Ficha Seikon no Qwaser


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Críticas de Seikon no Qwaser (1)




Mad Warrior

  • 10 May 2022

5



Hemos asistido a infinitas batallas en el mundo de la animación japonesa, pero se puede afirmar que aún quedaba ésta que nos ocupa, un enfrentamiento sin compasión y sin precedentes entre los guerreros más originales y letales de todos los tiempos: los Qwasers...

Los caminos para llegar a las obras maestras del anime no siempre tienen por qué tener comienzos grandiosos, a menudo nos aventuramos a través de sus lugares más recónditos, un tanto oscuros; en ese momento clave de mi posadolescencia en que el cine nipón ya había llegado para quedarse, una de las barreras a superar fue la afición ¨freak¨ por la animación, a la cual yo era ajeno (si bien ¨Pokémon¨, ¨Doraemon¨, ¨Captain Tsubasa¨ o ¨Digimon¨ ocupaban un lugar muy especial para mí. Pero aquéllas pertenecían a la infancia, y preparadas para ser derribadas por series de espectadores jóvenes/adultos.
Y la primera fue, cosas del destino, ¨Seikon no Qwaser¨, cruda, desconcertante y depravada a niveles estratosféricos, pero igualmente divertida e interesante, cuya idea original le surge a Hiroyuki Yoshino esperando en la estación de tren de Tokyo, quien pensó ¨¿Se habrá escrito alguna vez sobre un héroe que se vuelve poderoso al chupar los pezones de una mujer?¨. Acostumbrado a obedecer muchas restricciones en su época de guionista para series, se siente a sus anchas cuando le dan total libertad en la editorial Champion RED, donde dará vida a su creación ayudado por su longevo colaborador Kenetsu Sato.

Se puede decir que la imaginación de Yoshino no tiene límites al mezclar en un solo universo tal infinidad de temáticas, estilos, conceptos, géneros y personajes distintos, coincidiendo en una obra inédita, que recuerda a muchas anteriores y a la vez parece totalmente distinta. De la mano de Tomo y Mafuyu, estudiantes de la academia católica St. Mihailov y amigas inseparables, entramos en la historia tras un extraño prólogo que viene a anunciarnos el nivel de violencia y erotismo al que hemos de enfrentarnos; su tropiezo con un joven extranjero llamado Alexander es el principio de una aventura sin igual.
Lo malo de todo esto es que el manga, ya habiéndose ganado un buen número de adeptos, será adaptado a serie a mitad de publicación y, al igual que otras veces, cada uno seguirá su camino; diseñador experto, Hiraku Kaneko debuta con un material que como demuestra aquí y en futuros títulos, le viene como un guante, inclinándose más si cabe por el ¨fan service¨, el humor y la evasión, pero sin duda en su versión cómic la historia guarda un mejor desarrollo, más peso en el drama y profundización de personajes. La valiente y algo mandona Mafuyu y la tonta, adorable y atractiva Tomo adoptan el perplejo punto de vista del espectador al situarse en el epicentro de una gran guerra.

Guerra cuyo objetivo es un icono religioso (Sarui-su no Shojinjo) con el poder de dominar el Universo, trayendo a colación la amenaza de la tradición cristiana y sus símbolos característicos; son dos facciones principales, algo clásico, los que ansían poseerla: podríamos catalogarlos como héroes (la organización Athos) y villanos (la secta de los Adeptos) de ley, enfrentados desde tiempos inmemoriales, pero a los Qwasers los componen ciertas peculiaridades, como la codicia, la traición, la corrupción, la arrogancia, algunos entregados al Bien por la Humanidad, otros sirviendo al Mal sus poderes sobrehumanos.
Yoshino demuestra gran ingenio al hacer de ellos alquimistas en total dominio de un elemento químico concreto, como nuestro héroe Alexander, el qwaser del hierro y perfecto ejemplo del imaginario retorcido y tenebroso de la historia, que ha jugado a ofrecernos grandes dosis de acción frenética en ingentes cantidades, violencia brutal sin concesiones al desmembramiento o los géisers de sangre e imparables vapuleos de ¨fan service¨ que, cruzados con una comedia que va más allá de lo absurdo y lo surrealista, la precipitan a una incoherencia argumental terrible, y a que el ritmo se ralentice hasta límites tediosos (esto pasa más en el anime).

