Ficha 1001 Spikes


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Críticas de 1001 Spikes (1)




Jack el Destripador

  • 2 Jun 2017

8


¨1001 Spikes¨ es un juego de plataformas que rinde homenaje a los juegos de la NES (aunque el 95% de los juegos de dicha consola tampoco es que se merecieran esa muestra de aprecio, más aún sabiendo lo bueno que es este juego), contando con un estilo visual que trata de imitar los gráficos de esta (pero terminando siendo más atractivo visualmente al estar dibujado más a conciencia y al no estar tan limitado por el hardware de una consola), al igual que una banda sonora de 8-bits (que llega a ser de lo mejor que podremos escuchar en un videojuego), eso junto a toneladas y más toneladas de rejugabilidad (que en dicha época uno no se podía permitir ya que ya había suficiente con tratar de terminarse el juego) y una dificultad bastante interesante que hará que nos piquemos con él, pero que naturalmente es demasiado light en comparación con los juegos a los que trata de homenajear.

¨1001 Spikes¨ cuenta con un montón de modos. El primero de ellos lleva el mismo nombre que el juego, y es, naturalmente, el modo historia. Aquí es donde nos encontraremos con el juego en su máximo esplendor. Comenzamos con la primera etapa, que está compuesta mayormente por niveles tutorial (ya dije que el juego, pese a fardar de ser difícil, es como un jardín de infancia en comparación con la mala leche de los juegos en los que se basa). Dichos niveles están repletos de ratones que son lo suficientemente amigables (o cabrones en algunas ocasiones), para decirnos los controles por los que se rige el juego. La finalidad de la etapa tutorial es la de poner un patio de recreo donde los jugadores puedan experimentar tranquilamente con los controles y saber de que va el juego en lugar de ser metidos directamente en el meollo del asunto, como era el caso de los juegos de la NES... y bueno, también para dejarles bien claro que se encuentran delante de lo que va a ser su mayor pesadilla y de que el juego esta hecho apostas para ser difícil, no sea que luego se quejen.

Los controles son simples: Hay dos botones de salto, uno más alto que el otro (lo que terminará viniéndonos de lujo cuando el techo de hacía donde vamos a saltar esta bastante bajo, evitando así una muerte inútil que igualmente la vamos a sufrir al no caer en la cuenta de que debíamos saltar más hacía abajo, o por equivocarnos de botón), y uno de ataque a usar contra los escasos, pero bien perculeros, enemigos (la leyenda dice que este juego produjo un odio masivo y sin precedentes hacía los pingüinos). También hay un objeto coleccionable a recoger, una calavera dorada que, además de proporcionarnos una vida, también nos ayudará a desbloquear el resto de modos y personajes. Hablando de vidas, el discurso de ¨te vamos a violar¨ que dan los ratones al protagonista, junto alguna que otra muerte casual por culpa de los pinchos en los mismos niveles tutorial, hace que aumente el acojone al ver la friolera cantidad de vidas de las que disponemos: Un total de 1001 vidas (si, bastante original la cifra). Igualmente, si se dispone de buenos reflejos plataformeros esta cifra termina siendo más de lo que necesitamos (yo termine el juego con, aproximadamente, unas 600 vidas restantes), especialmente porque entre las calaveras y el objeto que conseguimos al final de cada etapa recuperamos un buen puñado de estas.

El reiniciar el nivel hace que el jugador pierda automáticamente una vida, en un intento por parte del juego de penalizarlo, cosa que irónicamente no sucede si nos vamos directamente al mapa del mundo, pudiendo repetir una y otra vez un nivel donde haya una calavera al principio para así recogerla y conseguir reabastecernos de vidas hasta aburrirnos. Eso si, este truco solamente funcionará en el primer mundo, con el segundo careciendo de dichas calaveras, aunque en verdad no se me ocurrió probar con los objetos que se recogen a final de etapa, que llegan a dar como mínimo unas 250 vidas por recogida. Igualmente, en el caso de perder todas las vidas continuaremos donde nos quedamos con 3 de repuesto, por lo que no hay mucho de lo que preocuparse.

