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Ya estoy aquí tras haber terminado la primera y última temporada (debido a la censura) de ¨Heathers¨, o cómo es conocida en España, ¨Escuela de jóvenes asesinos¨, gracias a que adapta la cinta de los ochenta protagonizada por Winona Ryder y Christian Slater, y a que los traductores de esa época estaban en busca y captura.

Aquí, en la ficción, el personaje de Winona es posiblemente el único que permanece casi intacto, puesto que Verónica Sawyer sigue siendo esa chica que está buscándose y que ya no se encuentra cómoda junto a la pandilla más cool del insti, las Heathers, que en esta ocasión, han sido adaptadas (muy adaptadas) a la juventud actual y a lo que hoy preocupa a los jóvenes (los likes).
Éstas nuevas petardas preuniversitarias no se parecen a sus antecesoras, han venido a ponerlo todo patas arriba; y es lo que están haciendo. La dictadura de lo políticamente correcto se ha hecho con el control y ellas son el ejemplo de las minorías empoderadas: la chica grande, la negra lesbiana y el chico trans dirigen ahora con mano de hierro: cualquier comentario o mofa pública hacia los más desfavorecidos y tu vida será un infierno, aquí es mejor ser lesbiana y negra, que sólo lesbiana (o sólo negra).
El género en el que mejor encaja la serie es, obviamente, en la sátira, en la sátira de la sátira diría yo, y sinceramente, es genial; pero voy por partes:

A ver, la idea es muy buena, invertir las reglas de la comedia adolescente como nunca antes se había hecho (con el permiso de Facking it), hacerlo con actores desconocidos para dar realismo, con un humor ácido muy a lo ¨Glee¨, unos personajes sacados de ¨Scream Queens¨ y las actitudes más propias de Regina George en ¨Chicas malas¨; con todo esto, sobra para que el producto intente aunar todo lo bueno que estas producciones poseían: humor negro, surrealismo, adolescencia, desparpajo, sparkle a manta y mucho estilo (incluso sangre), pero (con todo el dolor del mundo) hay que decir, que no ha entendido nada, es una pena pero aunque es descarada y revolucionaria, no consigue brillar en la denuncia social que intenta hacer (Como supo hacer Glee), se nota que existe un afán de criticar la superficialidad de la sociedad en la actualidad, pero no lo logra, se trata la agresividad como elemento seductor, es demasiado exagerada y resulta más realista cuando intenta ser sarcástica, lo que me lleva a pensar que es muy posible que su público objetivo la malinterprete.
En ningún caso quiero decir con esto que se merezca la censura, puesto que es inclusiva y tolerante (Heather Duke es lo más), no contiene ni una décima parte de violencia que cualquier otro show adolescente (por ejemplo, Los 100), en la serie no hay absolutamente nada censurable, todos los personajes maquiavélicos reciben su merecido, es verdad que al principio idealiza un poco el suicidio adolescente pero lo hace para denunciar las posteriores reacciones que se dan en estos casos, y también cómo inculcamos en los jóvenes la importancia de la popularidad y de mostrarse en público según las reglas de imagen dicten.

Crítica atroz a las RR.SS al sistema educativo, a las armas, a la tecnología invasora, sin olvidarse de ridiculizar el racismo, la homofobia, los cánones de belleza, la influencia de los medios... como pueden ver; un sinfín de cosas que me parecen más que suficientes para darle una oportunidad.
Vale, es puro mamarracheo, eso es innegable, pero hay que mirar más allá.

Aún así (y aunque me ha gustado bastante) hay que ser imparcial y el hecho es que no es un producto robusto, los ideales y las personalidades no se desarrollan nada a pesar de tener una temporada para hacerlo, el tono es excesivo, los personajes están al servicio de los giros de guión y andan como pollos sin cabeza y a veces todo es muy inverosímil, algo que va con su trama y su rollo caricaturesco, pero que no ayuda en nada a introducirte en la historia ni a acercarte a los personajes.

En definitiva, no es una gran producción, pero no debería haber sido tan maltratada, la culpa de las armas en las aulas no la tiene una serie que ni siquiera se ha llegado a estrenar, sino la normalización de ellas.
Pero bueno, se intentó revitalizar un estilo de hacer las cosas un tanto macabro pero muy original y desafiante con el status quo imperante.
Yo ya tenía mis dudas sobre la posibilidad (o más bien, imposibilidad) de adaptar esta cinta a la TV contemporánea, extrayendo humor de la violencia juvenil y con toda esa presión con la corrección política en la esfera pública. Finalmente mis dudas ha sido despejadas de la peor manera; Heathers fue víctima de lo que intentó denunciar.

Posdata para el próximo que tenga la genial idea de adaptarla a nuestros tiempos: ¨¿Te has comido un tumor cerebral?¨.

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