Alexander (o ¨Sasha¨) no es sino la víctima, como les ocurrió a otros, de experimentos a los que en su tierna infancia fue sometido por desalmados con la intención de extraer y controlar sus grandes habilidades. El director respeta la falta de compasión atribuida a esas sectas fanático-religiosas (y, por extensión, a los Qwasers) tan criticadas por Yoshino.
Y a sus reflexiones, que sin ningún temor llevaba a cabo sobre temas comprometidos y no poco escalofriantes como el abuso o el infanticidio, la crueldad paternofilial, la autodestrucción del espíritu, el sacrificio humano o la manipulación de los inocentes con fines perversos.

En el universo de ¨Seikon¨ destaca su horrible nihilismo y corrupción moral, pero sobre todo aquello que lo hizo tan especial: el que los guerreros adquieran su poder a través de la leche materna, dejando dos posibilidades tan válidas como la adoración e idealización a un alto grado de la figura femenina, benefactora de la Humanidad por su propia condición de ser y responsable absoluta de la fuerza de los hombres...o, por el contrario, una inclinación a la misoginia como pocas veces se ha visto, ya que se refleja la posesión de la mujer y su sumisión sexual con la mayor de las frivolidades, a veces durante delirantes situaciones cómicas, chocando con nuestra lógica por lo bizarro hasta la incómoda perplejidad.
Pero es otra clara muestra de las ininteligibles intenciones de la serie, que se esfuerza en justificar la continua presencia y manipulación de senos durante los momentos dramáticos o de acción (pues sin ellos ¨a mano¨, ¿cómo lucharían los Qwasers?) y por otra parte se descuelga con situaciones donde el erotismo se implica en las más diversas formas, a partir de desviaciones y obsesiones sexuales que van desde el sadomasoquismo, la violación o la pedofilia (resulta que la mayoría de los protagonistas son menores) al ¨voyeurismo¨, el incesto, la tortura y por supuesto la lactofilia, tema esencial. Situaciones a menudo serias, a menudo cómicas, de reacción inesperada.

Situaciones a cuya incongruencia contribuyen los propios personajes, estereotipos del anime elevados a la 50.ª potencia pero dibujados desde su reflejo torcido, maliciosamente socarrón (¿quién podría pensar de la dulce ¨loli¨ Ekaterina que es una experta del sadismo, que la inútil ¨moe¨ Tomo es una de las claves del enrevesado argumento o que Alexander evita ser el protagonista de un ¨harem¨, como bien pretende hacer la serie?). Lo más curioso de esta galería de personajes ¨freaks¨ y tan pintorescos es su facilidad e indiferencia para declararse aliados o enemigos ante los demás, provocando la desconexión entre ellos mismos y para con la trama.
Trama que poco a poco va profundizando en las emociones, pasado y psicología de todos y se toma su tiempo con los secundarios, ya sean villanos o héroes (aquí destacan las subtramas de Teresa, los gemelos Aoi y Yu, Lizzy y Phoenix y los hermanos Jita y Joshua, de más peso en el manga), si bien sus cuatro puntos básicos son: la estrecha relación entre Alexander y Mafuyu, la amistad inquebrantable entre ésta y Tomo, la venganza que el primero sostiene fervientemente sobre el Qwaser de Oro, estigma de su doloroso pasado, y la intriga llena de misterio alrededor del tan codiciado icono, que conduce la guerra entre Athos y los Adeptos por senderos algo diferentes según se siga el anime o el cómic.

En el segundo muchos de esos secundarios ocuparán instantes realmente crudos y dramáticos y tendrán su parte de importancia en los hechos; en el primero se apuesta por la acción desenfrenada, el ¨ecchi¨ sin control y unos giros alternativos un tanto disparatados. Kaneko lleva a todos los excesos la violencia que tan detalladamente dibujaba Sato y el erotismo al que se entregaba Yoshino.
¨Seikon¨ es eso, un exceso alucinado de estilos, géneros y arquetipos disfrazado de épica aventura de connotaciones religiosas cuyo desarrollo siempre resulta inesperado, para bien o para mal.

Increíblemente el anime, retransmitido bajo una fuerte censura, ganó la suficiente popularidad para dar luz verde a una segunda temporada donde se vinieron a cruzar tramas del manga muy anteriores con otras más actuales, creando una mezcla un tanto confusa. Fracasó debido a la insistencia de Kaneko en el erotismo gratuito, rozando a menudo el ¨hentai¨, y la descompensación entre su primera y su segunda parte; el manga, por otro lado, duró bastante más, hasta llegar a los diez años de publicación.
Desde luego un comienzo extraño para un servidor en el mundo del anime, pero a partir de aquí mejores series vendrían. Si hay algo digno de recordarse es su espectacular banda sonora, colorido diseño y la labor de la carismática seiyu Ayumi Fujimura, voz de Mafuyu y cantante de algunos de los temas de la serie.



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