En cuanto a la dificultad en sí, esta se basa completamente en el mero hecho de joder al jugador con trampas que se activan en los momentos más inoportunos, eso si dejamos de lado cualquier muerte idiota que el jugador pueda sufrir por idiotez o por cansancio más que por otra cosa. Hay quienes comparan este juego con ¨Simón Dice¨, principal fuente de inspiración en el mundo de los videojuegos, más que nada por el sistema de ensayo y error, y debo reconocer que en parte tienen razón. Digo en parte porque cada nivel tiene un patrón inicial que si se aprende puede ayudar a terminar dicho nivel en tiempo récord, con algunos niveles siendo más fácilmente terminados aprendiéndose dicho patrón. Digo que en parte no lo es porque a veces sale más a cuento el descubrir el como funcionan dichas trampas y que baldosas o tipo de gárgolas suelen contenerlas para evitar hacer más intentos de lo normal. Además, también están las ventajas de cada personaje, que crean atajos alternativos que harán que nos ahorremos el pasar por el momento más muermo del nivel en el que nos encontramos. Ah, y lo más importante, hay que saber cuando se puede estar quieto y cuando es mejor continuar moviéndose. Si bien es cierto que muchas veces vale más la pena esperar para ver y analizar los patrones de lo que sucede en la siguiente zona, la mayoría de las veces el juego tratará de aprovechar esta idea para quitarnos alguna que otra vida. Hay que asegurarse de que el lugar en el que vamos a parar no contenga un pincho que nos empalará a la mínima que nos quedamos quietos.

Otro factor a tener muy en cuenta es el cansancio. Al ser un juego de mucho pensar, es normal que terminemos cansándonos más pronto, especialmente si lo jugamos a las tantas. En caso de suceder esto, vale más la pena que salguemos del juego y descansemos. El cansancio puede afectar a nuestros reflejos y a nuestro sentido común y hacer que las vidas se pierdan como churros.

La pregunta es... ¿Es el juego verdaderamente difícil? No, ni de coña. Si el juego de verdad fuese difícil, no me lo hubiese terminado... (al menos no sin chetos). Se podría decir que la dificultad se la pone uno mismo. Mientras que aquellos sin ningún tipo de experiencia en los plataformas y/o que carecen de paciencia encontrarán este juego jodidamente difícil, otros lo verán más como un juego de puzles y con paciencia irán terminándose cada nivel.

Curiosamente, el juego tiene una historia bastante interesante, que será el principal incentivo para terminarlo. Interesante por el agradable, trabajado y molón estilo visual de las cinemáticas que la conforman, y por sus personajes, en especial Aban Hawkins, protagonista principal del juego, con el que se nos será fácil empatizar ya que es completamente consciente de que su loca aventura por encontrar a su padre puede llevarlo a la muerte.

La historia, desde un punto de vista metafórico (y puede que hasta rebuscado), puede ser vista como una representación del conflicto entre dos generaciones de videojugadores: los primeros en su especie (representados por el padre de Aban), que disfrutaban de la dificultad de los videojuegos de su época y a los que les ponía a 100 la sensación de alivio que tenían a la hora de terminar uno (y a los que actualmente les suele gustar fardar de ello y poner a parir a las nuevas generaciones por su supuesto amariconamiento (visto la dificultad de algunos juegos y el como la gente cataloga de difícil juegos que en realidad no lo son puede que ya empiecen a tener razón)), y la generación de a partir de la época de PS1/N64/Sega Saturn (representada por Aban) que, pese a gustarles un buen desafío, preferían una dificultad menos injusta con tal de disfrutar más del juego en sí. Sabiendo esto, el juego podría ser visto como un intento de picar a la generación de Aban a jugar a los juegos de la época de la NES y de vivir las mismas sensaciones que sus padres vivieron en su época (los padres que de verdad llegaron a terminar alguno de esos juegos), con una dificultad que equilibre lo traicionero con lo justo, para que luego venga el padre de Aban diciendo que por lo que hemos pasado no tiene nada que ver con lo que él ha pasado. El juego logra hacer que el jugador sienta esa sensación de alivio a la hora de terminar un nivel bien difícil, pero esa sensación, en mi caso, es un placer bastante pasajero y no supone demasiado para mi.

La historia cuenta con momentos bastante memorables, y si nos quedamos con ganas de más, podemos jugar con el resto de personajes y descubrir su historia, y de paso conseguir algo de dinero extra para la tienda, ya que las calaveras de oro son substituidas por monedas. Si, gran parte de la rejugabilidad se encuentra en el modo historia, pudiendo jugar con otros personajes, en su mayoría sacados de otros videojuegos (una táctica algo sucia para atraer a los fans de dichos videojuegos, pero que se puede perdonar al explotar bien la oportunidad de meter a dichos personajes en un juego que difiere bastante de donde han sido sacados).

