Como cambian las tornas, que de verla como un entramado dulzaino, ahora vista con nuevos ojos, la elevo a un nivel superior por la ternura que irradia. Y es que la estancia de Blancanieves en la cabaña de los siete hombrecitos en que se mantiene resguardada de la acechanza de la reina que envidia ponzoñosa le profesa, y dispone el desbarajuste con el mayor desinterés, es en suma, estadía agradable y amena repleta de magia. Por el contrario, la maligna risa, el escalofriante caminar y la estrepitosa escapada de la reina convertida en bruja, póneme los compañones como amígdalas, que considérolas cosa aterradora como pocas. También es así su frío y macabro ofrecimiento de agua a su muerto rehén que es el culmen de la historia. Por otro lado, la personalidad de la criada de la reina, Blancanieves, que antes empalagosa la advertía, ahora, dulce, tierna y generosa la percibo. Además, el final en que los hombrecitos y animalitos acompañan a la doncella en el velamiento del sueño de la muerte dejando su figura al descubierto bajo cristal tallado por los pequeños mineros, es tan emotivo como solemne. Cosa aparte son los siete hombrecitos que son tiernos como algodón, especialmente vergonzoso y gruñón, que ávido de un beso de Blancanieves está pese a disimular rabia entre dientes después. Entonces, el menda, ahora, por fin, disfruta y regodéase en esta película que pone en juicio la envidia que saca lo peor de la despreciable chusma. Encantadora.
Parnaso
8
TERCERA REVISIÓN
Como cambian las tornas, que de verla como un entramado dulzaino, ahora vista con nuevos ojos, la elevo a un nivel superior por la ternura que irradia. Y es que la estancia de Blancanieves en la cabaña de los siete hombrecitos en que se mantiene resguardada de la acechanza de la reina que envidia ponzoñosa le profesa, y dispone el desbarajuste con el mayor desinterés, es en suma, estadía agradable y amena repleta de magia. Por el contrario, la maligna risa, el escalofriante caminar y la estrepitosa escapada de la reina convertida en bruja, póneme los compañones como amígdalas, que considérolas cosa aterradora como pocas. También es así su frío y macabro ofrecimiento de agua a su muerto rehén que es el culmen de la historia. Por otro lado, la personalidad de la criada de la reina, Blancanieves, que antes empalagosa la advertía, ahora, dulce, tierna y generosa la percibo. Además, el final en que los hombrecitos y animalitos acompañan a la doncella en el velamiento del sueño de la muerte dejando su figura al descubierto bajo cristal tallado por los pequeños mineros, es tan emotivo como solemne. Cosa aparte son los siete hombrecitos que son tiernos como algodón, especialmente vergonzoso y gruñón, que ávido de un beso de Blancanieves está pese a disimular rabia entre dientes después. Entonces, el menda, ahora, por fin, disfruta y regodéase en esta película que pone en juicio la envidia que saca lo peor de la despreciable chusma. Encantadora.
Me gusta (3) Reportar