Ficha Yamada-kun to 7-nin no Majo


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Críticas de Yamada-kun to 7-nin no Majo (1)




Mad Warrior

  • 17 Nov 2023

6



El instituto Suzaku guarda muchos secretos en su interior, tan fantásticos como terribles, y van a ser desatados por un gesto de lo más inocente y casual: un beso.
Esa será la razón de una aventura sin igual por desentrañar el tan celosamente oculto misterio de siete alumnas que poseen poderes asombrosos, pero ello puede tener un final trágico...

Ya popular gracias a la genial “Yankee-kun to Megane-chan“, donde estableció su sello dentro de la comedia romántica escolar y los impactantes “gags“, “Yamada-kun to 7-nin no Majo“, finalizada hace unas semanas tras cinco largos años de publicación y superando la cifra de 3 millones de ventas en el país, es la obra que finalmente ha dado a la mangaka Miki Yoshikawa una merecida fama. Todo comenzó cuando el jefe de Weekly Shonen Magazine le sugirió crear algo para estrenarse en Bessatsu Shonen Magazine, perteneciente a la misma editorial Kodansha.
Así, la historia de Ryu Yamada y Urara Shiraishi nace de su interés por el tema del intercambio de cuerpos y su deseo de unir el “shojo“ y la fantasía “shonen“; entonces el productor Hirokazu Shiba descubrió el primer capítulo en la revista y quedó tan fascinado con la idea y los personajes que no dudó en llevar a cabo una adaptación animada...por desgracia, al poco tiempo, un “live action“ televisivo, dicho sea de paso horrible, es realizado y el proyecto, pese a las exitosas promociones, se pospone. Tardaría en hacerse realidad dos años después, encontrándose el manga muy avanzado, por su 16.º volumen.

Inicio engañoso, como así será toda la obra, pero hay que decir del primer cuarto de hora del episodio de presentación de “Yamada-kun“ que es absolutamente magistral; ese ambiente escolar sombrío de soledad y fracaso, el carácter de los personajes, los frescos diálogos, el diseño visual, tan lleno de rincones oscuros como de espacios bañados de luz y color, todo parece nutrirse de la influencia de Makoto Shinkai (de hecho el incidente que da pie a la trama (nada original pues se lleva usando desde hace décadas) ha sido el punto de partida vital para su celebérrima “Kimi no Na Wa“).
El tropiezo que sufren los protagonistas en las escaleras del centro, siendo intercambiados sus espíritus de físico a causa de un beso...pero lo que parece comedia alocada entra en cauces menos divertidos al descubrirse que la solitaria Urara es víctima del ostracismo y el cruel acoso. Shiba le encargó el trabajo a su longevo colaborador, el diseñador y creador de storyboards Seki Takuno, quien debutó aquí a la dirección; éste se esmera en capturar la esencia del trabajo de Yoshikawa utilizando el humor, absurdo y gamberro, sin rebajar el tono dramático, más propio del “slices of life“, logrando un equilibrio interesante a la hora de presentar a los individuos que circularán alrededor de la carismática pareja protagonista.

Las apariencias y secretos hacen de ellos personajes profundos, nada planos, algo esencial. Ryu, clásico delincuente escolar, no es lo que aparenta ser, igual que la introvertida y misteriosa Urara o la caprichosa Miyabi, alimentada de mentiras; el guión no se queda en el asunto del acoso, sino que lo expande a otros dramas íntimos dentro del ambiente escolar, igual que el intercambio de cuerpos, un poder fruto de la maldición que pesa sobre el instituto. Y a partir de la unión de este trío y el impagable Miyamura (de lejos el mejor personaje masculino) como el grupo de Actividades Paranormales, la base se establece en un 1.er arco argumental de tres en que se dividirá la serie.
El mayor escollo a superar para el público (masculino) es la idea de que ese don mágico de origen desconocido se transmite a través de un beso, lo que implica asistir a situaciones cómicas de índole homosexual (la autora lo justificó como un accidente de la propia historia sin ninguna doble intención; y es cierto, aquí los besos aparecen tratados con la mayor frivolidad posible). Otro detalle original es que, pese a su aspecto “shojo“, “Yamada-kun“ se sirve de algunos de los escenarios arquetípicos del género (la playa, la fiesta cultural, la excursión escolar...), pero nunca se explotan en ese contexto ni absorben a la trama principal, sino que ocupan un segundo plano.

