En 1999, una película se estrenó en los cines de todo el mundo, dejando una legión de seguidores que se han extasiado con cada nueva entrega de la saga (no tanto con las directas a DVD).
Dicha película, titulada “American Pie”, resultó ser toda una sorpresa y se convirtió en un clásico de culto instantáneo.
Ese mismo año, también vio la luz “American beauty”, otra propuesta americana multipremiada pero que, en cierto modo, tuvo un impacto menor que “Pie”, más allá de sus Oscars y sus Globos de Oro.
Mientras que “American beauty” diseccionaba sin piedad a la sociedad más conservadora, “American Pie” se movía en el territorio estudiantil como pez en el agua.
Muchos nos hemos sentidos identificados con esos cuatro inadaptados cuyo único objetivo en el último año era tener sexo.
La escandalosa película (muy polémica en su momento) nos presentaba un argumento bastante típico de las comedias americanas de los ’80 y ‘90.
Pero la diferencia fue marcada por un elenco desconocido pero que estaba genial. Desde los cuatro protagonistas, pasando por las parejas o los padres. TODOS realizaban su papel a la perfección.
Teníamos a algunos rostros más o menos populares, como la siempre divertida Tara Reid (en su mejor momento) o Shannon Elizabeth.
Además, dejó un personaje archiconocido para la posteridad: Stifler.
Una escena particular quedó para el recuerdo eterno: el striptease de Jim ante Nadia. Son probablemente los diez minutos más divertidos de la película y de la historia del cine comercial.
La estética noventera que tanto me gusta rebosa por los cuatro costados (quizás, junto a “Clueless”, es el mejor exponente de la época).
Es una película adolescente y, por lo tanto, debe ser analizada y valorada como tal. En ningún momento intentó transgredir (aunque lo logró, vaya que lo logró) ni convertirse en un clásico.
Simplemente, quiso entretener a la juventud de la década que quería ver algo viejo revestido con algo nuevo. Así salió “American Pie”.
Eso debe ser estimado eternamente por todos.
Un millón de gracias al director Paul Weitz por crear una de las insignias que me marcaron (afortunadamente) en mi infancia/preadolescencia (junto a los clásicos del terror).
Carpini
9
En 1999, una película se estrenó en los cines de todo el mundo, dejando una legión de seguidores que se han extasiado con cada nueva entrega de la saga (no tanto con las directas a DVD).
Dicha película, titulada “American Pie”, resultó ser toda una sorpresa y se convirtió en un clásico de culto instantáneo.
Ese mismo año, también vio la luz “American beauty”, otra propuesta americana multipremiada pero que, en cierto modo, tuvo un impacto menor que “Pie”, más allá de sus Oscars y sus Globos de Oro.
Mientras que “American beauty” diseccionaba sin piedad a la sociedad más conservadora, “American Pie” se movía en el territorio estudiantil como pez en el agua.
Muchos nos hemos sentidos identificados con esos cuatro inadaptados cuyo único objetivo en el último año era tener sexo.
La escandalosa película (muy polémica en su momento) nos presentaba un argumento bastante típico de las comedias americanas de los ’80 y ‘90.
Pero la diferencia fue marcada por un elenco desconocido pero que estaba genial. Desde los cuatro protagonistas, pasando por las parejas o los padres. TODOS realizaban su papel a la perfección.
Teníamos a algunos rostros más o menos populares, como la siempre divertida Tara Reid (en su mejor momento) o Shannon Elizabeth.
Además, dejó un personaje archiconocido para la posteridad: Stifler.
Una escena particular quedó para el recuerdo eterno: el striptease de Jim ante Nadia. Son probablemente los diez minutos más divertidos de la película y de la historia del cine comercial.
La estética noventera que tanto me gusta rebosa por los cuatro costados (quizás, junto a “Clueless”, es el mejor exponente de la época).
Es una película adolescente y, por lo tanto, debe ser analizada y valorada como tal. En ningún momento intentó transgredir (aunque lo logró, vaya que lo logró) ni convertirse en un clásico.
Simplemente, quiso entretener a la juventud de la década que quería ver algo viejo revestido con algo nuevo. Así salió “American Pie”.
Eso debe ser estimado eternamente por todos.
Un millón de gracias al director Paul Weitz por crear una de las insignias que me marcaron (afortunadamente) en mi infancia/preadolescencia (junto a los clásicos del terror).
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