Son ya nueve años de haberla visto por vez primera que me satisfizo por la grande interpretación de la convincente Silvia Abascal, sin embargo, aquesta vez gustóme más que a la sazón, por cogerle bien la medida a las hechuras poéticas de Lope de Vega que no lo hiciera en su día; pues los versos desprenden magia por doquier, y más de la dulce boca de Silvia Abascal que dota al personaje de naturalidad encantadora, cambiando con precisión el registro, al contrario que Roberto San Martín encarnando a Liseo emperifollado como pavo real y recitando exagerado como ya lo percibiera; quien es correcto es José Coronado que a veces está certero y en otras, blandiendo la espada, pierde dicción, y Verónica Forqué, como la intolerante y disciplente Otavia, que arranca ciertas risotadas con sus despachaderas; al contrario que María Blázquez como Clara, que no hace sino causar vergüenza ajena y repudio, que no es sino la payasa caliente de turno que con la nada arde en deseo, nada aporta, e incita a querer perderla de vista, y, a su vez, los escenarios que no son sino todos los tres, parecen transcurridos en el Paraíso, conque fascina fácil.
De principio a fin magnética, que tanto más la veo más crece en encantos.
Parnaso
7
21/05/2014
Son ya nueve años de haberla visto por vez primera que me satisfizo por la grande interpretación de la convincente Silvia Abascal, sin embargo, aquesta vez gustóme más que a la sazón, por cogerle bien la medida a las hechuras poéticas de Lope de Vega que no lo hiciera en su día; pues los versos desprenden magia por doquier, y más de la dulce boca de Silvia Abascal que dota al personaje de naturalidad encantadora, cambiando con precisión el registro, al contrario que Roberto San Martín encarnando a Liseo emperifollado como pavo real y recitando exagerado como ya lo percibiera; quien es correcto es José Coronado que a veces está certero y en otras, blandiendo la espada, pierde dicción, y Verónica Forqué, como la intolerante y disciplente Otavia, que arranca ciertas risotadas con sus despachaderas; al contrario que María Blázquez como Clara, que no hace sino causar vergüenza ajena y repudio, que no es sino la payasa caliente de turno que con la nada arde en deseo, nada aporta, e incita a querer perderla de vista, y, a su vez, los escenarios que no son sino todos los tres, parecen transcurridos en el Paraíso, conque fascina fácil.
De principio a fin magnética, que tanto más la veo más crece en encantos.
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