A partir del 5.º episodio se abre el 2.º arco. Las sensaciones son diferentes al presentarse Nene como otra alumna con un don: enamorar a quien bese; y de esta forma natural, a partir de un viejo diario, aparece la leyenda de las siete brujas que oculta el instituto.
Cambio importante; puede que el humor alocado persista pero el “shojo“ evoluciona a una aventura de fantasía y con un hilo sólido: buscar a las “brujas“ restantes. Lástima que la relación de Urara y Ryu no evolucione del mismo modo hacia el romance y que su papel en absoluto sea el de un protagonista heroico, sino más bien (debido a que puede “copiar“ los poderes ajenos) una herramienta de conveniencia para hacer avanzar la serie.

El formato de este arco es así episódico, centrado en la introducción de personajes nuevos, un error de Takuno pues los que ya conocemos van a ir quedando en un segundo plano, incluso Urara, y los nuevos sólo ocuparán un capítulo para luego ser olvidados (es que es imposible abarcar todo el colectivo que imaginó la autora). La gran baza de la serie es humanizar el concepto de las “brujas“, algunas en apariencia enemigas (Nene, Noa), al revelarse como marginadas sociales, chicas torturadas por traumas o un pasado terrible; los “poderes“ pierden su condición mágica, de fantasía, y adoptan otra intención.
Y es el ser utilizados como remedio a las enormes debilidades y carencias que pesan sobre sus miserables vidas; Ryu, en modo alguno el delincuente que creíamos, se encarga, al copiar sus poderes y usarlos en su contra, de abrir el corazón de cada una de ellas, que gozan de complejas intrahistorias, de nuevo más cerca del melodrama del “slices of life“ gracias al oscuro tratamiento psicológico y emocional de Yoshikawa. Derivará el 9.º episodio en un 3.er arco que regresa a un asunto hasta entonces tomado como subtrama: la competencia, desalmada, que circula en el centro por hacerse con el puesto de presidente del Consejo Escolar.

Ésta, que se asemeja a uno de esos “thrillers“ cínicos situados en el mundo empresarial, viene a unirse con el paralelo asunto de la caza de brujas siendo la última el catalizador para convertirlo todo en una intriga cargada de giros narrativos a cada cual más inesperado. Lo malo: las chicas que hemos conocido no aparecerán más o sus papeles serán reducidos al cameo y dos personajes surgen como meros comodines del guión (de quienes, por cierto, nunca habíamos oído hablar): Leona, hermana de Miyamura, y Shinichi, potencial sucesor del malvado conspirador Yamazaki para el cargo de presidente. Lo bueno: Urara vuelve a ser parte esencial del argumento, lo cual es de agradecer.
Pero un argumento (y por mucho que el estallido de instantes cómicos relaje la atmósfera) aún más oscuro que el resto de la serie, donde algunos protagonistas dejarán al descubierto sus despiadadas personalidades; en los últimos tres capítulos, llevados por Takuno a un ritmo de puro suspense, vemos a Ryu convertido en alguien realmente dramático, luchando (junto a Shinichi) por recuperar la memoria de sus compañeros tras su contacto con Rika (cuyo poder es borrar los recuerdos de todos aquellos que hayan tenido relación con la persona que maldiga).

De tal manera que esta trama de mentiras, traiciones, liderazgos y algo de violencia no sólo adquiere importancia por encima de la que hasta ahora seguíamos (la búsqueda de las “brujas“), sino que la lleva a su terreno y la absorbe hasta revertir todo su desarrollo.
Jugada maestra y retorcida de la autora, nada nos da la posibilidad de averiguar qué sucederá a continuación ya que la incertidumbre domina sobre los planes de Ryu, su relación con Urara y el futuro de las vidas de los demás, lanzándonos a una especie de intensa carrera contrarreloj por volver a cambiar el presente, y para ello hay que acercarse a la inquietante Rika (siguiendo la norma de plantear una humanización de los villanos).

El manga proseguiría ya con nuevos personajes, nuevas historias sobre nuevos grupos de “brujas“, nuevas intrigas y nuevos encuentros, hasta la consumación en matrimonio de la pareja; esto es algo aún no visto en versión anime, y a juzgar por el tiempo que ha pasado nunca sucederá. Nos queda la primera parte de una historia más inteligente de lo que aparenta ser a simple vista.
No hay término medio para “Yamada-kun“, parte perturbador “thriller“ de suspense y aventuras, parte comedia romántica delirante y parte drama psicológico con el importante mensaje de que nunca debemos aprovecharnos de nuestras debilidades/habilidades a través de la vida de otros, sino esforzarnos por superar los avatares individuales. Bien considerada por Yoshikawa como su obra maestra.



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