El más flojo de los tres libros de la trilogía. Me encantó que Vasily Fet y Augustin Elizalde tuvieran más protagonismo que antes, y también el hecho de que El Maestro resultara ser la parte maligna del ángel Oziriel y también que conociéramos el pasado del misterioso señor Quinlan, pero la novela falla en algunas cosas.

En primer lugar, falla en que es más lenta que el resto y tarda mucho en arrancar, siendo un tanto aburrida en su comienzo pese a la presencia de los vampiros. Además, tampoco me gustó mucho que algunos personajes tuvieran un final tan atroz, como en el caso de Gus, que merecía haber sobrevivido.

Por último, el hecho de haber matado a Abraham Setrakian y a Eldritch Palmer al final del segundo libro priva a este tercer libro de dos grandes personajes que, al menos en mi opinión, Ephraim Goodweather y el general Barnes no consiguen igualarlos. Tampoco me gustó demasiado que no hubiera ningún personaje nuevo, lo cual podía haber dado más vida a la trama, como pasó en el segundo libro con el Ángel de Plata y Alonso Creem, el cual tiene cierta relevancia en este último libro.

Reportar