Un buen día te despiertas en la comodidad de tu hogar, con los primeros rayos de sol...pero te das cuenta de que a tu lado yace una gran serpiente, y paseando por el salón un caballo, y en la cocina una enorme araña rebuscando en el frigorífico, y en la bañera una sirena tomando un baño relajante...

Tal y como suena, menudo panorama sería ese, imposible de imaginar, ¿cierto? ¨Monster Musume no Iru Nichijo¨ obtuvo un tremendo éxito como una primitiva versión en formato ¨hentai¨ publicada en internet allá por 2.007 por Inui Takemaru, mangaka independiente iniciado en el sector ¨underground¨; su salto a la fama se dio tras aparecer parte de su trabajo en la primera antología lanzada por la revista Gekkan Comic Ryu, cuya particularidad eran las historias sobre relaciones entre seres humanos y seres de fantasía. Poco después la empresa Ryu Comics empezó a serializar lo que sería una serie manga, y así como si nada a día de hoy ya va próxima a alcanzar sus diez años de existencia, con una muy extendida base de fans.
Además ha sido adaptada a la radio, a versión de videojuego, a formato de novela ligera y, cómo no, de animación, que llega en 2.015 de la mano del estudio Lerche, quienes han producido conocidos títulos como ¨Ranpo Kitan¨, ¨Ansatsu Kyoshitsu¨ o ¨Danganronpa¨, y ponen a cargo de la adaptación a Tatsuya Yoshihara, diseñador experimentado ascendido a director y cuyo primer trabajo para ellos (¨Namiuchigiwa no Muromi-san¨) ya daba pistas sobre cual era su especialidad. El punto de partida es algo muy tratado en el anime (sirvan de ejemplo ¨DearS¨, ¨Chobits¨ o la infame ¨Sora no Otoshimono¨) que aquí sobrepasa todos los límites.

Tenemos al noble, caballeroso y torpe Kurusu, protagonista clásico, en el epicentro de unos hechos rocambolescos; clásico del ¨harem¨, pues al contrario que en otros trabajos, el presente, con algunos instantes de acción y violencia, se centra en la comedia romántica. Situación extraña y no poco interesante: este chico, se supone un estudiante, es participante de un ¨programa de adopción¨ de diversas especies que se está dando a escala global; Takemaru incide en algo tan espinoso como la aceptación de la diversidad racial y la cruel discriminación desde el punto de vista de una sociedad tan hermética y tradicional como la japonesa.
Y teniendo en cuenta la fecha de creación del manga se podría decir que se basó en ese Japón de la ideología del partido Liberal-Democrático de Shinzo Abe, quien apoyó una mayor apertura al exterior y la llegada de extranjeros al país; Kurusu, como buen héroe, refleja ese sector de la sociedad que lucha contra la discriminación (a veces con los puños) y acoge en su seno al visitante ante la desconfianza y burla de los demás. La gracia está en que eso se figura en una serie de criaturas increíbles, y haciendo el autor gala de un absurdo sentido del humor, toma algunos de los más famosos seres del folklore y la mitología y los ridiculiza, transformándolos en arquetipos femeninos alocados, irritantes y demenciales.

Seres como la lamia (Mia), la harpía (Papi), la ninfa dríade (Kii), el centauro (Cerea), la sirena (Mero), incluso el dúlachán (Rara), añadiendo otros monstruos a la función como un cíclope (Manako), un ¨zombie¨ (Zombina) o un ogro (Tionisia), éstos últimos miembros de un escuadrón anti-terrorista (M.O.N.) que será introducido a mitad de serie, haciéndonos creer que su intervención puede aportar algo interesante...pero no es así. Lo cierto es que todos estos personajes siguen la máxima del ¨shojo¨/¨harem¨ y circularán alrededor del protagonista mostrando un interés romántico, llevando así a las más típicas situaciones del género.
Rebosantes de humor, surrealista en todo su exceso, y cargadas de celos, tropiezos, peleas, citas, y, cómo no, altos grados de erotismo (altísimo en ocasiones, rozando el límite con el ¨hentai¨) plasmados en pantalla desde el delirio y un gusto atroz por el doble sentido hecho para impactar al ¨freak¨ adolescente de hormonas revueltas. En su desarrollo no apreciaremos una trama como tal, sólo un esquema que se repite hasta el tedio, centrándose cada episodio en la llegada de una nueva chica-monstruo y las dificultades por las que pasa el protagonista para incluirla en su hogar, cada vez más concurrido.

Chaval de espíritu heroico y casto a merced de personalidades femeninas que van desde lo sumiso y frágil a lo fuerte e independiente, quedando en incógnita si se critica de un modo socarrón algunas de estas formas de ser o simplemente se celebran por medio de la más indigesta frivolidad sexual; como vemos él se desvive por sus huéspedes y ellas por su anfitrión (otro buen uso del doble sentido, ya que ese es el significado de Kurusu), pero aquí claramente el poder dominante es de las mujeres. En otros términos, hay por ahí una amenaza de muerte a su persona hacia el final de la serie, pero esto sólo es una excusa para seguir con los escarceos amoroso-erótico-festivos entre él y la retahíla de féminas.
Se podría haber hecho más hincapié en el tema principal o presentar alguna intriga, pero lo que distingue a (la también apodada) ¨MonMusu¨ es la carencia absoluta de argumento, además de que, al retransmitirse mientras se publicaba el manga, muchos secundarios y ciertas subtramas se quedaron en el limbo (jamás aparece la madre de Mia, por ejemplo...). Para amantes del exceso en todos los sentidos: exceso de erotismo, exceso de destrucción material, exceso de humor extravagante y de cursilería romántica; un servidor la detestó debido a la asfixiante y grotesca sensación que produce ver al protagonista al borde de la muerte en tan innumerables ocasiones.

Eso sí, cuenta con un potente y adictivo ¨ending¨ interpretado por las ¨seiyus¨ de la serie.

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