¨Cómo deteriorar un clásico de los noventa en noventa segundos¨
16 Apr 2016
5
Parece que en SEGA se dispusieron a empezar a enterrar a su tan apreciadísimo puercoespín que tantos beneficios y virtudes les dió en el año 1991, y no lo pudieron hacer de otra manera que cargándose por completo la banda sonora, introduciendo a un nuevo enemigo ridículo para intentar competir contra ellos mismos y haciendo el desarrollo demasiado fácil y predecible.
Una vez más, la calidad gráfica mejoró notablemente, volviendo a pulir las líneas curvas, mejorando el contrase e implementando nuevas ambientaciones de fondo espectaculares. También se introdujeron nuevas habilidades especiales que tenían que ver con el escudo protector que podían llevar los protas (un campo de electricidad para atraer anillos y realizar dobles saltos, una burbuja de aire para no tener que respirar bajo el agua y una bola de fuego para no ser dañado por el fuego y desplazarse fugazmente, entre otras cosas), se mantuvo la habilidad especial SuperSonic y a Tails como personaje jugable opcional (que, además, podía volar libemente durante un corto periodo de tiempo).
Además, se introdujo a Knuckles, una especie de malo malísimo cuyo papel nunca terminé de entender: No sé exactamente si era un malo, un independiente o un personaje que sólo buscaba tocar las narices. Dicho personaje era seleccionable para jugar, poseyendo la habilidad de planear, trepar por las paredes, destruir rocas con sólo tocarlas y tener la habilidad SuperKnucles, siendo el transcurso de la historia totalmente distinto con él (otros escenarios e incluso un villano totalmente distinto que nunca llegué a saber qué narices era).
Otro plus de variedad para mejorar aún más las opciones de jugabilidad de este título, a lo ques e añadían nuevos niveles de bonificación basados en puzzles de colores realmente difícile de resolver, algo muy agradecido para un juego con dificultad bastante baja, muy dinámico y sin momentos de estrés.
Los enemigos, ridículos, y además había como pre-villanos antes de Robotnik, igualmente ridículos y risibles. La banda sonora quedó reducida a una secuencia de chasquidos, trompetas desafinadas, gárgaras matutinas y palmadas de flamenco infinitas y rallantes, y se añadieron muchos efectos sonoros nuevos que, a pesar de ser simples, aportaban bastante más que la musiquita odiosa que acompañaba cada nivel.
Aquí está, pues, la definición más gráfica de cómo cargarse un clásico espectacular en noventa segundos (los que tardaron en pensar todo lo que empeoró en esta tercera entrega), un producto que parece hecho mal a posta pero que, sorprendentemente, entretiene, como los dos anteriores, aunque no tiene ni de lejos aquello que hacía especial al original. El desarrollo tambien es aburrido y tedioso, no recomendable si sufres de somnolencia. Tercera entrega pasable y mal hecha, pero entretenida si no la encaras con demasiadas espectativas; Acabarás decepcionado.
¨Cómo deteriorar un clásico de los noventa en noventa segundos¨
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Parece que en SEGA se dispusieron a empezar a enterrar a su tan apreciadísimo puercoespín que tantos beneficios y virtudes les dió en el año 1991, y no lo pudieron hacer de otra manera que cargándose por completo la banda sonora, introduciendo a un nuevo enemigo ridículo para intentar competir contra ellos mismos y haciendo el desarrollo demasiado fácil y predecible.
Una vez más, la calidad gráfica mejoró notablemente, volviendo a pulir las líneas curvas, mejorando el contrase e implementando nuevas ambientaciones de fondo espectaculares. También se introdujeron nuevas habilidades especiales que tenían que ver con el escudo protector que podían llevar los protas (un campo de electricidad para atraer anillos y realizar dobles saltos, una burbuja de aire para no tener que respirar bajo el agua y una bola de fuego para no ser dañado por el fuego y desplazarse fugazmente, entre otras cosas), se mantuvo la habilidad especial SuperSonic y a Tails como personaje jugable opcional (que, además, podía volar libemente durante un corto periodo de tiempo).
Además, se introdujo a Knuckles, una especie de malo malísimo cuyo papel nunca terminé de entender: No sé exactamente si era un malo, un independiente o un personaje que sólo buscaba tocar las narices. Dicho personaje era seleccionable para jugar, poseyendo la habilidad de planear, trepar por las paredes, destruir rocas con sólo tocarlas y tener la habilidad SuperKnucles, siendo el transcurso de la historia totalmente distinto con él (otros escenarios e incluso un villano totalmente distinto que nunca llegué a saber qué narices era).
Otro plus de variedad para mejorar aún más las opciones de jugabilidad de este título, a lo ques e añadían nuevos niveles de bonificación basados en puzzles de colores realmente difícile de resolver, algo muy agradecido para un juego con dificultad bastante baja, muy dinámico y sin momentos de estrés.
Los enemigos, ridículos, y además había como pre-villanos antes de Robotnik, igualmente ridículos y risibles. La banda sonora quedó reducida a una secuencia de chasquidos, trompetas desafinadas, gárgaras matutinas y palmadas de flamenco infinitas y rallantes, y se añadieron muchos efectos sonoros nuevos que, a pesar de ser simples, aportaban bastante más que la musiquita odiosa que acompañaba cada nivel.
Aquí está, pues, la definición más gráfica de cómo cargarse un clásico espectacular en noventa segundos (los que tardaron en pensar todo lo que empeoró en esta tercera entrega), un producto que parece hecho mal a posta pero que, sorprendentemente, entretiene, como los dos anteriores, aunque no tiene ni de lejos aquello que hacía especial al original. El desarrollo tambien es aburrido y tedioso, no recomendable si sufres de somnolencia. Tercera entrega pasable y mal hecha, pero entretenida si no la encaras con demasiadas espectativas; Acabarás decepcionado.
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