El que acecha en el umbral se centra de un modo explicito en ese auténtico punto focal del horror lovecraftiano que es el símbolo de la "puerta". Una puerta que, cuando se abre, no provoca la mera irrupción de los mosntruos del otro lado, cual si del portillo de una simple jaula se tratara: en las inmediaciones del umbral blasfemo, la substancia misma del espacio-tiempo resulta intimamente transformada, y el mundo parace empezar a disolverse en el maligno vaho de sus arcanos.
Sinopsis:
El que acecha en el umbral se centra de un modo explicito en ese auténtico punto focal del horror lovecraftiano que es el símbolo de la "puerta". Una puerta que, cuando se abre, no provoca la mera irrupción de los mosntruos del otro lado, cual si del portillo de una simple jaula se tratara: en las inmediaciones del umbral blasfemo, la substancia misma del espacio-tiempo resulta intimamente transformada, y el mundo parace empezar a disolverse en el maligno vaho de sus arcanos.