Ficha Prison School


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Críticas de Prison School (2)




Mad Warrior

  • 7 Oct 2022

8



Cinco hombres, una prisión; al frente: tres mujeres y una misión, la huida. Lo que en un principio amenaza con convertirse en un relato guiado por el estereotipo y los tópicos se revela con furia y sorpresa.
Pocas fugas carcelarias poseen la originalidad de la presente.

Parece mentira que pillase a todo el mundo desprevenido allá por 2.011, pero así fue; ¨Kangoku Gakuen¨ vende millones de copias aun estando enfocado al público masculino, esta historia centrada, como se lleva haciendo desde tiempos inmemoriales en el manga/anime, dentro de los muros de un centro escolar. Akira Hiramoto, que ya venía de ser aclamado gracias a ¨Ore to Akuma no Blues¨ (su extraña recreación de los EE.UU. de los años 30 desde una perspectiva muy nipona), fue lo suficientemente inteligente como para atinar con la fórmula y dar la vuelta al concepto.
Y antes de tomar su creación y sus personajes unos derroteros que han empezado a provocar el disgusto general hasta el punto de que va a verse forzado a cancelarla, desde JCSTAFF preparan la adaptación, que le es encargada a dos veteranos del mundillo: el guionista Michiko Yokote y el célebre director y dibujante Tsutomu Mizushima (más recordado por ¨Another¨, la longeva saga ¨XXX-holic¨ y varias películas de ¨Shin-chan¨). Se respeta la historia (hasta el 9.º volumen) y el trazo tan característico del cómic, de preciosos detalles y grotescas y surrealistas salidas de tono; y así vamos al interior de Hachimitsu, la más estricta academia de Tokyo.

De nuevo (y por enésima vez ya) se recurre al conocido tema de los alumnos masculinos recién admitidos en un ambiente escolar totalmente femenino, lo que lo enrarece y lo llena de frustración, miedo y tensión sexual; contaba Hiramoto que sus propias experiencias le sirvieron como estudiante de un centro cuya mayoría eran chicas, a las que nunca se atrevía a dirigirse. Pese al problema del tópico, uno rápidamente empatiza con los cinco intrusos Kiyoshi, Takehito (¨Gakuto¨), Shingo, Joji (¨Joe¨) y Reiji (¨Andre¨), alienados, apartados de la sociedad femenina, a todas luces inalcanzable.
Los episodios de presentación se dedican a eso, a presentar a los personajes, y en efecto se exponen tal como son; en el caso de los hombres se sigue la lógica de siempre: depravados y cobardes, a cuya hazaña para espiar en los baños femeninos se asiste desde la vergüenza ajena (no así toda esta ejecución ya deja ver el ingenio de Akimoto a la hora de plantear las situaciones). Castigo ejemplar, dado por las mujeres, en este caso Mari, Meiko y Hana, miembros de un consejo estudiantil centrado en lo que podríamos llamar ¨higiene moral¨; este cúmulo de sucesos conocidos y tan disparatados se abre a la auténtica premisa.

Premisa que es lo más absurdo que uno jamás esperaba ver en una comedia juvenil escolar, y brota de entre las mohosas paredes de lo que parece ser una cárcel (¿?), escondida en el patio trasero de la academia. Tal vez nunca la perversión masculina sufrió tal castigo en el género en que se enmarca esta serie; sin importar la incoherencia y locura que surge al pensar que un alumno pudiera ser tratado de prisionero en un centro de enseñanza privado, pero en el Japón alternativo que imaginó el autor sucede, cuya sociedad está regida por la autoridad femenina, que cual dictadura descarga su fuerte humillación y violencia en los sometidos, los hombres, la escoria.
Representación furiosa y no poco creíble de lo que sucede en el mundo real, en estos momentos, donde el poder de las mujeres se alza contra todo lo masculino. La presentación ha terminado; hasta el final vamos a ser testigos de una guerra de sexos sin precedentes y aquí es cuando los personajes toman forma y carisma, quedando los estereotipos desfigurados por una ácida exageración/caricaturización de los mismos, sin renunciarse (el público manda, a fin de cuentas) a una deliberada exposición erótica que roza lo pornográfico en ocasiones, y mostrándose en un sinfín de sórdidas variantes y fetichismos, a cada cual más bochornoso...

Cortesía de un quinteto protagonista que está perfectamente definido en sus personalidades e impulsos (desde el inteligente amante de la Historia japonesa ¨Gakuto¨ al amable sadomasoquista ¨Andre¨ o el enfermo amante de las hormigas ¨Joe¨), si bien lo que les distingue durante los primeros episodios es el cinismo, la desconfianza y un repelente individualismo.
Son los duros días de prisión, el sufrimiento y el castigo colectivo, como sucede en cualquier drama carcelario de manual, lo que les va uniendo, abriendo sus sentimientos y evolucionando, emocional y espiritualmente.