Al lado del modo historia hay otros modos que tiran más por lo arcade. Tenemos ¨El Vaso de Oro¨, un modo competitivo en grupo del que no puedo sacar tantas conclusiones al haberlo jugado completamente solo. ¨El Vaso de Oro¨ cuenta con una cinemática de introducción bastante bien trabajada, que sirve como contexto para el desmadre que está por ocurrir, pero pese a tener dicha secuencia, no tiene fin. Lo que hay que hacer aquí es tan simple como ser el que más dinero haya cogido del vaso titular en el nivel donde nos encontramos. Podemos seleccionar el nivel que nos dé la gana, y a partir de ahí deberemos tratar de mantener el vaso en nuestras manos y lanzarlo en el momento en que esté a punto de explotar, para así poder recoger el resto de monedas. Buena parte de las trampas necesita de ayuda externa para ser activadas, por lo que podemos hacer uso de ellas para joder a nuestros amigos. Naturalmente el problema de este modo es que carece de gracia si se juega en solitario, puesto que es un modo que se basa en el cachondeo puro y duro para divertir, además de por el hecho de que no tiene fin. El único motivo para jugarlo solo es el de conseguir dinero para la tienda.

Otro modo es ¨La Torre de Nannar¨. Este modo cuenta de nuevo con una secuencia de introducción para para dar contexto a la acción, y pese a que carece de secuencia final si que hay un final hecho con los gráficos del juego, muy a diferencia de ¨El Vaso De Oro¨. Eso si, muy en el estilo de los juegos de la época, todo termina en un bucle donde deberemos volver a empezar desde el principio. ¨La Torre de Nannar¨ es lo más arcade que vamos a encontrar en este juego. Es un claro homenaje a juegos como ¨Donkey Kong¨, donde tras acabarlos y ver el final, volveremos a empezar desde el principio pero con una mayor dificultad. Es un juego bastante fácil, aunque el jefazo final tiene su tela. Hay dos torres, y en cada nivel de una de dichas torres, deberemos subir hasta el ascensor al siguiente nivel, esquivando de paso las distintas trampas, y matando a los ocasionales enemigos. Es muy divertido, y es ideal para descansar del martirio que puede llegar a suponer a veces el modo principal. Además, aquí se llega a apreciar mejor la magnifica banda sonora del juego.

Por último nos encontramos con ¨Los Niveles Perdidos¨. De nuevo nos encontraremos con la mecánica de juego principal de ¨1001 Spikes¨. Cierto, los anteriores modos rescataban muchos de los elementos, como llegaban a ser las trampas, pero ¨Los Niveles Perdidos¨, como bien indica su titulo, es una extensión del modo principal, ofreciendo niveles que por algún que otro motivo fueron sacados del juego base y puestos aquí para que el esfuerzo puesto en ellos no se echase a perder. Las razones de su exclusión se pueden notar al jugarlos. Algunos fueron excluidos porque habían de mejores, otros por ser demasiado fáciles (y, por lo tanto, poco desafiantes) y otros por ser demasiado complicados, pero no imposibles. Dichos niveles llegan a ser bastante curiosos, en el sentido de que cada uno ofrece un desafío bastante diferente de los niveles originales. Aquí no hay secuencia de introducción, por razones obvias, pero si que hay un final un tanto chorra echo con los gráficos del juego... y de nuevo se juega en bucle.

Por último disponemos de la tienda, donde podemos comprar vidas, trajes y otras cosas que nos serán de utilidad. La presencia de la tienda es importante, ya que gracias a ella la rejugabilidad del juego aumenta bastante, especialmente por lo que parece ser un seguro de vida que cuesta demasiado.

Al final, ¨1001 Spikes¨ llega a ser un juego la mar de divertido. Pese a que haya momentos en que nos saque de quicio, buena parte de los niveles en el juego se hacen bastante divertidos de completar, especialmente por la gran variedad que hay entre ellos. Además, en caso de no dar ni una, ofrece otros modos que nos ayudarán a descansar del martirio, eso por no hablar del modo competitivo de ¨El Vaso de Oro¨ y del cooperativo del resto de modos, que harán de la experiencia más llevadera. Esto, junto a la impresionante banda sonora y el impecable apartado artístico de las cinemáticas (además del carisma de sus personajes), hacen del juego muy recomendable.



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