado (en este caso un nada desdeñable Henry King).
La razón es que el director se sentía hechizado por el mundo en el que había aterrizado, su paisaje, sus raíces nativas, su épica y trágica historia de fundación, de ahí el entusiasmo que le embargaba por seguir apegado a este imaginario, un tanto soñado e inocente. Y esa es la razón de que, inmediatamente, se encontrara trabajando en otro ¨western¨, ahora partiendo de una novela del legendario experto en el género Pearl Z. Grey (una de las muchas que serían adaptadas al cine); pero no se puede decir con seguridad que el guión de ¨Western Union¨, escrito a muchas manos, siga tan de cerca su fuente literaria como para llamarlo ¨adaptación¨.

Lang predica su amor por el terreno estadounidense y la pureza de sus vastas dimensiones, su flora y su fauna, su horizonte inalcanzable, cual Ford, cual Walsh, y en una colina dicha inmensidad es observada por Scott, con una expresión de reencuentro con su tierra algo melancólica; el pesimismo, la oscuridad que pesa sobre este personaje entronca con el espíritu ¨langiano¨, y ello provoca ya la primera ruptura con el libro. Por la sencilla razón de que el protagonista de aquél era Wayne, el recién llegado de la ciudad dispuesto a abrirse camino en el Far West trabajando para la gran empresa Western Union del pionero Ed Creighton.
Cameron tiene aquí el físico de Robert Young bajo un nuevo nombre (Richard), pero ni su encuentro con Lawden (ahora Shaw) es igual que el imaginado por Grey ni tampoco su importancia en la película, ya que la intriga suele rodear a éste último (obviamente, teniendo a Scott a bordo). A partir de aquí se produce la misma dispersión: el libro se desarrolla a base de trepidantes minitramas, siguiendo el proceso de la instalación del telégrafo por los hombres de Creighton, y algo así sucede en su versión para la gran pantalla, bajo la intensidad del Technicolor y los grandes espacios, pero sin la impronta visual característica de Lang (en ese sentido, todo es plano y nada atractivo, salvo por un par de secuencias).

Su mayor acierto es la observación del viejo Oeste siendo conquistado por una nueva forma de progreso, un choque generacional (los veteranos del pueblo al encontrarse al niñato de ciudad Richard) ligado a la evolución del país sin olvidar su lado más mitificado y encantado, simbolizada en la gran gesta del telégrafo, así como la inclusión de la parte más mísera de la Guerra Civil (en el lado confederado, claro) y la maduración de Shaw a lo largo del viaje, torturado por un pasado violento del que intenta huir sin conseguirlo. Pese a todo, y al observar bien el argumento, no es extraño que el autor estuviera enfurecido con Hollywood por cómo trataban sus obras.
Y es que el de ¨Western Union¨ es al fin y al cabo un caos narrativo. Se supone que es Shaw el héroe, pero durante un tiempo pasará por la pantalla cual secundario, hasta que se reubique su propia historia en la de la película; las docenas de subtramas presentadas aquí y allá no llevan a ninguna conclusión y su importancia se diluye, al igual que la de sus personajes, más bien soportes de los dos protagonistas (como la hermana imbécil de Creighton, de repente el interés romántico del anterior y Richard, algo no resuelto). Por otro lado el papel de los indios está prostituido y embarrado, típico de un ¨western¨ de aquellos tiempos, por mucho que Lang los intente defender en última instancia.

Aunque para defender a los nativos hay que dejar un grupo en la oscuridad, y esa es la Confederación. Otras cosas peores suceden, como querer dar un toque divertido al conjunto, de cierta levedad, más accesible al público; es un humor tontorrón que termina por hacer de lo trágico y serio algo inocente y mojigato, lo que no se le da nada bien al austriaco. Un tipo de humor muy norteamericano y muy de aquellos tiempos (la mayor parte de culpa se la lleva el dúo formado por Theodore ¨Chill¨ Wills y el cómico George ¨Slim¨ Somerville, quienes en su esmero por hacerme reír sólo me provocan vergüenza ajena...).
Y entre medias de las innumerables historias cruzadas, de los incidentes, los maltratados indios y la dama de turno, que aparece y desaparece cuando quiere, se va gestando la triste parábola de Shaw, obligado a retornar a su anterior vida de vil forajido y encarar sus demonios para redimirse en la actual; pero sin primeros planos (ya que el productor Darryl Zanuck los detestaba) ni nada destacado en la forma, el último duelo en que alcanzará su cometido resulta tan poco atractivo como el resto del film, aun rematándolo un giro, realmente ¨langiano¨ (eso no se lo quita nadie), que ni siquiera un servidor esperaba.

Pero al ser comparada con otros ¨westerns¨ del mismo año (¨El Pastor de las Colinas¨, ¨Billy, ¨el Niño¨ ¨, ¨El Último de los Duane¨, también de un libro de Grey, o la monumental ¨Murieron con las Botas Puestas¨), este esfuerzo palidece y mucho, se muere en su mitificación absurda, su terrible irregularidad.
Visual y formalmente sólo hay dos instantes a recordar: el episodio del gran incendio en el bosque y la última puesta de sol, de gran belleza pictórica, casi impresionista. Lang, por otra parte, tardaría mucho en volver a acercarse al género.



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