Frente a este aprendizaje por el dolor y la unidad por rebelión (y en ello es importante la influencia que ¨Prison Break¨ y los clásicos ¨Papillon¨, ¨La Gran Evasión¨, ¨Fuga de Alcatraz¨, ¨La Leyenda del Indomable¨ y la saga ¨Abashiri Bangaichi¨ tuvieron sobre Hiramoto), la severidad del trío femenino, también perfilado de maravilla en su enfoque individual, llevando al extremo ciertos clichés (sobre todo la sádica ¨yandere¨ Hana, desagradable personaje donde los haya) pero distinguido en conjunto por tres factores: su carencia de evolución en la trama, su imposición a base de una violencia brutal e indigesta (tanto que pierde de inmediato sus intenciones cómicas) y la testarudez con la que constantemente desvelan su tremenda torpeza e ineptitud.
Comentó el mangaka que con su obra deseaba otorgar poder y autoridad a la mujer en contrapunto al patetismo varonil; esto hace caer en la confusión ya que se presenta como todo lo contrario. Es decir, además de las altas dosis de ¨fan service¨, que hace de ellas meros objetos de deseo sexual, sus actos de violencia física y perversidad psicológica quedan vencidos por la inteligencia y amistad de los chicos, resuelto en unas situaciones donde el ¨juego del gato y el ratón¨ alcanza cotas inimaginables de absurdo, dignas del ¨estilo inesperado¨ de Miike, Kitamura o Sono, donde las secuencias de sexo ofensivo harían carcajear a John Waters.

Así, la autoridad femenina (o misándrica) siempre muestra su gran debilidad, y Hana vuelve a ser clave: bajo su apariencia de chula peligrosa y fanfarrona se esconde la más débil e inocente niña, que no tarda en postularse como víctima universal cuando sus actos violentos hacia los hombres se vuelven contra ella (Kiyoshi en este caso, iniciándose un sádico ¨romance¨ muy mal desarrollado, pues ella queda relegada a mitad de serie y no vuelve a aparecer hasta los capítulos finales). Y así como es un acierto evitar profundizar en el pasado de los protagonistas a través de ¨flashbacks¨, también lo es el tema que define el espíritu de esta obra.
Y es la postura de Yokote de no conceder atenuantes a nadie en absoluto, pues tanta culpa cargan los hombres como las mujeres, ¿o acaso toda esta historia no empezó con un acto repulsivo por parte de ellos? La traición en el seno de los reclusos que lleva a cabo Shingo refuerza ésto, y lo remata el personaje del director Kurihara, cuya dignidad y honestidad entra en un bizarro contraste con su tremenda perversión (la fijación por los traseros, una extraña constante en la historia), llevándole a ser una creación brillante y una buena razón para explicar el odio de Mari hacia los hombres, nacido del desprecio a una horrible figura paterna.

Mientras Kiyoshi aparenta un espíritu más noble que el de sus compañeros, no es menos diferente que ellos con respecto al sexo femenino, y la introducida tardíamente Anzu es una traidora; tan sólo Chiyo, la otra (literal) cara de la moneda de Mari, puede mantenerse como el reflejo de la pureza entre tanto nihilismo, violencia, depravación, odio y traición.
El anormal triángulo amoroso establecido entre ella, el primero (quien más atención acapara de los cinco chicos, junto a ¨Gakuto¨) y Hana, lo único que aporta interés a los últimos volúmenes del cómic, en la versión animada nunca se resuelve...

Yokote y Mizushima, experto a la hora de plasmar la intriga, el humor estrafalario, la acción y la atmósfera surrealista y grotesca del cómic, se detienen donde lo hizo el 9.º tomo, esforzándose en mantener el puro éxtasis que se logra en los enfrentamientos climáticos, donde se decide la victoria, ya no de los hombres sobre las mujeres, sino de los justos sobre los malvados...y así se nos pueden abrir los pulmones y respirar de nuevo junto a esos protagonistas con los que tanto hemos compartido y sufrido una sorpresa tras otra.
Pues si algo da un valor indiscutible a ¨Kangoku Gakuen¨ es el no dejar de impactar al fan y quebrar los códigos clásicos y clichés del manga/anime a base de agarrarlos por el pescuezo, burlarse de ellos y convertirlos en un espectáculo único de humor, sexo, drama, suspense, violencia y horror. Los minutos finales son orgásmicos, y los ¨seiyus¨ unos grandes profesionales sin barreras para terminar de definir la merecida personalidad a sus personajes.



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Asshlay

  • 27 Sep 2015

7


La temporada de verano de este año en cuestión de anime ha estado interesante, al menos yo he seguido algunas series, y lo que es mes raro he visto un par de series de temática ecchi, genero al que en raras ocasiones presto atención, de ahí que halla visto esta Kangoku Gakuen.

La serie he de decir, que quitando algunas escenas algo gratuitas,por momentos absurdas, sobretodo relacionadas con la vicepresidente que se luce muchísimo a pesar de la censura, no esta mal y acaba por entretener bastante con su trama y lo que tienen que pasar sus personajes para salir de la situación en la que se han metido.

En fin, esperando que pronto se anuncie una segunda temporada, para ver como sigue si es que se deiden a hacerla, aunque me temo que si la primera tuvo bastante momentos ¨ecchi¨, con esta segunda se pasaran aun mas.



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