Ficha ¡Qué Gozada de Divorcio!

6.45 - Total: 5

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de ¡Qué Gozada de Divorcio! (1)


Mad Warrior

  • 14 Feb 2022

4



Qué tiempos de cambios van a arramblar al país, van a demoler los polvorientos pilares de la tradición, van a quebrar las honorables buenas costumbres, por favor.
Llega la democracia y, hala, con ella el libertinaje, la revolución, ¡la locura!

Un servidor, que no nació en aquella época, se juega el cuello a que tan vacuas peroratas fueron gritadas por muchos hombres (maduros y no tan maduros) en la España de los 80 cuando la Transición pegaba sus coces más fuertes en la sociedad, y una de las más destacadas fue la legalidad del divorcio, que se hizo definitiva en pleno verano de 1.981, con el calor, cuando al señorito ministro Ordóñez se le pasó por la cabeza, sin no recibir pocas quejas de los sectores más tradicionales. Pues esta situación fue muy llevada entonces al cine, sobre todo en el tema de la comedia.
Y el bueno de Mariano Ozores, siempre pendiente de las cosas que pasaban a su alrededor, como todos ya saben, no puede desperdiciar este momento único y tratarlo desde su particular punto de vista; coge entonces a la mitad del dúo Pajares/Esteso, con quienes no dejaba de firmar un éxito tras otro en taquilla. Su historia la inicia todo un ¨tour de force¨: decenas de instantes absurdos y tres preciosas mujeres ya desnudas en menos de 8 minutos de metraje, cosa que nadie más es capaz de hacer (y hoy en día menos) con tanta soltura y medición del tiempo; y el protagonista es uno de sus típicos caraduras.

Entramos de lleno y sin prólogos innecesarios en las correrías de un galán simpático pero detestablemente sinvergüenza, que engaña a tres mujeres a la vez, todas ellas estereotipos demolidos de la sociedad de entonces: una enfermera buscona, una rebelde de extrema izquierda y una áspera taxista; que no nos engañe este marco tan propio del grotesco cine del destape, porque Ozores destacaba en él como un zafiro entre carbones. Como siempre ha hecho vuelve a perfilar a hombres viles que manejan al retortero a pobres cariñosas y entregadas, pero que luego son un auténtico desastre en su vida privada sin la presencia femenina...¿quién diría que sus lascivos festivales escondían tan importantes mensajes?
Pues sí, véanse ¨Señora Doctor¨ para confirmarlo; su discurso se destapa más furioso que nunca cuando el padrastro del protagonista (un señor de casta tradicional e inamovible encarnado por ese genial Juanito Navarro) se va a aprovechar del divorcio para abandonar a su esposa, la encantadora Florinda Chico, que a viva voz pronuncia, empleando las afiladas palabras del director/guionista, su propio beneficio de libertad con la separación, lo que el anterior deniega en un gesto despreciable que hoy lo llevaría a la hoguera. Así que don Mariano defiende con uñas y dientes a todas las mujeres...

Desde esas chavalas descerebradas cuya identidad es arrebatada (le pondrá los nombres de los días de la semana, el muy canalla de Alberto) a las más valientes amas de casa, aplastadas por la dureza del marido; y con la alegría que le da el humor grueso, organiza un encuentro casi milagroso entre Alberto y su mujer Julia, quien también desea el divorcio. Se produce un viraje en la trama que confunde y a la vez sorprende, una especie de reencuentro entre ambos donde ella descubrirá las falsas apariencias en las que él se ha de refugiar para ocultar su herida virilidad (lo que recuerda a ¨Alcalde por Elección¨), arrastrándoles después a un apasionado sueño de amor juvenil.
Durante su transcurso el toma y daca de ambos (una gran química la de Pajares y Africa Pratt) da lugar a situaciones tan delirantes y tontas como subidas de tono (Ozores nos brinda una de las secuencias más eróticas de todo su cine: la del jacuzzi), pero el guión, en lugar de seguir desarrollando la aventura de estos (reencontrados) amantes cuales Ann y Joe de ¨Vacaciones en Roma¨, se escora a la elaboración de una de esas farsas vodevilescas tan del gusto del director, siempre en homenaje a sus queridos Wilder, Cukor y Lubitsch. Esto le permite volver a traer a las tres protagonistas del principio y montar con una fluidez pasmosa el terrible enredo dentro del piso de Alberto.

Lo visto supera con mucho a algunos finales parecidos de su cine, donde el exceso de personajes en la misma habitación resultaba agobiante (como en ¨El Cura ya tiene Hijo¨ o ¨El Currante”); aquí sabe muy bien cómo dirigir a sus actores para que vayan encontrándose y separándose, entrando y saliendo en ese escenario de discordia que es el salón. Y a estas alturas el enredo se puede simbolizar perfectamente en esa bola de lana que cogen todos los protagonistas y cuyo hilo viene del jersey de Alberto, una bola que se va haciendo más grande por minutos y que deja a aquél desnudo ante las evidencias.
Por esto mismo resulta algo irritante, y si me apuran aborrecible, la resolución que se saca de la manga el madrileño, pues al final el personaje de Julia (con el hipnótico cuerpo y rostro de Pratt) es el más ininteligible, por sus cambios de opiniones y reacciones contrarias con respecto a la infidelidad de Alberto (¿dónde se ha visto algo tan poco creíble?)...si bien esto está, por supuesto, tratado desde la óptica humorístico-surrealista de Ozores, quien prefiere no decantarse por un colofón más amargo y deprimente, como demandaba a gritos la historia.

El enredado y divertidísimo clímax (cabe señalar las indirectas y respuestas tan impagables que se van lanzando Pajares y Navarro para seguir alimentando la farsa) lleva entonces a un insatisfactorio anticlímax muy inepto, demasiado torpe, pero se lo podemos tolerar de todas formas al veterano realizador, por habernos vuelto a dar un entretenimiento así de sano e inesperado.
Tanto le gustó el tema que lo repitió al año siguiente en ¨El Primer Divorcio¨ (mientras Esteso aparecía a las órdenes de Juan Bosch en ¨Caray con el Divorcio¨, calco vulgar y más negro del que nos ocupa...incluso con la misma banda sonora). Inolvidable, por cierto, mi adorada Azucena Hernández en el mejor papel femenino.



Me gusta (1) Reportar

Ver todas las crítica