Me encanta ver que no se ha perdido el que para mi es uno de los ingredientes más jugosos de la sci-fi y del cine de terror ¨Clásico¨. Sin regodearse en ella, no deja de haber un puntito de crítica social en el corto. Aquí el ¨Monstruo¨ viene a ser hijo de la Pobreza y la Marginación. Un cadaver descuartizado en una maleta que no viene de las perturbadas maquinaciones de un psicópata al uso, de ningún aprendiz de diosecillo vengador, autoinstalado más allá del bien y del mal. Lo que es psicopático e inhumano es UN ESTADO DE COSAS. El que saca a la gente de su país, huyendo de la pobreza. El que no deja opción a llamar a un médico que certifique una defunción y descubra un caso de catalepsia. El que desencadena un terror que cambia el punto de mira de la muerte.
No está de moda hacer cine social. Quizás porque se ha hecho demasiado, demasiado maniqueo, y pocas veces bueno. Pero lo social está en el transfondo de todas las obras maestras, y que los aspirantes a cineastas no hayan perdido contacto con ello, en vez de perderse en los vericuetos formalistas y en las pirotecnias de FX es algo que me consuela.
Todo en el corto está marcado por las limitaciones técnicas, como no podía ser menos.
Pero tiene lo esencial, el nucleo de lo prometedor:
Una historia interesante, poco manida, y unos actores y un equipo que se notan comprometidos, valientes y dispuestos a arriesgarse.
Lo único que hace falta para apostar por ellos.
A ver si alguna productora, menos miope que el resto, se decide.
Macbeth
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Me encanta ver que no se ha perdido el que para mi es uno de los ingredientes más jugosos de la sci-fi y del cine de terror ¨Clásico¨. Sin regodearse en ella, no deja de haber un puntito de crítica social en el corto. Aquí el ¨Monstruo¨ viene a ser hijo de la Pobreza y la Marginación. Un cadaver descuartizado en una maleta que no viene de las perturbadas maquinaciones de un psicópata al uso, de ningún aprendiz de diosecillo vengador, autoinstalado más allá del bien y del mal. Lo que es psicopático e inhumano es UN ESTADO DE COSAS. El que saca a la gente de su país, huyendo de la pobreza. El que no deja opción a llamar a un médico que certifique una defunción y descubra un caso de catalepsia. El que desencadena un terror que cambia el punto de mira de la muerte.
No está de moda hacer cine social. Quizás porque se ha hecho demasiado, demasiado maniqueo, y pocas veces bueno. Pero lo social está en el transfondo de todas las obras maestras, y que los aspirantes a cineastas no hayan perdido contacto con ello, en vez de perderse en los vericuetos formalistas y en las pirotecnias de FX es algo que me consuela.
Todo en el corto está marcado por las limitaciones técnicas, como no podía ser menos.
Pero tiene lo esencial, el nucleo de lo prometedor:
Una historia interesante, poco manida, y unos actores y un equipo que se notan comprometidos, valientes y dispuestos a arriesgarse.
Lo único que hace falta para apostar por ellos.
A ver si alguna productora, menos miope que el resto, se decide.
Creo que lo merecen.
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