Ficha Tell Your Children (Reefer Madness)


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Críticas de Tell Your Children (Reefer Madness) (1)


bigladiesman

  • 29 May 2018

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Supongo que aquí somos muchos los que estamos concienciados de las maldades de los estupefacientes. Hasta aquí todo bien. Pero, ¿podéis creer que en los años 30 hubo una ola de pánico contra el cáñamo? Empujada en realidad por grandes magnates (con William Randolph Hearst por delante de todos) que querían evitar la regularización de la producción de papel de prensa barato usando cáñamo, lo cual podría dañar sus fortunas, decidieron en la medida de lo posible reducir su plantación impulsando bajo mano la propugnación de un acta gubernamental que avisaba muy exageradamente de los peligros de la marihuana (que por supuesto que los tiene, pero más abajo veréis que idas de olla). Los grupos conservadores y fundamentalistas picaron de lleno en el anzuelo e iniciaron la producción de unas películas “educativas” tan alucinantes que acabaron bien pronto en el circuito explotation. Este es su máximo exponente.

El actor más importante del reparto es Carleton Young, habitual en westerns, como Jack Perry, un camello que como las las grandes tabacaleras busca consumidores jóvenes a los que atraer, para hipócrita costernación de su cómplice Mae Coleman (Thelma White, en mi opinión la única actriz que logra trasmitir el mensaje de la película correctamente), que solo quiere trabajar con adultos conscientes de lo que hacen. La virginal Dorothy Short, la muy descaradamente llamada Mary, se convirtió en la primera musa del cine lisérgico con sus apariciones en películas de este tipo, y el polifacético Dave O’Brien se hace un hartón de robar escenas con sus grotescas caras de flipao de la vida. Un tal Joseph Forte hace de la voz del “preocupado público” en la peli como un director de instituto que si se ve la película con frialdad resulta ser más que un ejemplo para la juventud un obseso que levanta testimonios basado en sus propios prejuicio, aunque el argumento le de, por supuesto, la razón. Un asco de tío.

El guion es hilarantemente exagerado, retratando como si tal cosa a la marihuana como un peligro peor que la heroína y otras drogas químicas (no me extrañaría que los tres guionistas se pincharan y desfogaran sus culpables conciencias de yonqui así). Los canutos convierten aquí a los personajes en dementes y asesinos con solo unas pocas consumiciones, con la hipocresía añadida de que todos los jovenzuelos de la peli fuman tabaco como carreteros y, oh, claro, eso sí es aceptable. A la larga, lo único que se logró es que los fumetas tomaran esta película como referente en los 60 y se convirtiera en pieza de culto.

Técnicamente es normalita, nada especialmente destacable ni para bien ni para mal. Aunque es interesante ver como evoluciona la imagen del narco desde aquí a “El precio del poder”. El jefe de la red tiene un despachito con una mesa, una silla y dos carpesanos colgados. Tal cual. Quizá es fiel a la realidad, pero a nivel cinemático da mucha risa.

Yo no consumo, pero me hago a la idea que los amigos del 420 les haga gracia esta película. ¡Si es que es una sobrada lisérgica! La verdad es que hay diálogos y reacciones que son para petarse (no pretendía ser un juego de palabras). Peor aún: queriendo ser un producto serio y dedicado a la vigilancia moral, resulta muy divertido. En todo momento logra lo contrario de lo que pretende: el personaje más empático es una camella alcohólica que vive “en pecado”, las fuerzas del orden, la justicia y la decencia resultan tan repugnantes como los mismos camellos a los que se condena
Recomendada, a parte de para el colectivo ya nombrado, para los frikazos, amigos del cine trash e incluso para gente con interés por las perspectivas sociales americanas del periodo de entreguerras. ¡Que rule la peli, que rule!



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