La cinta tiene olor a Coffee and Cigarettes, eso es claro. Las mesitas llenas de azucareros, servilletas arrugadas, tazas casi vacías y colillas de cigarrillos son escenario de manos tiritonas y comportamientos compulsivos: algunas pláticas absurdas pueden recordarle a uno las caras menos violentas de Bukowski y de Tarantino. La secuencia de títulos es agradable, el ritmo constante, divertido, los matices se barajan siempre renovándose. Una cosa muy bonita, sencilla, con un estilo potente que se transluce en todos lados, y que gracias a su carisma no cansa en absoluto. El blanco y negro transforma los encuadres en cenicero y cafetera, como si fuese sucia, un delicioso producto casero.
thirstyforblood
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La cinta tiene olor a Coffee and Cigarettes, eso es claro. Las mesitas llenas de azucareros, servilletas arrugadas, tazas casi vacías y colillas de cigarrillos son escenario de manos tiritonas y comportamientos compulsivos: algunas pláticas absurdas pueden recordarle a uno las caras menos violentas de Bukowski y de Tarantino. La secuencia de títulos es agradable, el ritmo constante, divertido, los matices se barajan siempre renovándose. Una cosa muy bonita, sencilla, con un estilo potente que se transluce en todos lados, y que gracias a su carisma no cansa en absoluto. El blanco y negro transforma los encuadres en cenicero y cafetera, como si fuese sucia, un delicioso producto casero.
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