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Después de haber visto el tráiler y con lo espectacular que resultó ser la cuarta entrega, de está no cabía esperar otra cosa. Pero el resultado es muy distinto a lo que el tráiler ofrecía.
No anuncio un engaño, ni un timo. La saga de ¨La Jungla¨ siempre ofrece acción, memorables escenas y un Bruce Willis divirtiéndose como nunca.
Pero aquí, su hijo se lleva la mayoría de las secuencias de acción. Está presente en cada una, y Willis es más un guardaespaldas que alguien capaz de enfrentarse a todo el peligro.
En las anteriores también tuvo compañía, pero en el caso de la tercera, Samuel L. Jackson era carismático y divertido. En la cuarta parte, Justin Long era más bien un señuelo para que Willis fuese más despreocupado a la hora de cargarse a todo el mundo.
En cambio aquí, no existe ni una cosa, ni la otra. Willis empieza a convertirse en un secundario, y aunque hay momentos espectaculares, su duración tampoco le beneficia.
Es entretenida, pero han pegado un bajo considerable. Y si la siguiente entrega sigue en está misma rama, la saga se acabará ahí.
La persecución por la ciudad, tan fantasmal pero tan espectacular, es lo mejor de toda la película.

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